La crisis tocó la puerta del Barsa y la dejaron pasar. Y fue justamente su presidente, Joan Laporta, la porta que se abrió para que Messi se fuera del club. A diferencia de los anteriores presidentes del club que pasaban horas contando los millones de dólares que entraban a las arcas de la institución, a Laporta lo único que le queda es pasar la gorra en La Rambla catalana para llegar a fin de mes. “¡Un euro por el amor de Dios, para pagarle al DT Koeman!“, se lo escuchó pregonar, poco después del 3-0 a la Juventus. Un día antes había llamado al presidente de Gimnasia y Esgrima La Plata para preguntarle si aceptaba canjearle al Pulga Rodríguez por 20 camisetas con el nombre de Messi estampado en la espalda que ya no usaría. “¡Necesitamos seguir teniendo algún Pulga en el equipo, joder! Nos gustaba eso de tener a una sola pulga entre tantos perros”, se justificaba.
Nuestro corresponsal argentino en Barcelona nos referencia que vio a otro poderoso personaje pidiendo limosna en las calles. Un tal Jordi Pérez. ¿Qué quién es este buen señor? Un empresario catalán de la industria láctea que hipotecó su fábrica y una abundante herencia familiar para pagar los costos de producción de una costosísima campaña publicitaria con la imagen de Messi. Al enterarse de la partida del astro hacia el PSG, cayó en la cuenta de que su marca de lácteos no venderá ni un vasito de yogurt. Y quebrará. “Mala leche”, se dijo. Y por eso, para reponerse de tal colapso financiero, en la actualidad puede vérselo repartiendo estampitas de San Lionel de los Milagros en la terminal de ómnibus de Barcelona a cambio de una moneda de 2 euros, aunque también acepta las de 50 centavos. Y hasta patacones y lecops argentinos.
El sábado pasado, en conferencia de prensa, Laporta dijo que no podía poner en riesgo las finanzas del club firmando un contrato multimillonario. Resulta que habían acordado inicialmente un contrato de dos años que se pagaría durante un período de cinco años. Luego, las cosas no mejoraron y le propuso a Messi un contrato de dos años que se pagaría en siete. Después otro de 15 años que se pagaría en 60 meses. Y finalmente, después de contar las monedas que le quedaban en el fondo de la caja fuerte, Laporta le propuso firmar un contrato por 30 días a pagar en 50 años. Y ahí fue que Lío no aceptó. Y se fue al PSG. Cambió el Montjuic por la Tour Eiffel y el Camp Nou por los Champs Elysees.
Mientras tanto, Laporta seguirá dirigiendo un club con un presupuesto más bajo que el propio Messi. Elevará a los directivos de la Eurocopa un pedido para evitar jugar más partidos en horarios nocturnos al solo efecto de ahorrar luz. Aceptará a todos los nuevos sponsors que surjan (De Argentina ya se anotaron para aparecer en la camiseta “Biscochos Don Guillermo” y un puesto de venta de artesanías de Plaza Francia). E intentará vender un par de Copas de Oro a “Leiva Joyas”. Todo suma para soportar esta… esta…no puedo terminar la nota… ¿Alguien sabe cómo se dice “mishiadura” en catalán?