Jorge Taiana y Juan Zabaleta juraron ayer como ministros de Defensa y Desarrollo Social. Sus dos antecesores, Agustín Rossi y Daniel Arroyo, están en campaña, en circunstancias diferentes: clásica lista única en Buenos Aires, PASO picante en Santa Fe.
Ambos participaron de la ceremonia en la Casa Rosada, recibieron sendos mimos del Presidente. Los merecen, tal vez lo necesitaba más el Chivo Rossi quien –según sus palabras— supo a través de los medios que debía renunciar tras presentarse a las Primarias.
Daniel Arroyo tenía disposición para dejar la cartera de Desarrollo y volver al Congreso. Desempeñó gran tarea en una etapa extenuante. Le atrae transitar ahora hacia la labor legislativa que conoce también. Está convencido de que se avecinan debates sobre reformas profundas que pasarán por el Congreso. Lo despidieron con agradecimiento dirigentes de movimientos populares con quienes compartió la gestión alternando lógicos acuerdos y divergencias. Los oradores en el acto que cerró la imponente movilización iniciada en San Cayetano lo elogiaron lo que no borra las diferencias que existieron pero da cuenta del modo en que las tramitaron y a menudo resolvieron.
Aunque Arroyo no lo cuestione tiene gusto a poco su duodécimo lugar en la lista de diputados bonaerenses. Merecía un espacio mayor. Lo conseguirá en la Cámara y en el recinto donde esos precedentes cuentan poco.
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Agustín Rossi se fue de Defensa reconocido por los cuadros militares y quienes lo acompañaron en el Gabinete desde 2019. Emprende una interna difícil contra la lista del gobernador Omar Perotti. Lo entusiasmaron desde la Casa de Gobierno, lo midieron junto a la vicegobernadora Alejandra Rodenas. A última hora del estresante cierre de listas Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se volcaron a una lista de unidad con Perotti. Rossi decidió mantenerse en la competencia. Tal vez faltó un mensaje personal del Presidente para disuadirlo, tal vez todo estaba jugado en los tramos finales.
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Tienta trazar un hipotético paralelo entre el candidato no obediente Rossi y quien lo sucede. Años atrás Taiana dejó la Cancillería tras discusiones duras con la entonces presidenta Cristina. Esta le reprochó falta de compromiso, el ministro renunció. El sinsabor no derivó en despecho, Taiana siguió apoyando al proyecto kirchnerista. No se encaprichó ni acunó un rencor insidioso como, por ejemplo, el exministro Florencio Randazzo. No se cambió de bando, no inventó motivos para pelearse.
Tras muchas peripecias, incluyendo la derrota electoral en 2015, Taiana y Cristina anticiparon el reflujo de la unidad peronista cuando confluyeron en los comicios para senadores bonaerenses de 2017. Las trayectorias, antes que las contingencias, definen a los cuadros políticos. La de Taiana --preso político durante toda la dictadura, funcionario de primer nivel, coherente toda una vida-- dificultó las críticas de los medios dominantes a su nombramiento. Debieron echar mano a episodios menores, a mentiras sobre el pasado remoto. O a endilgarle condición de “ultra K”, una falacia que se desmiente líneas arriba.
Rossi fue un jefe de bloque de Champions League, un funcionario que funciona y es un dirigente-militante como hay pocos. Su compromiso seguirá en pie más allá de la suerte que tenga en las elecciones. Tiene buenas chances, describen propios y ajenos, pero los pronósticos son prematuros y nada está resuelto hasta que se cuente el último voto.
Si llega al Senado Rossi será un león. Si queda en el camino, el oficialismo deberá encontrarle un espacio a su altura, en su momento.
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Zabaleta es el tercer intendente que AF integra al Gabinete. Gabriel Katopodis arrancó en 2019, Jorge Ferraresi se sumó después. En un elenco oficial de rendimiento muy desparejo los exalcaldes son descriptos como productivos, presentes, caminadores del territorio. Así los pintan sus contrapartes provinciales, los intendentes, empresarios, referentes sociales, dirigentes sindicales vinculados a la obra pública o la construcción. Las intendencias formatean funcionarios vivaces, capaces de escuchar, poner el cuerpo, meter los pies en el barro.
“Juanchi” pertenece a una generación distinta a la de Taiana, otro fue su recorrido ideológico. Se ganó la confianza del Presidente y le toca un ministerio crucial. Conservará la estructura que dejó Arroyo, que implica compartir espacios con referentes de movimientos sociales. Un collage, típico de una coalición…. a veces armoniza, a veces el mosaico complica la tarea común.
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Arroyo arrancó con la Tarjeta Alimentar una iniciativa sensata y amplia que mejora las cobertura social de las familias. La medida tenía objetivos complementarios y valiosos, como mejorar los hábitos alimenticios de las familias. La doble crisis, sanitaria y económica, desbarató dicho intento.
Desde entonces la desigualdad social se agravó. Creció el rol de los movimientos populares para atender necesidades colectivas, servir de contención, promover formas alternativas de producción. La presencia de sus cuadros en el Ejecutivo es otro dato de cambio cualitativo.
La movilización del 7 de agosto resaltó el camino recorrido. El crecimiento de las organizaciones sociales, el correlativo aumento del protagonismo de las mujeres.
A esta altura solo una derecha necia o ignorante niega que toda la clase trabajadora labura y se desloma. Un tercio o algo así con derechos sindicales y a veces salarios dignos. Otros dos tercios en condiciones más duras. Muchas y muchos trabajan sin recibir pagos. Muchos flotan en la línea de subsistencia o por debajo.
La resurrección del estado benefactor, tal como se conoció, es una meta inaccesible en el mediano plazo, acaso mítica. Hay millones de excluidos o sub ocupados o changuistas intermitentes. No es imaginable revertir esa situación con las herramientas actuales aunque la Argentina creciera al 7 por ciento durante muchos años, Una meta deseable, acaso inaccesible.
El amplio piso de protección social que dejaron los tres gobiernos kirchneristas reconoció la necesidad de nuevas instituciones. Citamos algunas: jubilaciones para amas de casa, o para trabajadores sin aportes suficientes. O la Asignación Universal por Hijo. Seguramente es hora de imaginar nuevas herramientas, de extensión universal o aunque sea para colectivos sociales tan amplios como desvalidos.
La labor, claro, desafía a todo el Gobierno. Las restricciones económicas son severas, están entre las más graves de la historia.
No alcanza el valioso mix de instrumentos que utiliza el oficialismo –desde la reapertura de convenciones colectivas, hasta el abanico de programas de empleo o de salario social-- por dar apenas unos ejemplos entre decenas.
Una vez pasadas las elecciones, opina sin originalidad este cronista, se deberá pensar cómo enriquecer la rica tradición institucional del peronismo con medidas novedosas, entre las que resalta alguna de las variantes de Salario Universal que se están debatiendo. El modo de financiarlos es parte del desafío histórico. La necesidad, pensamos, es indiscutible.