“El principal responsable de lo sucedido soy yo. Hay puntos por mejorar. Después de una actuación así hay poco que decir". Así, sin grandilocuencias ni excusas, se expresó Paolo Montero, entrenador de San Lorenzo, tras la goleada 4-0 sufrida ante Unión, en Santa Fe. El ex defensor, que jugó una década en Juventus y dijo presente en el Mundial Corea Japón 2002 con la selección uruguaya, trabaja intensamente para encontrar el funcionamiento de San Lorenzo y recuperar ante Talleres el semblante de sus primeros encuentros. Porque hasta el sábado pasado el hijo del recordado Julio Montero Castillo no conocía la derrota en el banco cuervo.
El montevideano de 49 años -que dio sus primeros pasos como técnico en las juveniles de Peñarol, que en Argentina dirigió a Boca Unidos, Colón y Central y en Italia al Sambenedettese de la Serie C- analizó junto a Líbero el presente de un equipo que ocupa la posición 11ª tras haber sumado dos triunfos, dos empates y una caída.
-La legislatura porteña aprobó la Ley de Rezonificación y el club quedó habilitado para construir su nuevo estadio en Avenida La Plata. ¿Está al tanto de esto?
-Lo vi en la televisión. Sinceramente no conversamos con ningún jugador del tema, pero me imagino la importancia de esto que se logró y que viene desde hace mucho tiempo. Seguía a San Lorenzo después del año que jugué acá, porque quedé como simpatizante. Para el hincha, más que nada para el veterano, por todo lo vivido y por los equipos importantes de esa época que jugaron en el viejo estadio, debe ser una alegría enorme.
-Mencionó el año que le tocó jugar en San Lorenzo, que fue en la temporada 2005-2006. Tras su vuelta, quince años después, ¿cómo encontró el club?
-El club lo encontré mucho mejor. Es natural el crecimiento, pasaron 15 años y quedé contento, más allá de algunas problemáticas en lo económico. A nivel infraestructura se ha mejorado bastante. El gimnasio, el vestuario y todo lo se genera para darle apoyo al jugador. El público no lo ve, pero desde adentro se observa lo que tienen disposición a nivel médico, desde la sede y el equipamiento. En eso se ha crecido y se tiene que seguir avanzando, siempre respetando los presupuestos, a lo que es el fútbol de Europa.
-¿Hay material para sostener lo que se demostró en el arranque del campeonato?
-Debe mantenerse. Así debe ser en los clubes importante. Para eso es fundamental que todos estén a disposición para poder ir cambiando, porque habrá partidos entre semana. Sacando a Torrico y a Néstor (Ortigoza) que estuvieron todos los partidos, faltaron jugadores que te dan experiencia y tranquilidad en los momentos críticos de un partido. Ahora sólo queda recuperar a Nicolás Fernández, Franco Di Santo ya está con nosotros, como (Alejandro) Donatti y (Cristian) Zapata. Así se alza la competencia interna y eso lleva al buen nivel individual y grupal. Después depende de las decisiones del técnico y del coraje para poner al jugador que esté en mejor condición, más allá del nombre. Sabemos también que hay jugadores que con el carisma suplantan lo físico.
-¿Cómo tomó la salida de Juan Ramírez cuando el campeonato arrancaba?
-Lo que pasa es que nosotros -y voy a hablar de Uruguay, no de Argentina ni de Italia- lo tomamos mucho más sentimental. En cambio en Europa es normal. No se toma como una traición, sino como un profesional que decidió trabajar en otro equipo. El jugador vino de frente, me lo dijo en la cara y eso lo respeto mucho. Es una opción que tomó. También habló con sus compañeros. Porque lo más importante no es hablar con el técnico sino encarar al grupo y decirle lo que sentís y pensás. No me llamó la atención para mal, para nada, pero sí soy consciente de que para nosotros fue una pérdida importante. Es un jugador valioso y en estos partidos en Boca lo ha demostrado.
-En caso de que pudiera reflotarse, ¿aceptaría la partida de Di Santo a Boca?
-Antes de asumir, Mauro (Cetto, mánager del club) nos dijo quiénes podrían ser los jugadores con chances de salir. Obvio que sabe que para nosotros, como entrenadores y para el manejo del plantel, hay jugadores que dan mucha categoría y prestigio. Franco es uno de esos. Ya le dije a Mauro cuál es mi idea y estamos muy esperanzados de que se quede. Lo veo muy contento, contamos con él y sabemos que con Franco, como también sucedía con Juan (Ramírez), se pueden lograr los objetivos ambiciosos que nos marcaron los dirigentes de poder luchar por cosas importantes.
-Los hermanos Romero discutieron con Diego Monarriz, jugaron poco con Diego Dabove y tuvieron algunos entredichos con compañeros. Desde el vínculo que tuvo con ellos hasta ahora, ¿cómo los vio?
-Desde el primer día lo dije que todo el mundo me lo preguntaba, escucho siempre pero mis conclusiones las saco yo. Y en todo momento, por lo que estoy viendo desde que llegaron después de la Copa América, los veo integrados. El otro día hubo un día hermoso y cuando terminó la práctica se quedaron un rato largo sentados 15 o 16 jugadores conversando, riéndose y ellos estaban ahí. Una de las cosas que me llamó la atención es el profesionalismo que tienen los jugadores que llegan una hora y media antes del entrenamiento y cumplen sus rutinas físicas después de desayunar. Ellos siempre están junto al grupo en ese momento. En ningún momento veo que busquen un trato especial, de estrella. Para nada. Estamos muy contentos con ellos, son jugadores importantes que en los momentos críticos la quieren siempre. El grupo está bien y eso como cuerpo técnico nos da mucha alegría y orgullo.
-En su etapa de jugador, como defensor, era catalogado como un tipo duro, recio. ¿Le gustaría que su equipo tuviera esas características?
-Lo que uno va aprendiendo como entrenador es que esa actitud de ir a todas al límite, de no dar una pelota por perdida y de imponerse en los duelos termina definiendo quién gana el partido. A nivel defensivo y ofensivo. No lo digo con cassette, esa segunda pelota muchas veces es sagrada. Si lográs ganarla tenés un porcentaje alto de ir ganando el partido. Buscamos interpretar el fútbol de la manera que jugábamos, pero también siendo conscientes del paladar del fútbol argentino de que hay que intentar proponer. Porque el argentino en cualquier deporte que haga, y se vio en los Juegos Olímpicos con el rugby, el básquet, el vóley o el hockey, busca ser protagonista a pesar de la adversidad. Sabemos que muchas veces será difícil, como puede ser en el rugby al enfrentar a los All Blacks, pero dejando todo en la cancha.
-¿Les habla a los jugadores de su experiencia europea en Juventus?
-Yo no hablo de mí. Los centrales, más que nada Federico (Gattoni) y Francisco (Flores), preguntan. También conversé con los dos Romero de Italia, pero nunca nace de mí. Si preguntan les contesto, obvio. Lo que noto es que escuchan y están abiertos al diálogo. En el cuerpo técnico le damos la chance al jugador de opinar, de discutir. Somos ex futbolistas que aprovechando la juventud del plantel buscamos hacer docencia. Los jugadores tienen condiciones para poder dar el gran salto entonces uno les vas diciendo alguna manera de entrenar, de jugar y, principalmente, les comparto experiencias de mis compañeros: cómo vivían, cómo entrenaban y cómo encaraban la semana. Son cosas que me sirvieron y que busco manejarlas como entrenador.
-San Lorenzo viene cambiando de técnico cada vez con más frecuencia en los últimos años. ¿Le gustaría modificar esta tendencia y hacer carrera en el club?
-Ojalá que se cambie, que se rompa esta racha. No meto en duda el trabajo que habrán hecho los entrenadores anteriores porque en el fútbol nos conocemos todos y sabemos cómo trabajan. Y, sobre todo, que son buenas personas. Eso a veces es lo que más te duele. Estamos muy contentos por el trato del club y de la gente, pero somos conscientes de que los rioplatenses, los latinos, vamos al resultado. Estamos en San Lorenzo y tenemos que ganar. No será fácil porque el campeonato argentino es el más parecido al de Europa. Es muy competitivo y cualquiera le puede ganar a cualquiera. Debemos conseguir los resultados que nos marcaron los dirigentes para seguir. Y en eso un mínimo de dignidad tenemos que si no lo logramos daremos un paso al costado.