Mientras algunxs se escandalizaban por la licitación para la compra de penes de madera, el 21 de julio pasaba un tanto inadvertido en los medios -aunque celebrado por muchxs- el anuncio del Presidente Alberto Fernández acerca de la puesta en marcha del Documento Nacional de Identidad (DNI) para las personas no binarias, incorporando la nomenclatura “X” como opción a la hora de consignar el género.

Tanto la decisión ministerial de la compra de materiales para actividades destinadas a la prevención de enfermedades de transmisión genital y/o a la promoción de prácticas de cuidado evidencia la producción como la definición del Ejecutivo respecto del DNI forman parte de una serie de acciones que no sólo se dirigen a la efectivización de normativas vigentes en materia de derechos sexuales para que no queden en letras muertas ni en consensos logrados que dejen en la tranquilidad de lo políticamente correcto, sino que materializan políticas públicas dirigidas a la toma de decisiones autónomas sobre los propios cuerpos, a restituir y garantizar el derecho a la identidad sexo-genérica.

Lo que llama la atención o no tanto son las reconfiguraciones de las argumentaciones conservadoras, que no demoran ni un segundo en malentonarse cada vez que se conoce una noticia que expone una medida institucional/gubernamental que profundiza los derechos conquistados. Las reacciones que, lejos de oler a naftalina, se re-editan en fragancias aggiornadas que actualizan maniobras anquilosadas de construcción de sentido común, que mezclan toda una serie de cuestiones de forma desarticulada e incoherente, pero que permean hábilmente el tejido social.

Los penes de madera se utilizan para la educación sexual hace años, y también hace años que generan reacciones disparatadas. Incluso hace años se piensa en la necesidad de contar con vulvas, con remarcar la importancia de la no estandarización de sus formas y dar cuenta de la diversidad no binaria. El debate nos muestra entonces que mientras hay posiciones que buscan ampliar los derechos sexuales, otras posiciones –las conservadoras- apelan a la noción de educación sexual como fórmula que clausura cualquier posibilidad real de crear condiciones concretas de aprendizajes sobre la sexualidad.

¿Qué asusta de estos temas? Cuando ampliamos la mirada, y situamos estos temas en América Latina, resuenan también las voces de los grupos conservadores-antiderechos frente a la implementación de la educación sexual integral en la región. Lo que queda en evidencia que lo que asusta o molesta de estos temas es el alcance profundo que estos proyectos tienen de reponer justicia sexual–social.

En Argentina, la ESI como política pública es referente en la región. Se destaca en esta jerarquización la trama normativa en la que se inscribe, y cómo la ampliación de derechos habilita una ciudadanía sexual más inclusiva. En este contexto, la ESI se vuelve una necesidad. En primer lugar, porque construye una propuesta educativa que permite conocer los derechos. En segundo lugar, porque potencia la posibilidad de autonomía. Y en tercer lugar, porque habilita la configuración colectiva.

La tradición emancipadora que tiene la ESI aloja una historia, diferentes espacios y grupos que pusieron en jaque las miradas restrictivas/expulsivas. Hoy el desafío es seguir acrecentando conocimientos, experiencias y territorizando esos saberes. La apuesta por la formación docente, la capacitación a la comunidad educativa es clave para continuar construyendo modos potentes para defender, sostener y estirar las fronteras de lo logrado. En esa dirección, la Diplomatura en extensión en ESI que dictamos en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) en la Universidad de Buenos Aires (UBA), busca construir al debate público argumentos que extiendan la democratización. En esta tercera cohorte nos desafía la oportunidad de imaginar colectivamente la ESI, tejer una trama entre quienes seamos parte andamiantando lo producido y lo que esté por venir.

*Paula Fainsod y Jésica Baez, docentes e investigadoras, integrantes del Equipo Mariposas Mirabal de la FFyL (UBA). Coordinadoras de la Diplomatura en Extensión en ESI.