La actuación que viene sosteniendo el seleccionado argentino de voleibol en los Juegos Olímpicos ya quedó en los anales. El equipo se ubicó entre los cuatros primeros después de 21 años, como cuando ocurrió en Sydney 2000, con representantes como Javier Weber y Marcos Milinkovic.
La realidad y el nivel de juego que está exhibiendo el plantel de Marcelo Méndez contrasta con la situación que atraviesa la actividad en el país. En primer lugar, los 12 jugadores del equipo se desempeñan en clubes del exterior, algo que no ocurría hasta principios de 2020, cuando la Liga Argentina no finalizó por la pandemia.
El certamen interno se fue desmembrando en lo económico, y al mismo tiempo las figuras comenzaron a emigrar a mercados más atractivos en ese aspecto. Los contratos en dólares fueron insostenibles, y ninguna entidad argentina estaba en condiciones de retener a los más destacados.
El poderoso Bolívar, el club que concentraba la mayor cantidad de jugadores de elite a partir de las ofertas de Marcelo Tinelli y sus sponsors, decidió no participar del torneo en la última edición ya que no le resultaba rentable, y terminó de exponer una situación que se venía repitiendo con otros competidores a lo largo de esta nueva Liga, creada en 1996.
El pasado campeonato local reunió a apenas siete clubes, en los que algunos terminaron accediendo por invitación de la Asociación, ante la falta de interés en integrar ese grupo. Lo mismo está ocurriendo en estos días para poder concentrar una cantidad lógica de competidores para la edición 2021/22.
La Selección que finalizó cuarta en los Juegos de Sydney provocó el despegue interno, pero después fue mal interpretado por los valores que se comenzaron a ofrecer, para un país que suele atravesar inestabilidad económica permanente. La intención fue formar una Liga de estrellas, y los desmanejos la fueron llevando a este presente, en donde no se consiguen instituciones que puedan formar parte.
El nuevo relanzamiento que este seleccionado le está permitiendo al voleibol argentino vuelve a tener una gran posibilidad de ser capitalizado con proyección de futuro. La herramienta que tienen los dirigentes para transformarlo en ganancia es muy grande, y de esa forma poder potenciar una competencia totalmente devaluada.
En el caso de que eso ocurra, tal vez alguien como Facundo Conte, que nunca participó de la Liga Argentina, se sienta tentado en algún momento de ser parte de ese núcleo.