Los (pocos) países que lograron resolver el problema de la escasez de vacunas contra el coronavirus --luego de largos meses de marchas y contramarchas con los laboratorios-- se enfrentan ahora con un segundo gran obstáculo para llegar a la ansiada inmunidad de rebaño: las personas no inoculadas, un misceláneo sector que incluye tanto a antivacunas como a aquellos que, sin ser "anti", todavía no se animan a poner el brazo para el pinchazo.
¿Cómo afecta esta situación a las relaciones sociales? ¿Qué pasa cuando dentro de un grupo familiar o afectivo hay integrantes que no se quieren inmunizar? Página/12 reunió el testimonio de distintas personas que están atravesando conflictos de este tipo con sus seres queridos y dialogó, también, con dos licenciadas en Psicología que compartieron su mirada sobre los movimientos antivacunas y el individualismo que subyace en su concepción de "libertad".
Vínculos en tiempos de coronavirus
El debate sobre la forma que adoptarán los vínculos sociales en esta nueva etapa de la pandemia se intensificó a comienzos de esta semana, cuando la actriz Jeniffer Aniston reveló que cortó relación con algunos compañeros y compañeras de trabajo que se oponen a la vacunación. Como contracara, este lunes también trascendió que el baterista de The Offspring fue expulsado de la banda por negarse a ser inoculado contra la covid.
En Argentina, con más del 50% de la población vacunada con la primera dosis, las relaciones entre inmunizades y no inmunizades también comienzan a ser un problema. Juan Fernández, de Villa Urquiza, tiene 33 años y juega todas las semanas al fútbol con un grupo de amigos: “Hay un par que dijeron abiertamente que no quieren vacunarse", algunos "porque se comieron el discurso de ciertos medios de que (las fórmulas) no están del todo probadas", y otros "porque dicen que esta enfermedad es como una gripe más fuerte que no afecta a los de nuestra edad, sin entender las implicancias que tiene para los demás que una persona no se inocule”, contó a Página/12.
“Esto genera una situación incómoda, dada la importancia que la vacunación tiene para que la pandemia termine o disminuya. También es un tema difícil de encarar desde el punto de vista social porque son personas con las que uno comparte”, reflexionó Juan, quien aprovecha los debates que se arman en el grupo cuando hay algún caso por contacto estrecho para comunicar las ventajas de la inmunización, para explicar "que es un proceso sencillo, que está recontra probado, que no es ninguna teoría conspirativa rara sino que simplemente es lo necesario para poder terminar con todo esto”.
"Aunque todavía no hemos llegado al punto de decir ‘no vamos a jugar más hasta que todos estén vacunados’”, admitió, “un poco siento que eventualmente es lo que va a terminar pasando, porque en definitiva son personas con las que uno comparte un ambiente y que no se vacunen por una decisión y no porque no hayan llegado las dosis plantea una diferencia muy clara”, concluyó, con cierta frustración.
Bárbara (26), de Martínez, ya tiene la decisión tomada. “Yo voy a hacer lo mismo que Jennifer Aniston, no me voy a juntar con gente que no esté vacunada. Y si esto significa, cuando esté todo más tranquilo, organizar un evento y dejar de invitar a ciertas personas, lo voy a hacer. Y se los voy a decir: ‘no te estoy incluyendo porque no estás vacunado y me siento insegura. Me parece egoísta, peligroso para todos’”, resaltó la joven, a quien este año la pandemia afectó de forma particular ya que tuvo que sufrir la internación de su padre por un cuadro grave de coronavirus.
Actualmente, Bárbara tiene a dos amigas en su círculo que no se quieren inmunizar. “Una es médica y tuvo que firmar un documento diciendo que no se va a vacunar. Es una persona que desde el primer momento no se cuidó, a la que yo misma vi compartiendo mate en plena pandemia. La otra es una chica muy anticiencia que se pasó todo el verano yendo a clandestinas. La verdad es que todo esto me hace un poco replantearme cuánto quiero tener una relación con alguien así, con alguien a quien le pedís que se vacune por su bien y por el de todos y te trata mal”, confesó.
Melissa Bargman (27), en cambio, dijo a este diario que “no tendría problemas” de juntarse con su amiga no inoculada, a quien por otros motivos no ve desde febrero. “Eso sí, manteniendo distancia y tomando muchos cuidados, sin sacarme el barbijo en ningún momento”, remarcó. “Yo ya hice el intento de convencerla, le recordé que era gratuito, que tenía lugares cerca de la casa, pero tanto ella como su mamá son antivacunas. Dicen que es más peligroso estar expuestas a la vacuna que a las posibles consecuencias de agarrarse covid. Mi amiga se excusa en que como trabaja y cursa desde la casa no tiene necesidad de hacerlo”, completó Melissa.
“Prefiero esperar”
Florencia (45), de Devoto, se encuentra dentro de ese reducido grupo de personas que aún no han sido inmunizadas contra el coronavirus. “Yo resolví no vacunarme porque no sé fehacientemente cuáles son los efectos que pudiera tener a posteriori”, explicó. Su decisión, aclaró, “no tiene que ver con ser anti o pro vacuna, porque tanto mi cartilla como la de mis hijos muestran que siempre respeté los planes establecidos por el Estado. Tiene que ver simplemente con que esto es una situación inédita y dadas las circunstancias yo prefiero esperar”.
“Gracias a dios no tuve problemas en mi círculo. He manifestado mi decisión entre conocidos y sí me sugieren que me vacune pero respetan mi postura, no cambian la forma de relacionarse conmigo. Si se usaba barbijo entre nosotros, se sigue usando barbijo. Si nos lo sacábamos para tomar café, lo seguimos haciendo. La verdad que yo no tuve encuentros incómodos en ese sentido”, añadió Florencia, quien considera que el planteo de Jennifer Aniston “no tiene asidero porque por más que uno esté vacunado puede seguir contagiando”. La evidencia científica, sin embargo, demuestra que esto no siempre es así.
“Lo único que me está haciendo ruido”, reconoció, “es que si se aprueba (la inmunización) para los menores sin comorbilidades, a mis hijos les gustaría vacunarse. Y mi marido apoya eso. Así que si llegamos a la solución de que ellos se vacunen, yo lo haría también”. No porque esté de acuerdo con la inmunización contra la covid, insistió, “sino porque mis hijos lo estarían haciendo”.
Combatir la desinformación sobre la pandemia
La campaña de vacunación contra el coronavirus, recordó Carolina Alcuaz, licenciada en Psicología, magister en psicoanálisis, docente de la facultad de Medicina la UBA y supervisora clínica de varios hospitales de CABA y provincia de Buenos Aires, “es una de las maneras de poder dar respuesta a la pandemia, junto a otras medidas de cuidado que hay que seguir conservando, como la distancia social, la higiene de manos, el uso del barbijo y la ventilación de los espacios”.
Es por ello que el Ministerio de Salud de la Nación, continuó la licenciada, se ha ocupado no solo de conseguir las dosis para inocular a todas y todos los argentinos, sino también de concientizar a la población sobre los alcances de esta herramienta, que además de ayudar a reducir la circulación del virus permite disminuir el número de muertes y de internaciones por cuadros graves.
Aunque la adhesión a la vacuna en Argentina --a diferencia de otros países como Francia o Estados Unidos-- es muy alta, lo cierto es que hay dudas y temores que todavía prevalecen. “Aquellos que somos agentes de salud tenemos la responsabilidad social de dar información concreta, precisa y basada en fuentes científicas para que las personas puedan decidir de manera fundada en datos certeros y no en información falsa”, señaló Alcuaz, quien trabaja hace varios años en instituciones dedicadas a la salud pública.
“Tenemos que escuchar a aquellos que no están tan convencidos o que tienen miedo, no rechazarlos. Me parece que hay que fomentar un espacio de diálogo, que hay que informar y derivar las consultas a especialistas en el tema que estén capacitados para evacuar todas esas dudas. Especialistas de todos los ámbitos de la salud, incluido el mental”, agregó.
Libertad e individualismo, el discurso de los antivacunas y negacionistas
Dentro del heterogéneo grupo de no inmunizades, sin embargo, hay un sector que no actúa guiado por los temores propios de una pandemia mundial sino por cosmovisiones negacionistas/conspirativas: los antivacunas. “Este movimiento, en realidad, viene de larga data. Lo que pasa es que ahora con la pandemia se ha reavivado ya que refleja la tendencia al individualismo y al aislamiento propios de esta época”, opinó Pilar Molina, Licenciada en Psicología de la UBA.
La principal bandera de estos grupos, indicó Molina, es la libertad, “un concepto bastante complicado para el psicoanálisis”. “Freud ya decía en El malestar en la cultura que la libertad es una hostilidad contra la cultura. Es previa a la cultura. Y la pandemia en ese sentido reafirma lo mismo: la libertad radical es la locura. Esto de citar a la libertad como algo positivo, como algo a resaltar, en realidad termina siendo bastante mortífero, atrás de este impulso por la libertad Freud ubica la pulsión de muerte”, puntualizó la psicoanalista.
Entonces, “cuando uno escucha a los antivacunas retomar este concepto para argumentar la no vacunación, uno ahí tiene que sospechar un poco de esa libertad, ver de qué se trata. Porque lo cierto es que nacemos en el campo del otro y dependemos mucho del otro, entonces el discurso de la libertad --que en Argentina estuvo también muy fogoneado por algunos medios de comunicación y por sectores de la oposición-- termina teniendo más que ver con la locura, con el individualismo, con la tendencia al aislamiento”, apuntó la licenciada.
Esta libertad o “ilusión de autonomía”, coincidió Alcuaz, es “propia de la lógica del discurso capitalista que conduce a formas de rechazo, de abyección, de odio, que rompe los vínculos entre las personas, que tiende a ir en contra de un Estado de bienestar y de cualquier tipo de contrato social que permita una buena convivencia en la sociedad que habitamos”. “Son formas de agresividad y de lo que Freud llamaba la pulsión de muerte”, aseguró volviendo al concepto del padre del psicoanálisis citado por Molina.
Aunque los movimientos antivacunas son una “novedad política en Argentina”, subrayó Alcuaz, “hay un movimiento así en Europa que tiene bastante vigor y que no nace en este tiempo de pandemia. Son fenómenos colectivos que van hacia lo peor, fundados en afectos de odio, algo que Freud ha estudiado en su escrito Psicología de las masas, donde describe cómo se arman estos movimientos colectivos a través de fenómenos de contagio, de sugestión”.
Esta “opción” de libertad que defienden los sectores antivacunas, advirtió la especialista a modo de conclusión, es en verdad una “falsa opción” que desinforma, “ya que la pandemia es un asunto de salud pública”, donde el cuidado de uno mismo va a redundar en el cuidado de los demás. “Tenemos que lograr que se tome conciencia de eso”, insistió.