Tras la polémica que generaron los dichos del presidente Alberto Fernández en un encuentro federal de estudiantes de derecho sobre el mandato de los jueces, Daniel Erbetta, miembro de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe puso negro sobre blanco lo que piensa sobre la edad para dejar el cargo:  “No hay cargos vitalicios en una República. En el caso de los jueces son hasta la edad jubilatoria. En la Constitución de Santa Fe la edad es la de 65 años, y en la nacional los 75. Pero podría discutirse una ley por la cual el gobernador pueda pedir un examen para revalidar el cargo a quienes superaron los 65", confiesa el supremo. Claro hoy todos los miembros de la Corte ya superaron esa edad, y podría caberles a todos. Por eso tranquiliza: "No hay que tenerle miedo a los debates, esto necesitaría de una ley que pasara por la Legislatura", aseguró, consultado por este diario. De todos modos, durante la charla con este diario, se mostró más preocupado "por la falta de autonomía del Ministerio Público de la Acusación, porque hoy la Legislatura tiene control sobre los fiscales, cuando hasta la propia Corte Suprema había declinado la potestad de controlarlos".  

-¿Qué piensa de la edad jubilatoria de los jueces?

-La Constitución nacional establece claramente 75 años de edad para la jubilación y la permanencia en el cargo sometida nuevamente al proceso que a nivel nacional rige , qué es muy parecido al de la provincia de Santa Fe y que es la aprobación de la propuesta del pliego, previo debate público y de antecedentes.

-¿Hay antecedentes de jubilaciones de jueces a la fuerza? 

-Durante el gobierno anterior (de Mauricio Macri), el Ministerio de Justicia instó al Consejo de la Magistratura y este intimó a cerca de 100 jueces que habían cumplido 75 años y prácticamente los obligó a jubilarse. Es famoso el caso Schiffrin, y en el medio hubo algún juez que interpuso un amparo, que después quedó firme y pudo permanecer en su cargo, aún superando este dato. Esto pasó en el gobierno anterior y no generó ningún tipo de reacciones, de modo que es un tema que está previsto en la Constitución y usted sabe que la duración de los jueces en sus cargos tienen que ver con una garantía que es la estabilidad y que apunta a que los jueces pueden ejercer con cierta libertad e independencia su función y sustraerse a los vaivenes de los tiempos políticos. Pero obviamente, la estabilidad no implica perpetuidad y nadie debería morirse en el cargo de juez, porque no son reyes, y esto no es una monarquía sino una república.

-La Constitución nacional habla de 75 años ¿por qué esa edad?

-Parece una edad razonable, como para que uno todavía pueda desempeñar su cargo y eventualmente pueda acceder a los beneficios de la jubilación. Obviamente que en el medio están las situaciones que pueden dar lugar a una destitución, por pérdida de capacidad psicofísica o por irregularidades, siempre a través del mecanismo de juicio político.

-¿Por qué en Santa Fe se fijó en 65 años?

-En mi opinión, es la edad hasta la que un juez puede tener la estabilidad en su cargo, hay muchas interpretaciones. Por eso se piensa que luego de esa edad se le pueda pedir una examen para revalidar su cargo. Son opiniones. Hay que decir que la Constitución de la provincia es de otra época, es muy anterior a la reforma del año 1994, de la década del 60 y obviamente en aquel momento los 65 años parecían una edad en la que un juez podría retirarse. Pero los tiempos han cambiado y la Constitución nacional ha elevado en 10 años ese tiempo.

-¿Hoy el gobernador de Santa Fe podría pedirle un examen a los jueces que tuvieran más de 65 años?

-Hoy no podría, salvo que se aprobara una ley que así lo estableciera. Porque lo que acá se discute no es la estabilidad como garantía sino la necesidad de que un juez ajuste su estatus a los nuevos paradigmas de los tiempos que corren, porque obviamente cambian las realidades y hay nuevos elementos culturales y cambian los paradigmas jurídicos. Hoy tenemos toda una cuestión vinculada a la perspectiva de género, una cuestión importantísima que atraviesa el derecho y entonces, el debate debe ser hasta qué punto los jueces no deben en alguna medida, como en cualquier otra actividad de la vida, revalidar pergaminos. Creo que podría discutirse en una nueva ley si puede quedar en su cargo un juez que no pueda acreditar condiciones mínimas de idoneidad.

-Ya que hablamos de nuevas leyes ¿Usted cree que hay que discutir alguna reforma de la Carta Magna provincial?

-Sí, claro, me parece que el Poder Judicial debería hacer una revisión completa de la autonomía del Ministerio Público Fiscal, que es un tema que en la Constitución nacional está consagrado de manera expresa. Y les recuerdo ahora a los militantes de la Unión Cívica Radical y a los legisladores radicales, que ese artículo fue una de las condiciones que Raúl Alfonsín impuso para la reforma del Pacto de Olivos. De modo que tener un Ministerio Público plenamente autónomo y que no dependa de ningún poder del Estado, no sólo es hoy un imperativo constitucional a nivel nacional sino que tiene una genealogía en este artículo y tiene que ver con la necesidad de tener un organismo que permita perseguir, o diseñar una política de persecución penal objetiva, clara y no condicionada.

-¿Cómo describiría el nivel de autonomía que tiene hoy el Ministerio Público de la Acusación?

-Hoy está muy condicionado, porque hubo una modificación legislativa que ha sido validada jurisdiccionalmente, por una decisión mayoritaria de la Corte, a la que respeto pero no comparto. Hoy estamos en una situación complicada por dos razones: en primer lugar, no puede la Legislatura ser el órgano que tiene el ejercicio de la potestad disciplinaria de los fiscales, esto no ocurre en ningún lado. No creo que sea esta creación autóctona tan positiva como para que nadie la siga, porque no existe ningún antecedente en el derecho comparado ni en el derecho interno. Por otro lado, incluso hasta habido resoluciones del Senado, de la Legislatura, donde se ha pretendido entrometer en investigaciones que están en curso. De modo que me parece que hoy estamos viviendo una situación bastante compleja.