Hace 40 años, en la tarde del sábado 15 de agosto de 1981, el fútbol argentino vivía a dos puntas, una de las jornadas más memorables de su historia. En la Bombonera, la gloria: Boca empataba 1-1 con Racing, ganaba el torneo Metropolitano tras un apasionante mano a mano con Ferro Carril Oeste, y le posibilitaba a Diego Maradona salir campeón por primera vez en su carrera. Y en Caballito, el drama: San Lorenzo perdía 1-0 con Argentinos Juniors y se convertía en el primer equipo grande que descendía a la B en el profesionalismo. Los dos hechos se fueron dando en paralelo. Y si cada uno de ellos implicaba de por si una conmoción, la combinación de ambos dejó una marca emotiva dificil de omitir, cuatro décadas después.
Era otro fútbol. Tan diferente que ninguno de los dos partidos se transmitió por televisión en directo y en simultáneo. Lo que en este tiempo resulta natural, por entonces era una rareza. Canal 7 (hoy la Televisión Pública) trasmitió en diferido la consagración de Boca y Maradona y de San Lorenzo-Argentinos apenas se conservan borrosas imágenes de noticiero. Fueron las gigantescas transmisiones de José María Muñoz por Radio Rivadavia y de Víctor Hugo Morales por Radio El Mundo entre otras, las que le narraron el minuto a minuto de semejantes definiciones al país futbolero.
En realidad, aquel sábado fue el desemboque de tres semanas de altísima tensión en ambos extremos de la tabla de posiciones. El domingo 2 de agosto, aquel Boca que dirigía Silvio Marzolini y en el que brillaban Maradona y Miguel Angel Brindisi, le había ganado 1-0 una final anticipada a aquel Ferro que Carlos Timoteo Griguol había armado con esmero de artesano, y que venía mordiéndole los talones desde el comienzo de la segunda rueda. Tras un pase genial de Maradona, un gol de Hugo Perotti a diez minutos del cierre que generó una impresionante avalancha en la tribuna local, le posibilitó a Boca a sacar tres puntos de ventaja (49 a 46) a falta de dos fechas. En esos tiempos, los triunfos entregaban dos puntos y no tres, como ahora.
Ese mismo domingo, en la cancha de Ferro donde hacía de local tras el cierre y el desmantelamiento del Viejo Gasómetro de la Avenida La Plata, San Lorenzo, con goles de Héctor Scotta y Rubén Insúa y bajo la conducción de Juan Carlos Lorenzo, derrotaba 2-1 al River de Angel Labruna y aliviaba su comprometida situación en la tabla. No había promedios por entonces (se instauraron en 1983) y descendían los dos últimos en las posiciones. Colón, Argentinos Juniors, Sarmiento y San Lorenzo estaban inmersos en una titánica pelea punto a punto. Y aquella tarde en Junín, Sarmiento lo había complicado aún más a Argentinos venciéndolo 4-3.
Si el domingo 9, Boca le ganaba a Central en Rosario, daba la vuelta olímpica de visitante. La hinchada xeneize copó el estadio de Arroyito. Pero se retiró con las manos vacías: con un gol de tiro libre del lateral izquierdo Jorge García en el segundo tiempo, Central se impuso 1-0. Boca pudo haber empatado de penal: pero el zurdazo de Maradona dio en el travesaño y postergó la resolución una semana más. Ferro, que empató 3-3 con Huracán en Caballito, un partido que ganaba 3-0 en la etapa inicial, había achicado un punto la diferencia (49 a 48) y especulaba con que Racing derrotara a Boca en la Bombonera para forzar un desempate.
También por el descenso, las definiciones se trasladaron a la última fecha. San Lorenzo igualó 0-0 con Vélez de visitante y quedó con 28 puntos, en la misma línea que Sarmiento (que dio el golpe batiendo 1-0 a Estudiantes en La Plata con un gol de "Toti" Iglesias) y un punto más que Argentinos, que superó 2-1 a Unión en La Paternal y en la semana había sumado un punto adicional: el Tribunal de Disciplina de la AFA le dio ganado por doping del jugador Abelardo Carabelli, el partido que había igualado 2-2 con Talleres de Córdoba. El programa deparaba un final para el infarto. San Lorenzo y Argentinos debían enfrentarse en Caballito: el que perdía se iba a la B.
Todas las emociones confluyeron entonces en ese sábado único de hace 40 años: en simultáneo, Boca y Maradona se jugaban el título ante Racing y San Lorenzo arriesgaba la permanencia y la historia frente a Argentinos. El partido en la Bombonera fue tan tenso que a los 15 minutos de juego, el árbitro Abel Gnecco ya había expulsado a Perotti y Córdoba en Boca y a Olarticoechea y el uruguayo Carrasco en Racing. Nueve contra nueve, Boca se puso en ventaja al final del primer tiempo con un gol de penal de Maradona. Y aunque Racing le empató a dos minutos del final con un cabezazo de Pedro Omar Roldán, pudo soltar el grito de campeón con un punto de ventaja (50 a 49) sobre Ferro que al mismo tiempo había despachado a Platense 3-0 en la cancha de Atlanta. Para Diego, fue el primer título de su impar carrera. Y así lo festejó, dando la vuelta olímpica y cantando en andas de los hinchas.
En Caballito, no hubo tregua para los corazones: a los 17 minutos, el árbitro Carlos Espósito le dio un penal a San Lorenzo: lo ejecutó el sanjuanino Eduardo Delgado y Mario Alles, el arquero uruguayo de Argentinos, detuvo el remate y el rebote. Argentinos también tuvo un penal a su favor. Y como Carlos Salinas lo convirtió, ganó 1-0 y transformó en posible aquello que se creía imposible: que uno de los cinco grandes se fuera al descenso en medio de la inenarrable tristeza de su gente.
Mientras los hinchas de Boca y Maradona celebraban en las calles la nueva estrella de campeón, los de San Lorenzo peregrinaban llorosos y se pellizcaban sin poder creer la pesadilla que estaban viviendo. El éxtasis del triunfo y la agonía de la derrota, la gloria y el drama del fútbol. Todo eso se vivió al mismo tiempo aquella tarde de hace 40 años, en una de las definiciones más emocionantes que haya dado el fútbol argentino a lo largo de su historia.