Las mascotas podrán viajar en el subte y en los trenes de superficie acompañadas por sus dueños los fines de semana y los feriados, aunque fuera de las horas pico. Todas las formaciones de subterráneos tendrán por lo menos un vagón apto para recibir mascotas, que solo podrán viajar allí. Cada pasajero mayor de edad podrá transportar sólo una mascota y ésta debe estar "alojada en una jaula o canil debidamente cerrado y ventilado".
Lo votó este jueves la Legislatura porteña con 53 votos positivos y tres abstenciones, en un día en que perros y gatos están de suerte –anoche el Congreso prohibió las carreras de galgos.
Los bichos son una pasión porteña. En la Ciudad de Buenos Aires hay unos 430.000 perros y 250.000 gatos. Por lo menos la mitad de los hogares tienen una mascota a la que -si se cree a las encuestas- consideran parte de la familia.
El 27 de octubre el jefe de Gobierno y promotor del proyecto, Horacio Rodríguez Larreta, destacó “que tanto perros como gatos impactan de manera favorable sobre la vida de los habitantes” y defendió la iniciativa apuntando que la inclusión de las mascotas en el transporte público mejoraría “la cohabitación entre los vecinos y los perros y gatos domésticos atendiendo siempre a la tenencia responsable, evitando así riesgos para la salud y seguridad de la población", argumentó.
Una encuesta online que lanzó el gobierno porteño sobre la conveniencia o no de permitir viajes de mascotas en el subte tuvo un resultado contundente: 72 por ciento de los votantes se manifestaron a favor, frente a un 28 en contra. En total participaron 151.800 personas: 109.114 por el sí, frente a las restantes 42.686. La votación se desarrolló por Facebook y Twitter, así como por mail y la página oficial del Gobierno de la Ciudad.
Las Comisiones de Salud y Obras y Servicios Públicos de la Legislatura habían despachado el proyecto de ley de la diputada Natalia Fidel (SUMA+) "con la finalidad de brindar mejores posibilidades de movilidad a los usuarios del servicio que sean dueños de mascotas, garantizando la convivencia con el resto de los usuarios y el normal funcionamiento del servicio".
En 180 días se hará un balance sobre cómo fueron las cosas entre los pasajeros y las mascotas, y se decidirán –si fueran necesarias- modificaciones a la normativa.