Para Maitena, “nada más lindo que hacer reír, y Pepita lo logra con frescura. Sale victoriosa de sus fuertes influencias y es ella misma: inocente, expresiva y adorable”. Para Tute, “su humor es sencillo como un sándwich, valioso como una pepita”. “Estos dibujos son, como diría Wittgenstein, ‘una cachetada inefable y certera a la sumatoria de arquetipos con los que uno se cruza en la sociedad contemporánea’. Mentira, Wittgenstein no dijo eso, nunca lo leí, pero quería quedar inteligente. Eh… ¡Sos una genia, Pepita!”, anota Liniers. Valiosos ganchos de las huestes del humor gráfico que dan su “me gusta” a Pepita Sandwich, ilustradora local. Dueña de ocurrentes y confesionales remates que resuenan fuerte entre los más de 45 mil seguidores de su cuenta Instagram, del tipo: “Me gustaría saber tanto de historia como sé de las Kardashian”; “Si mi vida fuera un programa de tele se llamaría ‘Bailando por no tener sueño’”; “Prefiero darme por vencida antes de empezar la semana”; “Iba a hacer ejercicio, pero prefiero atrofiarme”…
Frases que dan en la tecla (del celu), y a las con la edición de Diario de Super-Vivencia (Sudamericana), su primer libro, se suman otras ingeniosidades como “Mi deporte preferido es navegar en Internet” o “Hagamos las cosas como Google manda”. Además de simpáticas listas que Pepita confecciona sobre cuanto tópico venga a la mente, chanceros stickers que invitan al cut & paste y otras agraciadas bondades que incluye el monono tomo. Obra y (mucha) gracia de esta muchacha insumisa (aunque ¡agotada!), tan adicta al celular como a las harinas, crédula de algún poder (ser, por caso, vidente natural), que habla de las verdades/consecuencias de los digitales tiempos que corren; con sardónica mirada, sí, aunque no logre separar los ojos de la web.
Por lo demás, vale aclarar que Pepita es, en realidad, Josefina Guarracino; que además de dibujante, es diseñadora de indumentaria y textil (UBA), ganó una beca para estudiar fotografía en el Instituto Europeo di Design de Milán, realizó cursos de ilustración en Central Saint Martins, en Londres, y en School of Visual Arts, Nueva York. Nutrida hoja de ruta que no quita un sueño pendiente, vigente: querer ser dueña de un parque de diversiones.