"La Argentina es particularmente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático dado que posee zonas costeras bajas, zonas áridas y semiáridas, zonas con cobertura forestal y zonas expuestas al deterioro forestal, zonas propensas a los desastres, zonas expuestas a la sequía y desertificación y zonas de ecosistemas frágiles, incluidos ecosistemas montañosos".
La descripción anterior forma parte del reporte elaborado por la actual conducción del Ministerio de Ambiente con motivo de la profundización del compromiso en materia de reducción de emisiones de gases efecto invernadero por parte de la Argentina.
Esta información completa el cuadro de alarma global presentado días atrás por el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, que advirtió que el planeta alcanzará un aumento de 1,5°C en su temperatura con respecto a la era preindustrial una década antes de lo estimado. Incluso antes de 2050 se llegaría a la suba de 2 grados si no se reducen drásticamente las emisiones.
Desde 1960
Hay fenómenos ambientales adversos que ya son una realidad en el territorio nacional, como lo demuestra la bajante histórica del Paraná o los incendios forestales masivos.
El informe profundiza la descripción de las transformaciones que se verifican desde 1960. "Se observaron cambios en el este y en el norte del país con respecto a la frecuencia de temperaturas extremas, menores heladas y mayor frecuencia de las olas de calor. A su vez, la cantidad de días al año con olas de calor se duplicó, en particular en las regiones próximas a la ciudad de Buenos Aires", indica.
También destaca que "se observaron aumentos en la precipitación media anual para la mayor parte del territorio. Este cambio trajo importantes consecuencias en el balance hídrico y la hidrología. En el este y centro de la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y sur de Corrientes, numerosos campos se han transformado en lagunas permanentes y espejos de agua, tales como las lagunas de Mar Chiquita en Córdoba y de la Picasa en Santa Fe, las cuales aumentaron considerablemente su superficie".
"Por el contrario, sobre los Andes patagónicos se observó una variación negativa en la precipitación media anual. Las tendencias de los caudales de algunos ríos en el norte de Mendoza y en San Juan parecen indicar menores precipitaciones en sus altas cuencas sobre la Cordillera. Hubo un aumento en la frecuencia e intensidad de precipitaciones extremas en gran parte del país, registrándose mayores valores en el Litoral húmedo. Esto se tradujo en inundaciones más frecuentes, influenciado también por una inapropiada ocupación y uso del suelo", continúa el documento.
También advierte que "en el oeste y más notoriamente en el norte los períodos secos de invierno se han hecho más largos. Esto ha generado problemas en la disponibilidad de agua para algunas poblaciones y para la actividad ganadera, creando condiciones más favorables para incendios de pastizales y bosques".
A futuro
*Noroeste: mayor dificultad en el acceso al agua en algunas poblaciones, impactos por inundación y contaminación del agua de consumo, incremento de olas de calor, aumento de condiciones para incendios forestales, rurales y de pastizales y mayor estrés en el ganado y aumento en la aparición de plagas agrícolas. Aceleración de los procesos de desertificación, impactos adversos en la actividad turística y retracción de glaciares de escombros.
*Noreste: alto riesgo de transmisión de enfermedades como dengue y fiebre amarilla, inundaciones y anegamientos, aumento de precipitaciones, bajantes extraordinarias de los ríos que provocan inconvenientes en la provisión de agua potable, pérdidas en cultivos en general, tales como soja, girasol, algodón, maíz, trigo y arroz, y el aumento de plagas agrícolas, aumento de periodos de extrema sequía con mortandad de animales.
*Cuyo: aumento y prolongación de los periodos de escasez hídrica, restricciones en la disponibilidad de agua para el riego olivícola, vitivinícola y frutihortícola, aumento de periodos de extrema sequía, aumento de aluviones regionales.
*Patagonia: reducción de caudales de ríos y la disminución de la disponibilidad de agua, ascenso del nivel del mar en zonas costeras, mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos, deshielos tempranos, impactos negativos en las actividades turísticas de montaña e invierno, condiciones favorables para el desarrollo de incendios forestales.
*Centro: aumento de la frecuencia y duración de las olas de calor, presiones incrementales en la infraestructura existente, por ejemplo, en la limitación de la distribución eléctrica en momentos de alta demanda, pérdidas en la actividad agrícola ganadera por inundación o sequía, afectaciones ecológicas, turísticas, residenciales y de infraestructura por erosión costera y aumento del nivel del mar, daños incrementales en la infraestructura y en viviendas ubicadas en zonas bajas e inundables por precipitaciones extremas de corta duración.