Emoción, alegría y temor al mismo tiempo es lo que siente hoy, ahora, Liliana Herrero. Lo está expresando ante PáginaI12, unas pocas horas antes del concierto que ofrecerá junto a Teresa Parodi y Juan Falú en el Centro Cultural Kirchner. El motivo de tales sensaciones mezcladas es más que llano: es la primera vez que cantará en vivo, tras el fallecimiento reciente de su compañero, Horacio González. “Así, sí, las tres cosas juntas siento”, confiesa la cantora rosarina. No es para menos. No pasaron siquiera dos meses de la muerte del sociólogo más lúcido y entrañable del campo nacional y popular, y ya tiene que estar ahí, con la voz al frente, una obra exigente, y un público expectante. “Muy poco tiempo pasó. Yo hubiese preferido que se hiciera en septiembre, pero no se pudo. No había fechas, pero lo conversamos y lo decidimos… Voy a intentar cantar como si Horacio estuviera”.

A lo formal. La obra que Herrero y elenco van a presentar durante los domingos de agosto que restan –-siempre a las 18 horas, y el 22 también vía streaming-- en el espacio de Sarmiento 151 se llama Mojones, signos y memorias de la Patria. Es una idea original suya, y consta de once piezas, en su mayoría horneadas bajo las luces poéticas de Teresa Parodi, y las sutiles músicas de Juan Falú, con ciertos textos de González como inspiración. “Hace bastante tiempo se me ocurrió tomar señales en el camino históricas, artísticas y políticas de la Argentina que marcaron a fuego nuestra generación, y que, por supuesto compartimos con Teresa y Juan”, enmarca la intérprete. “Así, pues, empezamos a trabajar entre los tres, mientras Horacio escuchaba nuestros debates, nuestras conversaciones, y escribía en su computadora qué mojones, qué señales eran importantes para nosotros. Así, hasta que se nos apareció con un escrito pequeño, de una página, y a raíz de ello se nos ocurrió que fuera él quien introdujera la obra con textos más bien ensayísticos, y también cada tema a través de pequeños fragmentos. Así fue que terminamos incorporando a Horacio al grupo”, cuenta Liliana, de cara a lo que se espera sea un concierto atravesado por la emocionalidad.

La pluma del escritor de Perón, reflejos de una vida y Kirchnerismo, una controversia cultural, se hace notar con toda su fuerza creativa desde el inicio del texto introductorio a Mojones…. “No es fácil saber cómo fueron los hechos. Pero sin las leyendas, los hechos serían meros pedruscos, solitarios e inertes. Sin ninguna significación” escribió en efecto Horacio, y su mujer tomó como faro y guía para esta obra musical, poética, histórica y política, efectivamente basada en una fusión, en un sintomático cruce entre historia y leyenda. Entre ciencia y mito. Entre empíricas vigilias, y sueños. Entre mente y espíritu, en torno a una cuestión nodal que explica Herrero. “El pasado no se nos debe escapar, y a su vez nos obliga a pensar de otro modo esos acontecimientos, eso mojones, y al mismo tiempo nuestra propia patria”.

La mayor parte de las piezas que pueblan el repertorio fue compuesta por el tándem Parodi-Falú. Entre ellas, un candombe llamado “El nombre sin fin”; un chamamé titulado “El canto primero”; “En esa soledad”, zamba inspirada en la muerte de Facundo Quiroga y “La Plaza”, basada en Tierra sin nadie, tierra de profetas, escrito de Raúl Scalabrini Ortiz, sobre el 17 de octubre de 1945. Al guitarrista tucumano, le cupo en solitario la hechura de “Bando”, un homenaje al San Martín que cruzó la cordillera de Los Andes que el mismo Falú se encargará de cantar, y “Remanso azul”, cocompuesta con Pepe Núñez. Edgardo Cardozo, en tanto, sumó “Martín”, tema espejado en el Martín Fierro, y hay un poema extraído del libro Soldados, del poeta y ex combatiente de Malvinas, Gustavo Caso Rosendi, al que Falú y Teresa le sintonizaron una música: “La Bengala”. “Lo llamamos así no solo porque Rosendi nombra la palabra bengala varias veces, sino también como un guiño a ´La Bengala perdida`, del Flaco Spinetta”, sonríe Liliana.

Horacio González. Foto: Pablo Piovano

Es lógico que a la cantora le cueste contar el todo por la parte. Apenas hace sobrevolar ciertas palabras por “El hombre sin fin”, pieza clave dado que refiere a los ídolos populares. “Gatica, Maradona, Evita, o se llamen como se llamen”, direcciona Herrero volviendo sobre la sinergia historia-leyenda que cruza la obra. También resalta “Canto primero”, y su impronta marcada por los pueblos originarios; y “Pañuelito sin adiós”, un bailecito referido a las Madres y los pañuelos. “También hicimos otra cuando Horacio ya no estaba. Se llama `Los sueños que no perdimos` (ver abajo), y se la terminamos dedicando a él”, manifiesta la cantora, que también estará acompañada por Pedro Rossi, en guitarra; Facundo Guevara, en percusión; Ariel Naón, en contrabajo y Lilian Saba, en piano. “Todas estas canciones son nuestras señales en el camino, los signos que señalan por dónde vamos caminando. Así procedimos y nos llevó bastante tiempo, pero fue muy lindo hacerlo”, sostiene Herrero, acerca de la puesta cuya fecha original (el 25 de mayo pasado) tuvo que ser suspendida a causa de la segunda ola de la pandemia.

--¿Cómo fue la cocina, la entrecasa del trabajo?

--Cálida. Con Juan y Teresa ensayábamos en un lugar de la casa muy cercano al sitio en que Horacio escribía. Y por ahí él escuchaba algo, se levantaba, e intervenía… conversaba con nosotros. De ahí salían cuestiones que Teresa después transformaba en poesía, mientras Juan preparaba la música. Fue muy lindo, decía, porque a través de los debates íbamos descubriendo qué temas nos habían marcado como generación. Horacio asistió a todo, y le hizo una introducción a la obra completa”, cuenta Herrero, cuya idea fluyó mirándose en el espejo de dos obras: Eva Perón en la hoguera, el poema de Leónidas Lamborghini sobre La razón de mi vida, y el mencionado Martín, de Cardozo. “Me parecieron magníficos estos procedimientos para poder transformar los mojones trabajados en poesía y música”.

--¿Hay disco en puerta, o la obra está pensada solo para estos conciertos?

--No fue concebida con destino de disco. Es más, no sé si volveré a grabar un disco. No lo sé.

--Estás atravesando la vivencia de reubicarte en el mundo sin Horacio.

--En relación puntual con la obra, solo voy a los ensayos, y en esos momentos, tres, cuatro horas por día, me siento mejor, y muy acompañada. Siento también que tengo ganas de cantar, que me hace muy bien. Eso sí, veremos qué pasa cuando tenga que cantar ante el público, digamos. Es la primera vez que lo haré, desde que falleció Horacio, y no sé lo que puede pasar. Bueno, y sobre mi estado en general siento que es muy difícil habitar la ausencia. Es muy difícil habitar la pena y el dolor. Se suele decir que con el tiempo las cosas amainan, se apaciguan, pero la verdad es que no sé si eso va a ocurrir en mi caso. No lo sé, porque es mi primera experiencia en este sentido.

--¿Cómo la enfrentás en el devenir cotidiano, más allá de los ensayos, y la compañía de los músicos que te rodean?

--Hay días que hago cosas, otros que no puedo hacer nada, pero me doy mi tiempo para llorar también, para hacer el duelo con Horacio, recordando los momentos amorosos que hemos tenido durante treinta y siete años de vida.

--¿Cantar esos textos tal vez inspirados en él, y poetizados por Teresa colabora con el alivio, es algo catártico, te produce alguna sensación de bienestar?

--Por supuesto, sino directamente hubiese dicho que no a estos conciertos. Pero me pareció que era necesario que lo hiciera por mí misma porque me hace bien, y porque si Horacio viviese se molestaría mucho en caso de que yo no hiciera estos conciertos. A él le gustaba mucho, e iba a los recitales casi siempre, así como yo iba a sus charlas, a sus presentaciones de libros.

--Mencionabas antes ciertas características sobre algunas piezas. ¿Cuál de ellas te produce más conmoción interna cuando la cantás?

--Bueno, “Martín” me produce una enorme emoción. Ese tratamiento de un testimonio tan emblemático como el Martín Fierro en una canción. También “La Bengala” del caso Roseti, o “La Plaza”. Pero tal vez el que más me emociona es el último, digamos: “Vidala del que no está”, pero todo depende del ensayo. Hay algunos que te salen de una manera, otros de otra.

--¿Y la huella de Horacio dónde estaría más marcada?

--En lo que escribió, que vamos a ir leyendo antes de cada canción, y en la introducción, que es muy hermosa, dado que habla de la relación entre historia y leyendas. Es algo que grabé yo, pero va a ir como voz en off. Como dice él, son unas pocas hebras flotando en el viento para que el pasado no se nos escape, y para que los podamos interrogar a estos mojones, para reformularlos. Para continuar caminando, andando, y pensando una nueva patria.

Juan Falú y las señales de la historia

Mojones… signos y memorias de la Patria, es una idea de Liliana Herrero, por supuesto recibida con entusiasmo por Teresa Parodi, Horacio González y yo. La ausencia de Horacio por supuesto hace que la obra tenga una especial dimensión, sobre todo en ocasión de este estreno. Hemos puesto mucho tiempo, muchas ganas, muchas composiciones, en torno a señales de la historia de nuestra patria que decidimos celebrar, o recordar, y lo hicimos desde una perspectiva generacional, dado que tenemos una complicidad no disimulada respecto de nuestras identidades y compromisos generacionales. Sabemos que hay otras miradas, sabemos que hay otros mojones, pero esto es lo que pudimos hacer nosotros como homenaje a la tierra, a la patria y ahora a nuestro querido Horacio”.

Teresa Parodi, la memoria más entrañable

“Como dice Juan, Mojones… es una idea original de Liliana. Él y yo hemos sido convocados por ella para escribir textos y melodías inspiradas en los grandes momentos que vivimos en la historia como generación, momentos que atravesaron nuestra relación con la patria, y que supimos inscribir en la memoria más entrañable. Mojones…, al cabo, se teje y desteje en las conversaciones que tuvimos muchas veces en casa de ellos, a las que sumó profundidades insoslayables, el imprescindible Horacio González. Es muy importante hoy, frente a su ausencia, el estreno de este sueño construido desde la necesidad de conversar desde él con las nuevas generaciones. Extrañaremos a Horacio sin duda alguna, pero la fuerza y vigencia de su pensamiento estará en cada instante de este Mojones… que compartiremos con ustedes”.

Los sueños que no perdimos

 

El único texto que fue concebido luego del fallecimiento de Horacio González ocurrido el 22 de junio pasado, fue “El sueño que no perdimos”. “Lo tendría que haber escrito él, pero no es posible. Y tampoco lo es escribir como Horacio. Y tampoco lo hubiese escrito Horacio, por su pudorosa discreción, ya que este tema está dedicado a él mismo”, firman Liliana, Teresa y Juan, en el escrito que acompaña la obra. “Lo hemos incluido después de su partida para tenerlo cerca, como estuvo siempre desde el inicio de Mojones…. y desde un añoso inicio de nuestros vínculos de amor, amistad y compañerismo. Y lo hemos incluido por sentirlo como un mojón, una señal esencial en los caminos de la Patria. En Horacio, el compañero, abrazamos a todas las compañeras y a todos los compañeros de un largo camino en el que los sueños no se pierden”. La composición con letra de Parodi y música de Falú condensa en una frase toda su fuerza: “La musiquita que guarda / lo que jamás se olvidó / la infamia de los de arriba / la herida de los de abajo”.