Cooperativas de pesca artesanal de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires organizaron en la plaza del Congreso un Pescadazo, para visibilizar los problemas que están sufriendo por la bajante del río Paraná.
”Venimos a pedir al Estado asistencia para poder vender nuestra pesca directamente al público. Hoy dependemos de que nuestra producción la compren frigoríficos exportadores, que nos pagan entre 25 y 30 pesos el kilo. Con esos precios, sumado a que la pesca cayó por la bajante, no podemos sobrevivir”, señaló José Ramírez, integrante de una de las cooperativas.
En la feria las cooperativas ofrecieron pescados de río a precios rebajados: sábalo y bagre a $150 el kilo, patí a $180, boga a $240 y dorado a $150 pesos. En todos los casos a menos de la mitad del valor que tiene en los comercios porteños. Por eso se formaron largas filas en los puestos.
Los pescadores están organizados en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular y ya han venido en otras oportunidades a la Ciudad de Buenos Aires a mostrar su capacidad productiva. En esas oportunidades plantearon que tienen dificultades en algunos lugares porque no los autorizan a pescar y, de manera más general, por carecer de autonomía económica.
Rafael Klejzer, del Movimiento Popular La Dignidad, señaló que no quieren asistencia en términos de subsidios de trabajo, sino equipamiento y una regulación que les permita trabajar y sostenerse económicamente.
De la protesta participaron cooperativas de Santa Fe, San Pedro, Baradero, Villa Constitución y Villa Gobernador Gálvez.
Ramírez señaló que durante los años del macrismo "los pequeños productores, los pescadores artesanales, fuimos abandonados por la política, una crisis que se profundizó con la aparición de la pandemia de Covid-19".
La situación se agravó con "los continuos incendios que se registran en la zona costera del Paraná y la histórica bajante del río, han generado una de las crisis más grandes que se recuerden para la pesca artesanal".
"Es necesario que se instrumenten de inmediato políticas públicas que contemplen las necesidades de los pescadores artesanales, ya que esta situación no solo afecta al presente, sino que tendrá graves consecuencias en los próximos dos años", alertó.
El río Paraná atraviesa una bajante extraordinaria que afecta la vida ambiental, social y económica de las ciudades ubicadas en las orillas. La altura promedio del agua es de 3,10 metros, pero en estos días, el río presentó en la capital entrerriana una altura de -26 centímetros la peor situación hídrica detectada desde 1944.
Durante la jornada los pescadores tienen previsto reunirse con legisladores para ponerlos al tanto de la situación del sector.
Se estima que en toda la cuenca del Paraná hay entre 7500 y 10.000 pescadores. Un amplio sector trabaja a destajo, es decir que vende lo que pesque sin ningún tipo de relación laboral con los frigoríficos. Es decir que aunque están insertos dentro de una cadena de valor que puede terminar en el mercado de exportación, permanecen en la informalidad, porque no son incorporados a la estructura de esas empresas o porque como emprendimientos no tienen fuerza para defender mejores precios de venta.