Mabel Rojas, de 71 años, se dio la primera dosis de la Sputnik V el 11 de abril. No tuvo "temor ni dudas" en aplicarse este viernes la vacuna de Moderna. En lugar de esperar la segunda dosis de la rusa, prefirió "acelerar los tiempos". "Ayer debatíamos por Whats App con mis amigas y yo les decía, '¿esperar qué?' Esperando la carroza... si no sabemos si va a venir. Una me preguntó, '¿espero o no espero?' y yo le dije que no. La convencí. Me siento responsable", dice entre risas la mujer a Página/12 en las puertas de La Rural, una de las sedes en las que comenzó a concretarse la combinación de vacunas en la ciudad de Buenos Aires.
En CABA comenzaron a aplicar la vacuna de Moderna a adultos mayores que habían cumplido el plazo de tres meses desde que se vacunaron con el primer componente de Sputnik V. Los primeros 5.460 turnos para este miércoles estuvieron concentrados en las postas de La Rural y el club San Lorenzo. La otra jurisdicción que empezó con la combinación es Misiones. Le seguirán Catamarca y San Luis (sábado), Neuquén (domingo), Formosa (lunes), y Tucumán, Río Negro y la provincia de Buenos Aires (semana próxima).
Quienes se vacunaron este viernes habían recibido el formulario para hacerlo el día anterior, cuando también sacaron el turno. "Es mejor una segunda dosis de la vacuna que sea. Hay que hacerlo por nuestro beneficio, nuestra salud": así resume Oscar Cano, de 70 años, el espíritu de la jornada. El tema de la mezcla de vacunas generó un debate en la sociedad que se suma al de la vacunación en sí. "Una amiga de mi mujer me decía que esperara la Sputnik... pero seguro que en un par de días se anota", comenta Oscar.
"Muchos llegaron emocionados por poder completar el esquema, y muy pocos hicieron preguntas (acerca de la combinación) ya que se les había mandado información de la vacuna por mail", cuenta a este diario la enfermera Brenda Morales, quien estuvo trabajando en La Rural. "Se ha demostrado la eficacia de la vacuna de más del 94 por ciento al ser combinada, así que es segura. Por ende, invito a la población a que se vacune, que es la única forma de salir de la pandemia", concluye.
El vacunatorio de La Rural se montó en el pabellón Frers. Por la tarde en la puerta hay fila, pero no la conforman las personas que se acercaron con turno a vacunarse, que pasan directamente, sino otras que llegan con todo tipo de consultas. Son atendidas por los voluntarios de la campaña, con pechera verde. La espera después de la aplicación transcurre al aire libre, en unas sillas colocadas bajo unos gazebos y con una playlist rockera de fondo, que incluye a los Guns N' Roses. Al lado del vacunatorio, en el pabellón Ocre, funciona un centro de testeo. Por la salida de Plaza Italia se retiran tanto los que fueron a vacunarse como los que se hisoparon.
"Viví bien la espera; hay que aceptar las cosas como vienen, no podés adelantar lo imposible", expresa Mabel sobre el período comprendido entre la primera y la segunda dosis. Durante toda la pandemia estuvo "prácticamente encerrada" y ahora imagina el "viajecito" que va a hacer, a "cualquier lado" dentro del país.
No todos tomaron la decisión tan firmemente como ella. Sara Carziolo (66 años) y su marido iban a esperar la Sputnik por una cuestión ideológica --"creemos en el Gobierno"-- y porque le tenían una "fe" particular. "Pero después vimos que el Gobierno llamaba a vacunarse por una cuestión de seguridad para todos, ahí cambiamos de parecer y nos anotamos. Preferí asegurarme para la variante Delta", dice Sara. Tanto ella como su marido, quien la acompañó, tuvieron covid el año pasado. Su hija, de 31 años, también, y estuvo internada. Se anotaron para la segunda dosis el jueves, pero sólo a ella la convocaron. "Me discriminan por negro, peronista y kirchnerista", bromea él. Sara hace la "V" de la victoria para la foto con el certificado. Es arquitecta en obras públicas y se entusiasma con la idea de volver a salir a trabajar.
La mayoría de les consultades se basaron en la mirada de los expertos y los discursos de los funcionarios para tomar la decisión. Otros preguntaron a sus médicos de cabecera. "Le consultamos y dijo que había que vacunarse así fuera con la combinación. No le pregunté por qué porque no me interesa. Me dice que sí, le creo y listo. Es ciencia. Los que no se quieren vacunar son tipos antisociales. No podés no vacunarte, en algún momento vas a contagiar a alguien", sentencia Sergio Margulis, del brazo de su mujer, Graciela. Ambos se vacunaron con la Moderna. Ella dice: "Los que se quedan esperando corren riesgos. Y los corre todo el conjunto social".
"Soy investigador del Conicet, no del área, pero averigué con especialistas, y me quedé tranquilo de que se podía combinar", dice Pablo Canziani. "Cuando vimos que era Moderna vinimos sin dudas. No nos convence la Sinopharm, preferimos correr y darnos esta antes de darnos la que no queríamos", agrega su mujer, Mercedes Also. En los próximos días se contará con evidencia en torno al uso de la Sinopharm como segunda dosis. "Estoy más tranquila. Dejamos de ver nietos y hermanos, todo es a través de la web, y por la pantalla no es lo mismo", expresa Mercedes. Durante todo este tiempo la pareja no salió siquiera a tomar un café, y piensa que ese puede ser un modo de festejar, dentro de tres semanas, que el esquema está completo para ambos.
"Es mejor tener las dos dosis que el riesgo que pueda traer la vacuna, que es nuestro escudo", sentencia Elizabeth Rodríguez, quien como Sara tiene "temor" por el avance de la variante Delta. "No hice ninguna consulta. Tengo confianza en lo que escuché", dice Susana Ortiz, de 80 años, del brazo de su hijo Juan, quien tiene la primera dosis de la Sputnik y en su debido momento hará lo que "el Estado recomiende". Susana tiene una imagen en la cabeza: el mar. Aunque como el resto de los entrevistados es consciente de que tendrá que seguir cuidándose, la segunda dosis ya le deja espacio para los deseos.