LA NUBE 6 PUNTOS

La nuée/The Swarm, Francia, 2020

Dirección: Just Philippot

Guion: Franck Victor, sobre idea original de Jérôme Genevray

Duración: 101 minutos

Intérpretes: Suliane Brahim, Marie Narbonne, Sofian Khammes, Raphael Romand

Estreno en Netflix.

Hay un cine “de terror” que se aparta tanto del mainstream genérico que la propia categoría se utiliza solo a falta de una más pertinente. Son películas que no buscan dar miedo ni generar climas pesadillescos, y que hallan monstruos no en el mundo de lo sobrenatural, sino en el de todos los días. En ellos, lo que está fuera de lo “normal” se presenta como prolongación de lo cotidiano. Al descubrir que está embarazada, la protagonista de Swallow (2020), muy “bien” casada, comienza a engullir tachuelas, pilas y clavos. En la argentina Los que vuelven (2020), yerbateros misioneros vuelven a la vida para vénganse de sus patrones, animados por una entidad sobrenatural. Dado que el padre es dueño de una funeraria, la disfuncional familia tipo que protagoniza el film homónimo (2021) convive cotidianamente con los muertos. Pero no esos que fueron enterrados para siempre. Y en la exitosa ¡Huye!, ¿no se comportaban acaso los ricachones blancos como algo más siniestro que simples racistas?

La francesa La nube es, de todas, la que parte de una anécdota y un tono más marcadamente realistas. Virginie Hébrard, viuda joven (Sulian Brahim) y con dos hijxs, vive apartada en medio del campo, dedicada a la cría y venta de saltamontes. Insectos a partir de los cuales se produce harina. Como toda mujer sola Virginie se enfrenta con los misóginos de rigor, que no escasean en zonas rurales. Se enfrenta también con su hija adolescente, Laura (Marie Narbonne), que como buena adolescente reprocha a la madre que insista con el negocio y, en verdad, que exista, casi. Pero el principal problema de Virginie es que lo que en México llaman “chapulines” no están mostrando la salud necesaria para sacar provecho de ellos. Hasta que una herida casual le hace ver que a los pequeños saltamontes, que deberían ser herbívoros, la hemoglobina les sienta bien. Y se sabe que estos son bichos voraces. Será cuestión de darles su plato favorito, en cantidad.

A partir de una mosca, David Cronenberg derivó a una tragedia, con un héroe convertido en una catástrofe interespecies. No sucede lo mismo en La nube, una película irreprochable, seria, creíble en su costado realista, sobriamente actuada, espléndidamente fotografiada y dirigida con criterio por el realizador Just Philippot. El problema se presenta a partir del descubrimiento de la particular costumbre alimenticia de los ortópteros, y de la perversa opción de alimentarlos, cuando la fábula debería derrapar a la locura, lo anómalo, lo siniestro. Esto sucede, sí, en dos o tres muy buenas escenas, sobre todo una éticamente brutal. Pero se trata de puntuaciones. En líneas generales Philippot parecería querer mantener el relato dentro de las coordenadas del realismo dramático, cuando lo que importa aquí no es lo real en sí, sino el modo en que lo real va siendo carcomido por lo monstruoso.