Frente al pedido de especialistas de los sectores de la salud y el ambiente, el ministro de Salud de la provincia, Juan José Esteban, afirmó ante Salta/12 que las magdalenas a base de soja que fueron promocionadas por el gobierno provincial fueron puestas a consideración de distintas entidades científicas.
“Los muffins surgen de los ministerios de la Producción (y Desarrollo Sustentable) y de Desarrollo Social en un trabajo conjunto”, indicó el titular de la cartera sanitaria. No obstante, dijo que como respuesta al pedido de que se retire el alimento como una alternativa para combatir la desnutrición “decidimos darle participación a las sociedades científicas para estudiar la composición” de estas magdalenas “de tal manera de que si lo vamos a dar, tengan en todo caso su aprobación”.
Al ser consultado sobre la participación que debería haber tenido en este caso en particular la cartera sanitaria antes de que el alimento sea testeado en la población infantil del municipio de Santa Victoria Este, en el departamento Rivadavia, Esteban respondió: “Yo asumí después” de que se iniciaron las pruebas.
La nota fue elevada el 2 de agosto pasado por la Red Universitaria de Ambiente y Salud/Médicos de Pueblos Fumigados, la Federación de Profesionales de la Salud (FESPROSA), la organización Naturaleza de Derechos y el Colectivo Sanitario Andrés Carrasco, entre otros, ante los ministros de Salud de Salta, Juan José Esteban, y de Buenos Aires, Nicolas Kreplak. En la misiva se exhortó al retiro del “suplemento nutricional para desnutridos a base de soja”. El insumo fue “testeado en niños y niñas del Pueblo Wichí que padecen la desnutrición y residen en jurisdicción del municipio de Santa Victoria Este”.
Fuentes del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires dijeron a Salta/12 que el alimento en cuestión se encuentra en manos del Ministerio de Desarrollo Agrario “a la espera de su aprobación”. No obstante, algunos medios de comunicación aseguraron que el alimento ya había sido aprobado, tras haber pasado el testeo en Salta.
Por su parte, las fuentes sanitarias entendieron que “los ingredientes” que componen estas magdalenas “ninguno está por encima de los límites aprobados por las autoridades regulatorias correspondiente”. Sin embargo, sostuvieron que desde “la cartera sanitaria no promovemos el consumo de esos alimentos. Pero no hay nada para impedir su comercialización o consumo”. Añadieron que pese a todo esto, se están realizando reuniones para tratar el tema, pero sin ninguna conclusión aún sobre el particular.
Mientras, Julio Díaz, el cacique de Alto La Sierra, en donde la magdalena fue “testeado” en 30 niños y niñas wichí, afirmó que a ellos no se les dijo ni se les preguntó nada sobre la disposición de este alimento.
Un remedio o un remiendo
La carrera por elaborar “comida para pobres” (para citar a la nutricionista y doctora honoris causa en tres universidades nacionales, Miryam Gorban) tiene más de un antecedente y seguramente en esta crónica varios serán pasados por alto.
Gorban fue quien recordó el impulso de consumo de soja durante la presidencia de Eduardo Duhalde, tras la crisis del 2001. Incluso algunos recordarán como en Salta el cuerpo estudiantil, egresado y licenciado en nutrición, llevaba recetas de comidas con dicho cereal a distintos lugares con el fin de incentivar el consumo. Gorban señaló que luego un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) cuestionó este “alimento” por los problemas hormonales que podía causar a futuro.
El cuestionamiento a la soja no solo es sobre su calidad como alimento. Ahora se suma (según Gorban, en el 2000 aún no sucedía), la manipulación genética para hacerla resistente a los agrotóxicos. Pero la legumbre es además el símbolo que representa al agronegocio, la concentración de tierras y sus consecuentes conflictos con el recurrente desalojo de comunidades originarias y campesinas, el desmonte, y el atentado a la soberanía alimentaria.
Incluso estas son las causas que se atribuyen en el panorama más amplio a la situación de pueblos indígenas en general, y del norte salteño en particular, despojados de sus tierras, su forma de vida, y también, de su descendencia afectada por muertes relacionadas a la desnutrición. De allí que el hecho de que el “alimento” para superar la desnutrición haya sido “testeado” en niños wichí es interpretado cuanto menos como tragedia o “cinismo”, como lo calificó el fundador de Médicos de Pueblos Fumigados, Medardo Avila Vázquez.
Otro ejemplo que se recordó en Salta fue cuando durante el gobierno provincial de Juan Carlos Romero (actualmente senador nacional), a finales de los ’90, se promocionó la compra de productos deshidratados para repartir en los comedores escolares de los establecimientos públicos de la provincia, y otorgarlos como comida al alumnado. Solo algunos de los consultados pudieron dar unas pocas referencias al respecto, pero todos concidieron que al igual que en esta oportunidad no se le dio participación al ministerio de Salud.