Es una de las mejores películas que se han filmado. Muestra la historia de un hombre enamorado de una mujer. Ella muere y él se encuentra luego con otra, muy parecida, a la que empieza a vestir igual a la difunta con la idea de recuperarla. Es Vértigo, de Alfred Hitchcock. Pero lo mismo cabe para Más allá del olvido, de Hugo del Carril, que aparece al tope en los listados de grandes películas argentinas. Y que se estrenó dos años antes de una de las obras cumbre del director inglés.
Del Carril venía de filmar una de sus películas más ambiciosas, La Quintrala, ambientada en el Chile colonial. No había sido el éxito de taquilla esperado, y la Argentina Sono Film le propuso un melodrama. Así surgió la idea de filmar lo que sería Más allá del olvido. Eduardo Borrás, el habitual guionista del director, adaptó la novela Brujas la muerta, de Georges Rodenbach (1855-1898), cuya título alude a la ciudad belga.
Amor después de la muerte
Fernando de Arellana (Del Carril) es un hombre acaudalado que vive en su mansión junto a Blanca (Laura Hidalgo), en una estética de la Belle-Époque. Una enfermedad le quita a su mujer. Deprimido, viaja a París y en un bar conoce a Mónica (otra vez Hidalgo), una joven de los bajos fondos que es idéntica a Blanca. Se la lleva a vivir con él, deseoso de recrear la figura de Blanca en Mónica, lo que deriva en tensiones.
El rodaje comenzó en 1955 y estaba casi terminado cuando derrocaron a Juan Domingo Perón. Del Carril fue a dar a la Penitenciaria Nacional por sus vínculos con el peronismo. La identidad política la mantuvo hasta el final de su vida, con absoluta coherencia. No le pudieron probar ningún ilícito. Por cierto que había tenido sus internas en el peronismo, sobre todo con Raúl Apold, el responsable de la propaganda oficial. Ambos se conocían desde comienzos de los 40 en la Sono Film, uno como actor y el otro como jefe de prensa, y la relación era pésima. De hecho, la pelea entre ambos explotó cuando Del Carril filmó Las aguas bajan turbias, basada en El río oscuro, novela del autor comunista Alfredo Varela, preso del peronismo: Apold acusó al director de estar vinculado al PC, y tres años más tarde la Revolución Libertadora lo encarcelaba por peronista.
Ya en libertad, completó Más allá del olvido, que se estrenó el 14 de junio de 1956, cinco días después del fallido alzamiento del general Juan José Valle. La crítica marcó entonces la influencia de un film de Hitchcock de 1940, que Del Carril había visto en su momento: Rebeca. Allí, un viudo conoce a una joven con la que se casa y la lleva a vivir a su mansión, donde se siente el peso ominoso del recuerdo de la difunta Rebeca. La mansión de Más allá del olvido es muy similar. Pero en Rebeca no está el componente necrofílico de querer recrear en una mujer la imagen física de otra que ha muerto.
En 1958, mientras Hithcock filmaba Vértigo, Más allá del olvido llegó a los cines de Cuba. Un crítico de la revista Carteles resaltó el origen del film “en una novela menor que nadie conoce”; lo definió como una “crónica gótica argentina”; y resaltó “los parecidos con Rebeca", lo que implicaría “cien años de perdón” porque “Rebeca está calcada, precisamente, de una novela brasileña”. El cronista aludía a La sucesora, de Carolina Nabuco, publicada en 1934, cuatro años antes de la novela Rebeca de Daphne du Maurier, base del film de Hitchcock. La reseña la filmaba un entusiasta Guillermo Cabrera Infante, para quien, en Más allá del olvido, “lo que importa es el ímpetu y la convicción que deja la historia en el espectador una vez concluida”.
Hitchcock toma la posta
Ese mismo año se estrenó Vértigo, en la que el policía Scottie Ferguson (James Stewart), que sufre de miedo a las alturas, es contratado por un amigo de la juventud para vigilar a su esposa Madeleine (Kim Novak), de raro comportamiento. Scottie la sigue y ambos se enamoran. Pero no puede evitar que ella se arroje desde un campanario. Deprimido, en la calle se cruza con Judy (de nuevo Novak), de singular parecido (de hecho, son la misma persona y la muerte de Madeleine fue fraguada), y comienza a querer revivir de entre los muertos a Madeleine a través del cambio fisonómico en Judy. El final, como en Más allá del olvido, es trágico.
El guión de Vértigo, a cargo de Alec Coppel y Samuel Taylor, está basado en una novela escrita a cuatro manos por los franceses Pierre Boileau y Thomas Narcejac, De entre los muertos. Ambos habían publicado también El que ya no era que, llevada al cine por Henri-Georges Clouzot en 1955, se convirtió en la exitosa Las Diabólicas. En la famosa entrevista con François Truffaut, el director francés subraya que De entre los muertos “fue escrita especialmente para usted, para que a partir de ella realizara un film” y que la pareja de escritores había armado el argumento al saber que Hitchcock hubiera querido comprar los derechos de Las Diabólicas (que, para variar, tiene un argumento necrofílico: la esposa y la amante de un director de escuela lo matan, pero ambas dudan sobre el destino final del cuerpo a partir de una serie de hechos).
Allí es donde entra la hipótesis que conectaría a Vértigo con Más allá del olvido: Narcejac y Boileau habrían refritado el argumento de Brujas la muerta, la novela de Rodenbach que adaptaron Del Carril y Borrás. La entrevista que dio lugar a El cine según Hithcock es de 1962 y no hay indicios de que el cinéfilo Truffaut supiera de la existencia de la “Vértigo argentina”, lo mismo que Hitchcock e infinidad de espectadores por fuera del mercado del cine latinoamericano. Por cierto que la reseña de Cabrera Infante se cerraba con una pregunta inquietante: “¿Por qué una cinematografía como la argentina ha desaparecido cuando tenía todos los elementos para ser nuestro gran cine español?”
Del Carril descubre Vértigo
El paso de Más allá del olvido en los cines fue modesto al momento de su estreno. Pero su prestigio fue en aumento. Con los años, algunos críticos la ponderaron, no solamente por la similitud con Vértigo, sino también por su grandiosidad, la calidad de las actuaciones y la puesta en escena. Del Carril consideraba a Las aguas bajan turbias su mejor obra, pero su melodrama de 1956 comenzó a posicionarse como una de las mejores películas argentinas jamás hechas.
A mediados de los 80, la voz de la Marcha Peronista sufrió la pérdida imprevista de su esposa, lo cual lo sumió en la depresión. A eso se sumó un episodio cardíaco severo. Tenía 75 años y pasaba el tiempo recluido en su casa. Ya gozaba del reconocimiento por su trayectoria, pero estaba retirado de la vida pública. Apenas salió de ese retiro en 1988 para recibir a Gustavo Cabrera, un crítico e investigador que era estudioso de su obra. Entraron en confianza y el director se dejó entrevistar, casi al modo de, vaya paradoja, El cine según Hitchcock, en un repaso de su vida y su obra.
El material derivó en el libro Hugo del Carril, un hombre de nuestro cine, que se publicó a fines de 1989, poco después de la muerte del director. Cuando abordaron Más allá del olvido, Cabrera no pudo evitar hacer la pregunta de rigor: el parentesco con Vértigo. Del Carril le confesó que no había visto el film de Hitchcock y su entrevistador le contó los puntos en común. “Lástima que no he visto Vértigo, pero confío en lo que me cuenta. Es en verdad curioso que tengan tantas similitudes, perteneciendo a autores tan disímiles”, contestó el director.
"Ambas narraciones se asemejan. Incluso, dentro de ambos films. encontraremos situaciones casi idénticas y climas muy similares. Los dos describen situaciones de amour fou, es decir, condenado desde el principio. Un amor necrofílico y fetichista. Los dos generan reacciones bastante parecidas en el público espectador", le remarcó su entrevistador, que propuso que vieran juntos Vértigo. Del Carril aceptó y, en la siguiente charla, el investigador fue con una videocasetera (Del Carril no tenía en su casa) y el VHS del clásico hitchcockiano. Puso la película y se sentó a verla junto a su entrevistado. La película ya iba por la mitad y era notorio el tono necrofílico en común con Más allá del olvido. Según recordó más tarde Cabrera, Del Carril reaccionó con un tono entre sorprendido y jocoso al exclamar: “¡Pero este tipo me copió todo!” Por supuesto, tenía muy en claro que no había plagio.
Una obra maestra
Lo que el cineasta no terminaba de entender era el fanatismo de la crítica con Más allá del olvido y el prestigio creciente con el correr de los años. Poco antes de su muerte, Del Carril escuchó el elogio de boca de su co-estrella. Laura Hidalgo filmó dos películas más después de su doble papel como Mónica y Blanca en Más allá del olvido y, retirada de la actuación, se había radicado en México. En aquellos días de 1988 en que Cabrera iba a la casa de Del Carril, se encontró con la actriz, que estaba de visita. Del Carril los presentó y se quedaron charlando los tres. En un momento de la charla, el director sacó a colación la película que habían protagonizado. “¿Sabés una cosa, Laura? A Gustavo le gusta mucho Más allá del olvido y dice que es una obra maestra”. La actriz, uno de los rostros más hermosos del cine clásico de la Argentina, no dudó en su respuesta. “Creo que Gustavo tiene razón, Hugo. Para mí también es una obra maestra”.
Hugo del Carril murió el 13 de agosto de 1989, a los 76 años. Ese día, Hitchcock, fallecido en 1980, hubiera cumplido 90 años.