Medianoche en Switchgrass 4 Puntos
Midnight in the Switchgrass; Estados Unidos, 2021.
Dirección: Randall Emmett.
Guion: Alan Horsnail.
Duración: 99 minutos.
Intérpretes: Megan Fox, Bruce Willis, Emile Hirsch, Lukas Haas, Caitlin Carmichael, Olive Elise Abercrombie.
Estreno en Flow, bajo la modalidad de alquiler.
La traducción local de Midnight in the Switchgrass lleva a confusión, transformando el pastizal genérico del título original en un punto geográfico inexistente (la historia transcurre en pequeñas ciudades y pueblos de la Florida estadounidense, como Pensacola). Uno de los detalles de interés de la opera prima del experimentado productor Randall Emmett –mucho más interesante que los resultados creativos– radica en el hecho de que el rodaje no tuvo lugar en el estado sureño. sino en locaciones de Puerto Rico, en junio y julio del año pasado, y que tanto el equipo técnico como el artístico debieron enfrentar los nuevos protocolos laborales de la era covid-19. En pantalla, la historia real de un asesino serial se transforma en un derivado de sexta generación del policial genérico post El silencio de los inocentes. El encuentro casual de un viajero con el cuerpo de una de las víctimas –todas mujeres jóvenes, en su mayoría prostitutas– señala el punto de partida de una historia de policías y agentes del FBI, aunque la vida cotidiana y actividades del killer también ocupan una parte sustancial del metraje.
Glamorosa como siempre, Megan Fox le pone carne y espíritu a la empoderada investigadora Rebecca Lombardi, ocupada en proteger a las trabajadoras sexuales y obsesionada con darle caza al depredador nocturno. Su compañero es el agente Karl Helter, un Bruce Willis que, a pesar de ocupar el segundo lugar en el reparto, interpreta un personaje tan secundario que sus escasas apariciones casi podrían tildarse de cameos. Emile Hirsch es un aplicado policía local cansado de la escasa atención de la fuerza a los asesinatos de las “atorrantas”, como las llama uno de sus superiores. Y, desde luego, el camionero Peter (un Lukas Haas irreconocible), que anda haciendo de las suyas por las noches, drogando, acogotando y mutilando a sus víctimas. Con ese cuarteto de personajes como foco de atención, el guion alterna entre unos y otros de manera metódica y cansina, casi como en un procedimiento policial de rutina.
La luz de tungsteno de tonos anaranjados es la marca visual característica de la dirección de fotografía, aspecto que no hace más que restarle interés al flaco esquema narrativo. El nivel de los diálogos, varias situaciones puntuales (la escena en un bar de mala muerte da un poco de vergüenza ajena) y algunas de las actuaciones tampoco está a la altura de lo que la historia parecería requerir, cosa extraña teniendo en cuenta la experiencia del reparto. Y el film es rematado por una secuencia de suspenso climática de una torpeza poco frecuente en el cine made in USA, del presupuesto y/o ambiciones artísticas que fuere. A lo que más se parece Medianoche en Switchgrass es a uno de esos típicos productos “directo a video” de los años 90: esquemático, previsible, derivativo, eficaz en un sentido mucho menos que elemental.