Trece policías de Córdoba irán a juicio oral por el homicidio de Valentino Blas Correas, de 17 años, quien fue baleado el 6 de agosto de 2020, sin motivo, cuando el auto en el que iba pasó por un control policial de rutina. Soledad Laciar, la mamá del joven, le dijo a Página/12 que aunque se avanzó en la causa sigue sosteniendo que “hay responsabilidades más arriba, por el funcionamiento de una policía que amenaza a los chicos, que les dice que hagan lo que les ordena porque si no le van a ponerles drogas” para acusarlos y llevarlos presos. 

Laciar hizo responsable al gobierno provincial y en especial al ministro de Seguridad, Alfonso Mosquera, quien “a pesar de todo lo que pasa, nunca da ninguna explicación de nada”. En el escrito de elevación a juicio, los principales imputados son los policías

Lucas Damián Gómez, de 35 años, autor del disparo mortal, y Javier Catriel Alarcón, 31 años, quien lo acompañaba esa noche y que también disparó contra el automóvil,, pero sus disparos no hicieron a nadie de pura casualidad.

Los dos policías están imputados como “coautores penalmente responsables de los delitos de homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de su función por un miembro de las fuerzas policiales y homicidio agravado por el empleo de armas de fuego”. El fiscal Alberto Mana los imputó también por homicidio “en grado de tentativa en cuatro hechos”, por el riesgo que corrieron por la balacera los chicos que iban en el mismo automóvil. .

Los otros imputados por encubrimiento agravado son la oficial ayudante Yamila Florencia Martínez (23), la agente Wanda Micaela Esquivel (32), el subcomisario Sergio Alejandro González (42), el comisario inspector Jorge Ariel Galleguillo (44), el subcomisario Enzo Gustavo Quiroga (34), el comisario inspector Walter Eduardo Soria (43), el agente Rodrigo Emanuel Toloza (25), el cabo Leonardo Alejandro Martínez (27), el cabo Leandro Alexis Quevedo (29), el oficial ayudante Ezequiel Agustín Velez (23), y el comisario Juan Antonio Gatica (44 años).

La madre del chico asesinado, le dijo a este diario que “luego del crimen inexplicable de mi hijo, empecé a tomar conocimiento de todo lo que ocurre en la provincia, con chicos que son maltratados por la policía, que los amenazan con armarles causas, son casos que a veces no llegan a la gravedad de lo que pasó con Blas, pero que marcan la impunidad con la que se maneja la fuerza de seguridad”. Agregó que el gobierno provincial “sabe muy bien lo que está ocurriendo, pero no hace nada, absolutamente nada para ponerle fin a esta situación”.

Cuando ocurrió el asesinato de su hijo, Soledad Laciar estaba embarazada. Después del nacimiento de su beba tomó “el compromiso de luchar, no solo por Blas, sino por un montón de pibes invisibilizados en causas en las que ni siquiera hay un solo imputado”. Comentó que desde hace un año “tengo conocimiento de que me están investigando, que tengo el teléfono intervenido, pero no van a encontrar nada, porque solo soy una mamá que va a seguir pidiendo justicia”.

Se definió como “una mujer de clase media, trabajadora, que un día saludó a su hijo que salía de su casa y al otro día se lo trajeron muerto”. Insistió en que, hasta hoy, “del gobierno no he tenido ninguna explicación de lo que fue un crimen de Estado”. Concluyó que “lo que me queda es luchar, para no quedarme en mi casa solo a llorar”.

Los dos cabos imputados por el homicidio, dispararon sus armas reglamentarias contra el Fiat Argo de color blanco, en el que iban los cinco chicos, cuando apenas había cruzado sin detenerse en un control policial de rutina, en el centro de la capital provincial. Los policías acusados de encubrimiento tuvieron la intención de simular un procedimiento ante la supuesta presencia de un delito que nunca existió.

Al comienzo, algunas versiones periodísticas, citando fuentes policiales, habían señalado la vieja excusa del presunto “enfrentamiento” y hasta el hallazgo de un arma arrojada a la calle por los chicos. “Lo único que habían hecho era juntarse en un bar a comer pizza”, declaró a los medios de Córdoba Blas Correas, el papá de Valentino.

Al declarar en la causa, los chicos que iban en el auto, dijeron que al principio pensaron que eran “piedras” las que tiraban los policías. Una de las chicas se dio cuenta de lo ocurrido cuando Valentino Blas Correas le dijo: “Llevame al hospital”.