Desde el Ministerio de Salud de la Nación anunciaron que agosto sería “el mes de las segundas dosis”. Argentina ha inmunizado con una vacuna al 57 por ciento de su población, pero solo el 17 por ciento ha completado sus esquemas. Acceder al segundo pinchazo y contar con dos dosis, en medio del invierno y con la variante Delta que avanza en el territorio doméstico, puede hacer la diferencia. Se calcula que, aproximadamente, seis millones de personas recibieron el primer componente de la Sputnik V y aguardan por el segundo. El Centro Gamaleya ha afrontado retrasos en la elaboración y en la entrega de esta tecnología y, por este motivo, las autoridades sanitarias locales propusieron una estrategia que avanzará en varios frentes. Laboratorios Richmond prevé producir 3 millones de segundas dosis antes de fin de mes y desde Moscú llegará un millón más.

Asimismo, tras la presentación de los estudios de combinación de vacunas por parte de Carla Vizzotti, Nicolás Kreplak y Fernán Quirós, ya se enviaron los primeros turnos para que los adultos mayores y los grupos con patologías previas que lo deseen puedan recibir como segunda dosis una de Moderna o AstraZeneca. Mientras de la primera hay 1.700.000 de dosis (donadas por EEUU), de la segunda podrían llegar 3 millones y medio (elaboradas por mAbxience y distribuidas por EEUU).

“Con la combinación de vacunas como posibilidad real, más las Sputnik V que llegarán de Rusia y las que elaborará Richmond, se podrá cubrir a la totalidad de personas que recibieron la primera dosis y deberían completar sus esquemas. Lo que hay que entender es que la combinación de vacunas es más común de lo que se cree, es algo que en vacunología se hace de manera cotidiana. Se sabe que funciona muy bien, siempre que se trate de opciones cuya eficacia y cuya seguridad fueron comprobadas, como son las que estamos usando en Argentina y en muchos países del mundo”, señala Mario Lozano, virólogo del Conicet y especialista en vacunas. El principal temor era sumar efectos secundarios nocivos; sin embargo, ya verificado ese aspecto, el gobierno decidió sumar a su estrategia actual la posibilidad de intercambiar plataformas.

En el mundo

Aunque la pandemia impide una planificación con mucho tiempo de antelación, lo cierto es que Argentina no improvisa ni toma decisiones sin un estudio concienzudo de las experiencias internacionales. En esta línea, la combinación de vacunas no es algo novedoso ni mucho menos: la Oficina de Salud de Reino Unido ya deslizaba la posibilidad en un documento de principios de enero.

“En Europa, hace un tiempo, tuvieron dificultades para conseguir la vacuna de AstraZeneca, y decidieron completar los esquemas con las opciones de Pfizer o Moderna. En ese momento, ¡y algunas otras naciones realizaron estudios de intercambiabilidad. Pudieron comprobar que no había ningún inconveniente en cuanto a la seguridad que preocupara a la comunidad científica y médica. Además de ser seguras, observaron que eran inmunogénicas, y despertaban respuestas similares a los obtenidas con los modelos homólogos”, apunta Florencia Bruggesser, médica infectóloga (UBA), especialista en vigilancia epidemiológica y miembro de Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).

Desde esta perspectiva, Lozano agrega: “En la Unión Europea combinaron la de Moderna o la de Pfizer con la de AstraZeneca porque eran las que tenían en mayor cantidad. Con ello, pudieron completar el protocolo de vacunación a millones de personas. De hecho, la canciller alemana, Ángela Merkel, se inmunizó con un esquema combinado (la primera de AstraZeneca y la segunda de Moderna) para mostrarle a la población que era un método seguro y conveniente”.

Antecedentes locales

“A veces, combinar vacunas brinda mejores resultados. Si miramos con detalle las libretas sanitarias de nuestros hijos e hijas, vamos a ver que muchas de las vacunas que les damos y que poseen un refuerzo al año o a los dos años, pertenecen a diferentes laboratorios o compañías. Los protocolos combinados los utilizamos en el presente y en el pasado en una innumerable cantidad de ocasiones sin darnos cuenta”, destaca Lozano. Aunque lo habitual es que aquellas tecnologías que utilizan refuerzos inicien y completen el esquema con la misma tecnología, hay veces en que ello no sucede.

En el calendario de vacunación obligatorio establecido en Argentina hay algunos ejemplos. “La del meningococo, por ejemplo, pueden considerarse dos vacunas distintas porque se conjugan con toxinas diferentes. Luego, hay vacunas que poseen diferentes mecanismos de acción: para la del neumococo se utiliza una conjugada y los refuerzos se aplican con formulaciones polisacáridas”, explica Bruggesser. Y luego completa: “La triple viral o la doble bacteriana, por otra parte, suelen ser de distintos laboratorios pero emplean, básicamente, la misma fórmula. El asunto es que la gente se pregunta acerca de las farmacéuticas a cargo del desarrollo de las tecnologías como nunca antes”.

Y cuando la gente se pregunta, tiende a reunir información. El problema es que, en muchos casos, esa información genera más confusiones y culmina por despertar temores. “En la vacuna del Virus del Papiloma Humano, también hay laboratorios distintos que producen vacunas con componentes diversos. Siempre se recomienda utilizar la misma marca, pero cuando en el calendario se producen cambios y se compran diferentes, no hay problemas en completar los esquemas con otras”, subraya la experta. Y continúa con otro ejemplo: “Con la de la gripe, lo que se hace casi todos los años es modificar la cepa del virus que se incluye en la receta de la producción de la vacuna. Aunque no es la regla, hay muchas experiencias en las que se emplean esquemas distintos”.

Ninguna otra enfermedad empujó la producción de tantas vacunas –en tiempo récord– tan seguras y eficaces. La pandemia representa una catástrofe y, al mismo tiempo, un desafío para la ciencia y la tecnología que en este siglo XXI avanza a ritmos impensados. Los equipos científicos alrededor del mundo hacen lo mejor posible con la evidencia que tienen a disposición. Por ello, como suele expresar el biólogo molecular Ernesto Resnik: “No solo hay que analizar el riesgo que significa hacer algo (combinar vacunas), sino también hay que considerar el riesgo de no hacerlo (esperar a que haya disponibilidad de una en específico). En la emergencia, desde una perspectiva de salud pública, deben tenerse en cuenta ambas cosas”.

“Hoy lo advertimos porque ciertamente estamos muy preocupados por esta pandemia y estamos muy impulsados a conseguir toda la información posible para entender qué pasa y qué es lo que nos están ofreciendo. Está bien que nos preocupemos, pero también es bueno desdramatizar un poco. El único drama real es la gente que se muere infectada por covid”, plantea Lozano.

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