Siete años. Ese es el tiempo que lleva Florencia Moreno como profesional. La tenista de 32 años siempre soñó con disputar un Juego Paralímpico y lo logró: está clasificada y lista para participar de la competencia que tendrá lugar en Tokio entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre.
Oriunda de la localidad bonaerense de Cañuelas, este año pudo retomar la actividad después de 14 meses y ya está en su mejor forma para ir por el sueño dorado. Este año se coronó campeona en el abierto de Mega Saray, en Turquía, y en singles y dobles (con la española Lola Ochoa) en el Leibnitz Open, en Austria, y en el Sirius Open, en Croacia. Además, fue finalista, nuevamente en singles y dobles con Ochoa, del certamen más importante del tenis adaptado, el Wheelchair Tennis Tournament 2021 Antalya (ITF 3), que tuvo lugar en Australia. Ubicada en el puesto número 17 del ranking mundial y una semana antes de que suba al avión que la llevará a Japón, habló con Pibas con Pelotas para compartir su historia y sus expectativas para estos Juegos.
–¿Cómo te estás preparando para los Juegos Paralímpicos?
–Todos los días me levanto pensando en qué aspectos puedo mejorar, ajustando algunas cosas para que estén mejor y, las que están bien, tratar de perfeccionarlas aún más. Esa es la vida del deportista; todos los días superarse.
–¿Los Juegos Paralímpicos son el máximo objetivo de tu carrera?
–Sí, sin dudas es el objetivo más grande. Hace cinco años que me propuse clasificarme a los Juegos y estuve trabajando muy fuerte para poder lograrlo, entonces cuando lo conseguí fue algo muy fuerte.
–En 2019 ganaste la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima. ¿Son diferentes las sensaciones cuando representás al país a cuando lo hacés en el circuito individual?
–Son cosas distintas: representar al país es algo único, es lo más lindo a lo que un deportista puede aspirar. Cuando estás en un Panamericano o en un Juego Olímpico, sos Argentina, y eso cambia mucho, el ambiente, la vestimenta... estar todo el tiempo con la ropa de la Selección, no hay nada que se pueda comparar.
–¿Cómo ves al deporte adaptado en Argentina?
–Lo veo muy bien pero creo que le falta más difusión para que puedan aparecer más deportistas en las distintas disciplinas. Creo que hoy en día hay muchos lugares del país en donde lamentablemente no llega, o solo se conocen uno o dos deportes por algún deportista famoso. También, en los últimos años gracias a las redes sociales, se está empezando a visibilizar mucho más.
–Sos número 17 del ranking mundial. ¿Podrías vivir del tenis si no contaras con la beca del ENARD y el apoyo de los sponsors?
–No, sin ellos yo no estaría jugando al tenis. Realmente es muy distinto al tenis convencional porque en el adaptado, aunque llegues a ser número uno del mundo, no podés vivir sólo del deporte, mientras que en el tenis convencional, cuando llegás a determinado ranking, sí. Para que te des una idea, por ganar un Grand Slam en tenis adaptado tu premio es un 1% de lo que gana un tenista convencional por el mismo torneo.
La vida de Florencia sufrió un cambio drástico por un accidente de tránsito en el centro de Cañuelas. Entonces tenía once años y, para salvarla, debieron amputarle la pierna derecha. “Después de eso traté de tener una vida relativamente normal pero al mismo tiempo, en algunos aspectos, no había terminado de aceptar mi discapacidad”, relata. Entre esos aspectos que le despertaban resistencia estaba la silla, el medio a través del cual hoy está a punto de competir en la máxima cita del deporte mundial: “No quería sentarme en una silla de ruedas porque sentía que no tenía una discapacidad tan grave como para hacerlo, y hoy siento que es un elemento para jugar al tenis”, comparte. En su caso, el deporte le permitió aceptar y también fue un camino de bienestar. “El tenis mejoró mi vida en muchas cosas, me ayudó personalmente y también en mi estilo de vida, que hoy es más sano y saludable, porque eso es lo que requiere ser profesional”, describe.
–¿Te acordás del primer día que fuiste a jugar al tenis?
–Fue de casualidad. Una amiga mía de Cañuelas, que también usa silla de ruedas, me comentó que había una escuela, si quería ir a probar. Dudé mucho porque nunca había jugado tenis y encima era en silla de ruedas. Fui con muchos miedos, me acuerdo de que me senté en la silla y tenía terror, dije “me voy a caer”. Hasta que probé y me di cuenta de que era diferente a la silla que la gente utiliza todos los días y que, al estar atada, tenés un poco de seguridad para no caerte. Me gustó el ambiente y en un principio arranqué despacio, una vez por semana, era como un hobby para mí. Pero con el tiempo me fui enganchando más y más hasta que quise empezar a competir, y después decidí ser profesional.
–¿Te molesta la manera en que se trata o se nombra a los deportistas adaptados?
–Me encanta que me presenten como tenista o tenista adaptada porque así siento que pude separar lo que es ser una persona con discapacidad que hace un deporte, de ser una deportista. Yo soy una deportista más allá de si uso o no una silla de ruedas.
–El deporte en muchos casos es una manera de pasar y descargar ante situaciones de la vida o en el día a día. ¿En tu caso es lo mismo?
–Sí, totalmente. Creo que para cualquier deportista al que le preguntes, es un cable a tierra, te ayuda en un montón de aspectos. Ojalá que mi ejemplo sirva para que muchos también prueben, empiecen a jugar y se convierta también en su cable a tierra.
El sueño continúa
Los primeros Juegos Paralímpicos se disputaron en 1960 en la ciudad de Roma y, si bien no son tan populares en nuestro país, Argentina estuvo presente en todas sus ediciones y ha ganado más medallas en esta competencia (31 oros, 61 platas y 64 bronces) que en los Juegos Olímpicos tradicionales (21, 25 y 28 respectivamente). La delegación que representará la bandera celeste y blanca en Tokio cuenta con 58 deportistas, 39 varones y 19 mujeres. Yanina Martínez buscará defender el oro que consiguió en Río 2016 en los 100 metros T36 y Los Murciélagos intentarán igualar o mejorar el tercer puesto de Brasil.
*Juan Manuel Álvarez Fesquet, Florencia Pereyro, Sofía Martínez, Ornella Sersale.