Elisa Molina tiene 37 años, 4 hijos y pasó por todo tipo de carencias. Creció en la calle y logró salir adelante gracias a la ayuda de organizaciones barriales y comunitarias donde encontró su lugar. Los últimos 13 años fue víctima de violencia de género -física, económica, sexual- por parte de quien hoy es su expareja y padre de dos de sus hijos. En febrero del año pasado mantuvo con el hombre una discusión en la calle en la que debió defenderse luego de ser agredida. Ese día la Justicia consideró que Elisa intentó matar a su agresor y quedó detenida e imputada bajo el cargo de “homicidio agravado por el vínculo en grado de tentativa”.
“Cuando las mujeres no jugamos el papel de buena víctima, la justicia nos transforma en victimarias”, sostienen desde las organizaciones de mujeres que están detrás de la campaña “No más presas por defenderse, absolución para Elisa”.
Sus abogados defensores no tienen dudas; sus compañeros, tampoco: si hay algo que jamás intentó hacer Elisa, dicen, fue matar al hombre que la hostigó durante tanto tiempo. Pero en la etapa de instrucción, que tramita ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional porteño N° 18, los jueces entendieron lo contrario y mantuvieron la acusación. La semana próxima Elisa enfrentará el juicio oral.
El 14 de febrero del año pasado Elisa fue hasta el trabajo de su expareja en Barracas a pedirle explicaciones por un hecho puntual que acababa de ocurrir. Lo esperó en la vereda, donde mantuvieron una discusión. En medio de las agresiones su reacción fue la de revolearle una botella que llevaba en su cartera. La botella tenía diesel, que había comprado para cargar en su auto. Este dato es el que utiliza la fiscalía para sostener la acusación.
“El 14 de febrero del año pasado Elisa se entera de que su expareja había sido padre con una persona muy cercana a ella y esa fue la gota que rebalsó el vaso. Fue a buscarlo a su trabajo, donde lo increpó. Él intentó agredirla y ella se defendió arrojándole lo primero que pudo sacar de su bolso, que en este caso fue una botella con un líquido combustible”, explica Paolo Zaniratto, su abogado defensor.
Por el hecho fue detenida y estuvo presa casi dos meses en el complejo penitenciario de Ezeiza. En marzo le otorgaron la prisión preventiva y desde ese entonces cumple condena en su domicilio de La Boca, donde vive con sus hijos de 5, 12, 16 y 19.
“Ella tenía una botella de diésel en su bolso y en el marco de esa discusión saca lo primero que encuentra y se lo arroja, pero tampoco se la arroja como para que se atente contra la vida. Desde el punto de vista penal arrojar una botella a alguien no encarna en sí mismo un delito, tiene que haber un comienzo del hecho para interpretar que hubo dolo”, explica el abogado, quien además remarca que no hay pruebas ni testigos para sostener la acusación que le adjudica el tribunal.
Zaniratto explica además que el hombre -de quien por el momento prefieren no dar el nombre- la agredía sistemáticamente. “Esta persona llegaba bajo los efectos del alcohol o algún estupefaciente y la agredía de manera reiterada. Como muchas mujeres en situación de violencia nunca pudo denunciarlo. Por miedo, por vergüenza, por no saber cómo hacerlo o por querer mantener la familia”, agrega el abogado.
“Por el principio de inocencia, la acusación es la que tiene que probar la culpabilidad de la persona. El hecho de que no haya testigos y de que la supuesta víctima de los hechos no quiso participar de la causa, que no mostró interés, te marca que el hecho no fue grave”, finaliza.
Desde el colectivo de organizaciones que impulsan la campaña “Absolución para Elisa” -de la que participan Mala Junta-Soberana, Atrapamuros, La dignidad confluencia y El Sueñero- esperan que en el juicio oral se esclarezcan los hechos para que Elisa pueda recuperar la libertad.
“Eli se encuentra con prisión domiciliaria desde hace año y medio por un crimen que no cometió. No es la primera vez que la justicia nos pone a la mujeres y disidencias en el banquillo de les acusades”, opina María José Grande, de Mala Junta, para quien la historia de Elisa es la de muchas mujeres “que sufren las consecuencias de la justicia patriarcal”.