La ciudad de Rosario tuvo un intenso desarrollo en diversos momentos del siglo pasado, sobre todo en la segunda mitad; a quienes nacimos en ella, nos parece que hubiera sido así desde siempre. "La juzgo tan eterna como el agua y el aire", dijo un poeta sobre su propia urbe, un poco más al sur. La gente del equipo curatorial del Museo de la Ciudad "Wladimir Mikielievich", en pleno corazón del Parque Independencia (Bulevar Oroño entre Riobamba y La Paz), trabajó bajo la coordinación de César Altuzarra (en plena pandemia pero con las debidas precauciones) para crear una exposición que es como tomar la píldora roja reveladora del artificio de la Matrix. Sólo que en vez de la experiencia siniestra de Neo (el héroe de la película Matrix) pasaremos una hora dichosa y saldremos llenos de gratitud... también de nostalgia, ese modo tango de la memoria urbana.
Alguien hizo a Rosario. Mucha gente, en realidad. El tanque de agua de la plaza José Hernández (la de la escuela donde cursó la primaria Lionel Messi, la 66) alguna vez fue una idea dibujada en un tablero y nada más. El edificio Jorge I (Mendoza 65), esa barranca de cristal que mira al río Paraná, es su hermano y coetáneo: son obras de 1961 de la constructora Candia. Ciudad Candia, la muestra que puede visitarse en el Mikielievich de martes a sábado de 13 a 18 y los domingos de 9 a 18 (solicitar turno previo en bit.ly/Visitas-Muestras), contiene una pieza interactiva llamada "candiómetro". Son 15 preguntas, ilustradas con fotografías, que miden "cuánto de Candia hay en tu vida". Se recomienda hacer dos mediciones, antes y después de recorrer la muestra, que nos educa bastante. Hemos vivido en obras de la empresa Candia sin saberlo, o las hemos visto al pasar como si fueran paisajes naturales y no el sólido resultado de años de trabajo especializado conjunto. Emblemas arquitectónicos de la cultura estatal, como la hoy Plataforma Lavardén y el actual Museo de la Memoria, fueron hechos por los Candia. ¿Y cómo olvidar el magnífico cine Radar, que llevó su firma, visible aún en viviendas y en hospitales?
Los arquitectos de la ciudad saben que el nombre "Rafael Candia" abarca un árbol genealógico de cuatro generaciones de constructores, y hasta conocen los apodos que se usaron para diferenciarlos. Adultos mayores recuerdan la construcción de la fábrica Estexa en Barrio Sarmiento, cerca del arroyo Ludueña. Y también la inauguración de la galería Rosario, el 25 de mayo de 1956; un acto solemne cuyo audio fue rescatado y donde el sonido metálico de la frase "capitán de corbeta" nos recuerda que media Argentina estaba proscrita. Las dos fueron obras de la empresa Candia. La firme voz del constructor que dio el discurso suena en la muestra con la misma potencia evocadora que los recuerdos emocionados (accesibles en auriculares) de vecines del barrio Sarmiento y trabajadores de Estexa.
Primera en su tipo en la ciudad (salvo por el antecedente del Pasaje Pan), la galería Rosario ya cumplió 65 años y aún la decora una obra mural del artista más moderno que tuvo la ciudad: Julio Vanzo. Pasear por ella cuando era nueva fue una alegría de las infancias de clase media que transcurrieron en plena modernización y en medio del modernismo, que era su aliado artístico. Pero la modernidad, representada por los audaces spots publicitarios de las telas "Mixcell" de Estexa y por dicha fábrica (que producía kilómetros de género sin parar, en tres turnos diarios de justas 8 horas) comenzó su ocaso hacia 1980 con la dictadura, las políticas de apertura importadora de cuyo ministro de Economía, Martínez de Hoz, le dieron el guadañazo. Y Estexa, como tanta otra industria nacional, sufrió un trágico destino de demolición que se registra en un video del 3 de octubre de 1999, exhibido en la muestra y no apto para almas sensibles.
Las telas de Estexa eran las favoritas de madres y modistas; "La Favorita" de Córdoba y Sarmiento era la gran tienda donde ir a comprar un sábado a la mañana ropa de moda, en el ascensor que se detenía piso por piso anunciando con una voz femenina grabada los rubros correspondientes. También la construyó la empresa Candia, y la muestra atesora una vista de una de sus vidrieras que parece salida de un film de los años '20. Sus escalinatas lujosas lucían venidas de otro mundo, inconcebibles para las nuevas generaciones si no fuera por las fotos. Ciudad Candia conserva y expone su cartel en piedra y metal, que a varixs arrancará un lagrimón.
Al entrar al Museo de la Ciudad (luego de pasar por la primera salita donde se cumple el protocolo de sanitización, toma de temperatura y registro y donde se presenta al fundador del linaje Candia, su primera obra y el concepto de la muestra) hay que mirar a la derecha y levantar la vista. Bien alto, un texto de sala recomienda: "Si miras arriba, vas a descubrir otra Rosario". Y si miramos arriba, la segunda sala (que es la primera de la derecha) se ve y oye transformada en una esquina de Rosario: la de Córdoba y Corrientes, con sus elegantes cúpulas del tiempo del Centenario bosquejadas en los muros por el arquitecto, diseñador, docente y dibujante Víctor Cittá Giordano (IG: @monocitta).
Cuatro edificios de ese cruce de calles (La Bolsa de Comercio, Palace Hotel, La Agrícola y La Inmobiliaria) fueron construidos entre 1914 y 1929 por adivinen quién. Es que (como se nos informa en la amigable línea de tiempo que se extiende por los pasillos) el primer Candia nació en Italia en 1860, se casó en 1881, llegó a la Argentina (La Plata) en 1885 y ni lerdo ni perezoso fundó la empresa en Rosario en 1886 ó 1887. Luego Candia engendró a Candia y así sucesivamente, más o menos como los Buendía de Cien años de soledad, sólo que fueron cien años de construir juntos.
En la gran sala roja de la izquierda (la tercera), al final del paseo por los registros en fotos y en audio, por los planos del Jockey Club de Maipú y Córdoba (símbolo de status fundamental) y por el cartel de La Favorita y otros documentos, un excelente montaje de objetos depara la imposible experiencia de visitar a un Candia en su escritorio y al proyectista en su tablero. No fue el único pero sí el predilecto: dandy cuyo retrato anónimo en dos colores de lápiz lo presenta de moño y saco, Armando Delannoy armó las formas Candia por tres décadas. De todo esto vamos sabiendo mientras caminamos, porque nos lo cuentan las paredes mismas en sus breves e informativos textos de sala. El pintor Domingo Candia mandaba cada año desde París (esto lo oímos a un espectador informado) bellos óleos, como el retrato de su tío constructor, que se expone enmarcado. Las fotos no son sólo registros. Algunas parecen tomas cinematográficas de Hitchcock, con esa belleza geométrica o surreal tan propia de su siglo.
Y la sala verde esmeralda, la cuarta y última (segunda a la derecha), nos invita a sumergirnos en el universo Estexa. Videos, material publicitario (en cuyos dibujos sospechamos la mano joven del Negro Fontanarrosa), el rescate de la publicación Gacestexa, audios y una bella instalación de telas y testimonios de obrerxs materializan una investigación que desde lo "minúsculo y cotidiano" (sí, aquellos estampados y aquellas modelos que una recortaba de revistas...) recupera identidades colectivas. Y que es obra del equipo de investigadores "historias escritas con minúscula".
Otro proyecto de investigación relacionado, “Candia, la obra. Difusión del patrimonio tangible e intangible de la producción de la empresa (1890-1970)”, se plasma en un mapa online que geolocaliza las obras. Y jamás hubiera sido posible disfrutar esta muestra si el arquitecto Carlos Rafael Candia (bisnieto de Rafael, nieto de Rafael hijo, e hijo de Rafael Carlos) no hubiera tenido la generosa idea de donar este material al Museo de la Ciudad, y éste la de recibirlo. Ciudad Candia es sabiamente política porque muestra que las tramas rosarinas reales que nos cobijan, tanto el ejido que habitamos como los tejidos que nos vistieron, son obra del trabajo humano; este merece visibilidad y justo reconocimiento, salarial y social. Ojalá otras instituciones y la ciudadanía toda sigan este ejemplo, y nunca más nos resignemos al volquete como destino "natural" de los acervos locales.