A la 1, cuando me llama Mariano y me cuenta, me cuesta creer que sea algo real, que ya ocurrió y no hay nada que hacerle. No va a estar más con Claudia y con Ian, ni tocará más con los Pilsen ni con nadie. Registro pero no me hago a la idea. ¿Quéee?
No pienso en su carrera, ni en sus canciones, ni en sus conciertos, ni siquiera en nuestros encuentros. Pienso en que hace poco más de dos años, cuando tuve, también yo, dos muertes súbitas. Al enterarse me llamó y dijo No te vayas flaco, tenemos mucho que hacer todavía acá. Como a él el viernes, se me había cortado el suministro eléctrico, me había sentido mareado, demasiado, y demasiado fuerte, y caído al piso. Conecté unos 20 minutos después, sin saber qué había pasado ni quién era ni que hacía sentado en el piso junto al sillón del living. Pil, su biología, no pudo reconectar. Estoy seguro que él quiso.
Te veo en tu departamento, limeño, donde nos reencontramos para charlar el libro que nos habían pedido Nacho Iraola y Mariano Valerio. Antes nos habíamos visto solo una vez, como 40 años antes, cuando fui a verte al Auditorio Kraft.
En verdad, me dijiste antes de que empezáramos a anotar nada, somos dos desconocidos que nos conocemos, creo que es lo mejor que nos puede pasar.
Y también: Contémosnos todo y de verdad, como cuando conocés una chica y percibís que esta vez la cosa va en serio y te abrís a revelarle hasta la más inconfesable de tus miserias.
Durante cuatro días no nos separamos ni dejamos de hablar. Sus recuerdos estaban entramados con cierta inconsciencia en el momento de haberlos vivido y a la vez una profunda convicción de que no podía ser de otra forma. Que el todo fue y será una porquería menos nosotros, que esto que sentimos y que florece adentro es lo mejor nuestro. Los que se quedaron con la imagen de destrucción no entendieron lo que es el punk, ídem los que piensan que nuestra violencia es parte del show. Es lo que nos mantiene vivos para seguir gritando lo que percibimos. No somos unos provocadores, somos despertadores. Y si no lo entendiste, también, dijo, con éstas o palabras muy parecidas a las del primer Moris.
Nuestros baños en las piletas termales de Aguas Calientes, chapoteando de igual a igual entre gordos comisarios de civil, fue el bautismo de una extraña relación entre dos hijos de una misma urgencia. Él poniendo el cuerpo en el frente, yo en segunda línea cubriendo las escenas.
Después de las presentaciones de rutina de nuestro Más allá del bien y del punk, solo nos llamábamos cada tanto o tomábamos un café cada vez que bajaba a Buenos Aires. Al segundo de estar juntos, el calefón ya había levantado la llama. Este era nuestro santo y seña.
Después solo hablábamos de dos temas: geopolítica y poesía. Debajo de muchas de sus letras, que no siempre le salían de una sentada, a veces le llevaban varios meses, había alusiones directas a las heridas que produce el Sistema en los sentimientos y en el alma de muchos de nosotros. Y las vueltas que le damos para sobrevivir. Después, cuando las aullaba sobre algún escenario, bueno, provocaba ese efecto resonador/emancipador que tanto nos une a todos sus fans y hace que levantemos el brazo con el puño cerrado.
Anoche, cuando puedo volver a dormirme, te apareciste en un sueño, parecía real. Estoy en el sillón, te me acercás, con los colores vivos y tu cara radiante, te tomo la cabeza con las manos y con tu voz entrecortada, me decís No me dejes ir, todavía tengo mucho ue decir. Así, tres o cuatro segundos hasta que la imagen se me desvanece y doy cuenta de que sí, te fuiste.
Pil se ha ido. ¿De dónde? ¿A dónde? De este plano que tomamos por única realidad. Del que todos siempre estamos al borde de irnos. Y en algún momento nos vamos.
Esto es más real que cualquier ilusión de las que nos hacemos de que ésta es la única realidad. Esta es la idea implícita en la muerte joven. En la expresión, en la actitud, en la conciencia de que ya te moriste y ahora sí, podés vivir más libremente.
Morir a todo lo ilusorio, a toda esa cháchara que construye nuestra mente para dejarnos tranquilos y que no jodamos más.
Saber que esto no es todo.
Vos ya diste todo Pil, estás en el todo.
Andá enfriando las cervezas que en un rato llegamos.
* Periodista, escritor y docente, autor de Punk, la muerte joven.