Desde Lima
Ante de cumplir un mes en el cargo, el presidente Pedro Castillo, cuyo triunfo electoral es considerado histórico, enfrenta conspiraciones golpistas para sacarlo del poder. La ofensiva en su contra apunta al sector ubicado más a la izquierda del gobierno. Es el flanco contra el que se dispara para debilitar al recién estrenado régimen progresista del maestro rural que ha llegado a la presidencia recogiendo las demandas de cambio y reivindicación de los sectores excluidos. Se busca dividir al gobierno entre supuestos radicales y moderados, acorralarlo. Con estos ataques, algunos buscarían empujar a Castillo hacia el centro, pero el objetivo de la derecha que encabeza esta ofensiva es destituirlo.
Las élites no aceptan como presidente a este profesor de origen andino que quiere cambiar el modelo neoliberal y las profundas inequidades. Lo que más teme la derecha es que el gobierno de Castillo tenga éxito, porque eso significaría que se consoliden los cambios que quieren evitar. El Congreso, controlado por la derecha y que con dos tercios de los votos puede destituir al jefe de Estado apelando a la figura de la “incapacidad moral” sin necesidad de probar nada irregular, es un espacio clave en la conspiración desestabilizadora. Los medios funcionan como entusiastas cómplices del obstruccionismo y golpismo parlamentario.
Cerrón y Bellido
La derecha dispara sin tregua contra ministros, congresistas y dirigentes del oficialismo. Los blancos favoritos de esos ataques son el secretario general del partido oficialista Perú Libre, Vladimir Cerrón, y el congresista y jefe del gabinete ministerial, Guido Bellido, considerados, respectivamente, la cabeza y una figura protagónica del llamado “sector radical” del régimen. Apuntan contra ellos, pero el objetivo final es tumbarse a Castillo. A los ataques políticos y mediáticos, se suma una ofensiva judicial en su contra.
Esta semana, la fiscalía le abrió a Bellido y Cerrón una investigación por terrorismo en base al testimonio de una persona que dice haberlos visto hace un tiempo en la montañosa zona del Vraem para supuestamente reunirse con los jefes de la última columna remanente de lo que fue Sendero Luminoso, el grupo armado maoísta derrotado hace más de veinte años. Columna que hace años se alejó del senderismo original y se ha convertido en un grupo armado aliado del narcotráfico que controla esa apartada región cocalera. Dos congresistas del partido de gobierno -uno de ellos el hermano de Cerrón, Waldemar, vocero de la bancada oficialista- también están incluidos en esta investigación. Ese solitario testimonio es todo lo que tiene la fiscalía, que busca otras evidencias, pero la derecha ya los ha condenado como terroristas. Bellido también es investigado en otra fiscalía por apología al terrorismo por no haber calificado en una entrevista, dada hace meses, a Sendero como terrorista y haber elogiado a una senderista muerta en combate hace casi 40 años. Una acusación que es una persecución por una opinión. Acusar de terrorismo a todo aquel que esté en la izquierda es una nefasta práctica común de la derecha peruana.
Hay otra investigación fiscal, que también incluye a Bellido y Cerrón, por el cobro de sobornos en el gobierno regional de Junín, región andina de la que Cerrón fue gobernador, y el supuesto uso de ese dinero para financiar al partido Perú Libre, una hipótesis de la fiscalía en investigación, pero que la oposición y los medios asumen como una sentencia. Cerrón tiene, por otro caso, una condena por corrupción a tres años de prisión suspendida. Ese cuestionado antecedente del dirigente más importante del partido oficialista ofrece a los opositores al gobierno armas para atacar al régimen.
Béjar
La ofensiva contra el sector más de izquierda del gobierno incluye al canciller Héctor Béjar, guerrillero en los años sesenta y hoy un respetado intelectual de 85 años. El fujimorismo ha presentado un pedido en el Congreso para interpelarlo, con la intención de censurarlo y así obligarlo a renunciar. La histeria macartista no soporta que un exguerrillero con una larga militancia de izquierda sea ministro. Lo acusan de terrorista por haber sido guerrillero. Lo satanizan por haber marcado distancia del Grupo de Lima y por la posibilidad que el Perú deje ese cadáver insepulto que ha sido un gran fracaso, algo que fue difundido por versiones no oficiales pero que no ha sido confirmado. Revelando su aversión a la integración regional, también le cuestionan que apoye el reflotamiento de Unasur.
En diálogo con Página/12, la congresista Sigrid Bazán, de Juntos por el Perú, coalición progresista aliada del gobierno, considerada parte del sector moderado, señala que los ataques de la derecha contra el llamado sector radical del régimen “están en la lógica de debilitar y desestabilizar al presidente”. “Se están buscando todos los flancos y ahí han encontrado uno. Con el poder y espacios mediáticos que tiene, la derecha insiste en las diferencias que puede haber, como las hay en todos los partidos, para buscar desarticular y dividir al bloque del gobierno. El ánimo de todos los que estamos desde distintos sectores de la izquierda tratando de construir por la gobernabilidad es que estos ataques no nos afecten, que resolvamos nuestras diferencias de manera interna, sin que se perturben procesos de articulación. Tenemos diferencias, pero yo no hablaría de diferencias entre moderados y radicales, sino de perspectivas distintas sobre puntos en común. Apostaría a que estos ataques nos van a fortalecer y unir más en nuestras coincidencias”, señala la legisladora, una de las jóvenes nuevas figuras de la izquierda.
Fujimoristas
La oposición de derecha, con el fujimorismo al frente, ya ha puesto en marcha en el Congreso su estrategia desestabilizadora. Los ministros recién se están acomodando en sus cargos y ya anuncian citarlos para que expliquen su gestión, que solo tiene días, y exigen renuncias. Se ha formado una comisión parlamentaria para investigar estos primeros días del gobierno de Castillo, algo nunca antes visto, y otra comisión investigadora sobre las elecciones, insistiendo en el falso relato de un fraude electoral que nunca existió y que la derecha inventó para tratar de impedir el triunfo de Castillo. No lo lograron, pero ahora pretenden cuestionar el proceso electoral desde el Congreso para deslegitimar al gobierno de Castillo.
“No me queda ninguna duda que hay sectores que no van a abandonar la intención de sacar a un presidente democráticamente elegido para poner a quién ellos quieran. Sin duda hay una acción en el Congreso para intentar destituir al presidente, pero podemos frenar ese intento, para lo que tenemos una buena fuente de apoyo en la ciudadanía. La presión ciudadana, y algunos medios de comunicación que todavía pueden tener un espacio de más objetividad, son claves para detener los intentos de una destitución del presidente”, señala Sigrid Bazán.