Hace setenta años la Argentina tenía nueve provincias menos y La Pampa era uno de sus territorios nacionales con status diferente. Su población no podía votar presidente, gobernador, ni enviar representantes al Congreso. El 8 de agosto de 1951 Perón promulgó la ley que terminaría con esa exclusión deliberada de derechos electorales y otras limitaciones en el uso de sus propios recursos. Documentos de la época hablaban de “habitantes” y casi nunca de “ciudadanos” pampeanos. Pero Esa mujer, la mujer del célebre cuento de Rodolfo Walsh, sería artífice de una medida que acabaría con décadas de indecisiones políticas. Casi seis meses después de aprobada la provincialización, el 29 de enero de 1952, ya enferma y consumida por un cáncer, su nombre quedaría incorporado a la toponimia local. Nacía la Provincia Eva Perón. Al mismo tiempo, Chaco pasaba a llamarse Presidente Perón. En años sucesivos, Misiones (1953), Río Negro, Neuquén, Formosa, Chubut y Santa Cruz (todas en 1955) alcanzarían la misma condición. Tierra del Fuego sería la última, recién en 1990.

“Evita nunca había visitado La Pampa” cuenta José Minetto, historiador y director de Turismo de Santa Rosa. Pero sí Juan Duarte, su hermano mayor, viajante de comercio que recorría la provincia cuando se hizo amigo de Salvador Anania, antes de que fuera su primer gobernador (1953-1955). Sin proscripciones ni interventores colocados por las dictaduras, el peronismo se mantiene invicto desde entonces hasta hoy. Ganó todas las elecciones para la gobernación. De Eva Perón no quedó su nombre hecho provincia –tres años y medio duró, como su Constitución– aunque su simbología todavía recorre las dos principales ciudades: Santa Rosa y General Pico.

Cuando se llega a la capital por la ruta nacional 35 desde el norte, en camino de Córdoba a Bahía Blanca, su perfil se dibuja en la entrada. En la segunda se levanta el único monumento de La Pampa donde Perón y Evita aparecen juntos. Están sobre el célebre balcón de la liturgia justicialista ubicado en la rotonda de la calle 9. La provincia es fecunda en estatuas o monolitos que recuerdan a personajes o hechos políticos de distintas épocas. Evita no está sola.

Desde 1967, sobre la ruta N° 1 y apenas se sale de Quemú Quemú, se levantan los 42 metros de hormigón que homenajean a John Fitzgerald Kennedy. La idea de construirlo partió de un profesor del pueblo que estudió en Harvard, Fernando De María. En el cementerio de Santa Rosa se recuerda en otra obra a los caídos en la Guerra Civil Española. En la ciudad de Macachín, donde se festeja la semana vasca, no hay un monumento de granito o cemento que señalice la tragedia retratada por Picasso, pero sí un retoño del árbol de Guernica. En la capital pampeana también se destaca uno de los tantos homenajes al mate esparcidos por el país. Lo inauguraron en 1971 sobre una plaza.

La abanderada de los humildes encontró en La Pampa a una de sus aliadas más consecuentes. La diputada nacional Delia Degliuomini de Parodi. Condenada y olvidada por la historia oficial que eliminó cada rastro del Movimiento Justicialista tras el golpe del ’55, la había sucedido después de su muerte en la presidencia del Partido Peronista Femenino. Fue además la primera mujer que llegó a la vicepresidencia de la Cámara Baja como diputada por la Capital Federal. Oriunda del pueblo de Ingeniero Luiggi, al norte de la provincia, había nacido en 1913. Su historia está contada en un libro publicado en 1999 para la colección Vidas, ideas y obras de los legisladores argentinos. Lleva como título su nombre y narra la persecución que sufrió durante la autoproclamada Revolución Libertadora.

La detuvieron en su departamento de Once cuando estaba enferma. En Delia Parodi, una mujer en el Congreso, se cuenta que “fue derivada a la cárcel de mujeres que por aquel entonces estaba en Humberto Primo, en pleno barrio de San Telmo. En un principio la castigaron con 42 días completamente incomunicada. Luego integró el grupo de mujeres allí detenidas puestas bajo la custodia de monjas del Buen Pastor, en un régimen distinto al que regía en las cárceles de hombres. Esas monjas eran la figura contrapuesta a lo que generalmente se sabe en cuanto a una misión católica o cristiana. Tenían tal odio contra las políticas que les imponían condiciones infrahumanas”.

La compañera de Evita y prisionera de Rojas y Aramburu recuperó su libertad el 7 de marzo de 1958. En el libro se describe cómo fue su salida de la cárcel: “No pudo con su genio: apenas traspuesta la última puerta, pegó un grito “¡Viva Perón!” en las mismas narices de la monja cerril que corría los cerrojos”. Proscripta y exiliada en Uruguay, se sumó después a la operación por el retorno de Perón. Murió el 13 de mayo de 1991 y dejó como legado parlamentario la promoción de la primera ley del divorcio en los años ‘50. La Iglesia abjuró de ella y los cruzados de la fe hicieron lo demás. Después de bombardear la Plaza de Mayo y derrocar a Perón, la abolieron.

Hoy una calle de Santa Rosa, la escuela 250 de su pueblo y la sala de conferencias del Congreso homenajean a Parodi con su nombre. De Evita ya se sabe todo. La Pampa conserva mucho más que el recuerdo de aquella provincia naciente entre 1952 y 1955: la historia de su estrecha relación con Parodi es apenas una miscelánea.

El 8 de marzo de 2020 la provincia volvió a llamarse Eva Perón por 24 horas. En el Día Internacional de la Mujer, el gobierno local por iniciativa de su secretaría de Cultura, colocó un cartel a la vera de la ruta nacional 5 -muy cerca de Catriló – que indicaba a dónde se estaba llegando. Algunos viajeros se sorprendieron con la señalética o cuestionaron la restitución provisoria de aquella identidad perdida.

Setenta años pasaron del miércoles 8 de agosto de 1951 en que ya se advertía lo que estaba incubándose. Ese día, el ministro del Interior Angel Borlenghi les hizo “una seria advertencia a grupos políticos, capitalistas e imperialistas que tratan de crear un clima de intranquilidad en la población del país” durante una conferencia de prensa. Los medios informaban sobre la donación de 3200 cajones de carne de cordero envasada que el gobierno les donaba a las tropas de Naciones Unidas acantonadas por el conflicto bélico entre las dos Coreas. La Guerra Fría estaba en su apogeo.

Perón ganaría su reelección el 11 de noviembre del ‘51 con el 63,51 por ciento de los votos. En La Pampa la fórmula que completaba con Hortensio Quijano sacó el 74,01 por ciento. Eran los primeros comicios presidenciales en que participaban sus ciudadanos de pleno derecho. El 12 de abril de 1953 la Provincia Eva Perón eligió a su primer gobernador. Sacó el 87,92 por ciento de los votos y hubo 12,02 en blanco. Salvador Anania no terminaría bien. Sería encarcelado en 1955. Lo reemplazó el interventor Martín Garmendia mientras el general Eduardo Lonardi firmaba el decreto que desembocaría en el llamado Libro Negro de la Segunda Tiranía, la bitácora de los golpistas. Un libelo de 261 páginas que cita Walsh en Caso Satanowsky y que comenzaba con una frase presuntuosa: “Este no es un libro de historia, pero servirá para escribirla”.

 

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