La confusión en el caso del fiscal Fernando Cartasegna ahora ya es asombro. En su testimonio inicial tras el supuesto ataque, el funcionario judicial afirmó que fue él mismo quien escribió con azúcar la palabra “Nisman” en el piso, obligado –según sostuvo– por el hombre que lo agredió, desarmado. En ese momento, el fiscal estaba atado, con las manos por delante. Ayer, la Procuración dispuso que las causas que lleva Cartasegna –quien se encuentra de licencia por tiempo indeterminado– sean repartidas entre otros cuatro fiscales. La semana próxima, se le practicarán estudios clínicos y psiquiátricos.

El detalle agrega una nueva duda sobre el presunto ataque al funcionario judicial, y algunas certezas a las preguntas que plantea el caso. Que el propio Cartasegna haya sido quien escribió la palabra “Nisman”, corrobora en primer lugar el hecho de que el fiscal estaba atado con las manos por delante, y no como hubiera sido lógico, por detrás. En segundo lugar, apuntala el interrogante sobre cómo el fiscal pudo ser maniatado con los brazos hacia el frente de su cuerpo y no haber visto al agresor en ningún momento, como viene afirmando. En tercer lugar, genera la incógnita más importante: ¿Cartasegna avisó que fue él el escribiente para prevenirse ante un peritaje caligráfico?

A medida que avanzan los días, la causa no hace más que acumular preguntas y dudas en los investigadores que mantienen abiertas varias hipótesis, algunas de ellas lejos de las causas judiciales que llevaba el fiscal.

Por otra parte, los investigadores determinaron que el teléfono fue utilizado durante el episodio dos veces. Hubo dos llamados a una secretaria de la propia fiscalía de Cartasegna. La mujer declaró que en ambas comunicaciones no hubo diálogo y que sólo escuchó toses.

Además, surgieron algunas discordancias en torno del empleado que trabaja para Cartasegna en la UFI 4, quien fue hallado en el baño del edificio con un volante contra el fiscal con la leyenda “CONOZCAN AL PROXIMO NISMAN”, el día anterior al episodio. El hecho, detallado ayer en este diario, fue relatado por el alcaide Alzamendi ante la fiscal Ana Medina, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1. 

En la versión de la UFI 4, el joven empleado habría sido enviado para retirar el panfleto del baño. Lo que no se explica es cómo el hombre salió de los servicios y el panfleto permaneció en el lugar, donde lo encontró el jefe de Seguridad Alzamendi.

De todas formas, según una fuente de la fiscalía, no estaría bajo investigación ningún trabajador del  Palacio de Tribunales, aunque el episodio del empleado consta en la causa judicial y el joven, al igual que los empleados del fiscal, esperaba turno para declarar.

Además, informaron que los investigadores aguardaban las filmaciones de las cámaras de seguridad del edificio y de las calles aledañas al palacio judicial pedidas por la fiscal Medina.

En tanto, ayer por la tarde, la fiscal Betina Lacki, de la UFI 2, designada para colaborar en la causa con la UFI 1, tomó declaración al fiscal. El día anterior, lo hicieron los custodios del edificio.

Los fiscales Martín Chiorazzi, Hugo Tesón, Marchet Alejandro y Mariana Ruffino llevarán ahora las causas que tenía Cartasegna.

El fiscal fue encontrado el miércoles pasado alrededor de las 18 en su despacho acostado en el piso con las manos atadas con cinta de embalar, con las piernas con hilos para coser expedientes, un cable de PC enrollado en su cuello y el apellido “Nisman” escrito con azúcar en el piso. La oficina estaba cerrada con llave desde adentro. Y su custodio había sido licenciado, unas horas antes del episodio, por el propio fiscal, pese a que el sábado, cuatro días antes, había denunciado que fue amenazado y agredido en plena calle, a unos metros de los tribunales.