“El gobierno mantiene un discurso confrontativo pero a la vez cumple con sus obligaciones, con lo cual solo recibe los costos y ninguno de los beneficios de este tipo de medidas”, sostiene el economista Ariel Coremberg en una reciente nota de opinión. 

“Cristina Kirchner ordenó que el país utilice los derechos especiales de giro que el FMI asignará a la Argentina para pagar los vencimientos de la deuda con el FMI. Casi al mismo tiempo, Axel Kicillof presentó una oferta bajando los pagos de intereses futuros, pero con una reducción del valor presente de la deuda original similar a lo solicitado por los acreedores privados”, continúa el extécnico del Indec.

Así, además de ser solvente habría que “demostrar el deseo de pagar las deudas” ya que, de lo contrario, se recibiría “una mayor carga de intereses y calendario de vencimientos insostenible”. 

Estas posturas atribuyen el elevado riesgo país que nos mantuvo sin acceso al crédito internacional en plena pandemia a la “narrativa antiempresaria y antibuitre” que “expresa el deseo de no pagar” del actual gobierno. De esa manera, parecen olvidar que el “cierre de los mercados de crédito” no fue generado por las supuestas declaraciones antiimperialistas del Frente de Todos. 

Por el contrario, fue la consecuencia de la política de sobreendeudamiento del gobierno de Macri, que pagó sin chistar todo lo que pedían los fondos buitres y que mantuvo relaciones carnales con la banca acreedora, el FMI y el gobierno norteamericano. Sin embargo, esa política de sumisión al establishment financiero terminó en una corrida cambiaria, un desastrozo acuerdo con el FMI y, finalmente, una obligada reestructuración de la deuda.

El discurso confrontativo del Frente de Todos corresponde a un país soberano que está renegociando las deudas heredadas. En esa situación, un discurso entreguista como el que sostenía Prat-Gay con los buitres sólo puede terminar, como lo hizo, con una mala negociación que incremente la carga de compromisos a pagar. Claro que ello no era relevante para funcionarios que ocupaban sillas en el Estado Nacional pero defendían los intereses de los acreedores.

Por el contrario, un discurso duro que tensa la cuerda pero que evita la ruptura mediante gestos de pagos es un síntoma de una negociación real entre acreedores y deudores por la reestructuración de la deuda. Cuánto apretar y cuánto aflojar puede ser materia de opinión, pero plantear que hay que pagar todo sin chistar y con gestos de entusiasmo sólo muestra el grado de sumisión colonial que pueden tener algunos economistas. 

No imagino a ninguno de esos economistas negociando una deuda que otra persona haya tomado a su nombre dejándole los pagos a su cuenta, haciendo palmas y felicitando al acreedor mientras le sonríe diciendo que quiere pagar todo lo que le pidan y mucho más. ¿Por qué debería hacerlo el gobierno del Frente de Todos al renegociar una deuda que no tomó pero cuyos vencimientos les fueron dejados a cuenta por los irresponsables de la gestión anterior?

@AndresAsiain