La poesía es lo más parecido que existe a la libertad. “Esos bardos que imitan a los pájaros/ silvestres, siempre olvidan que las jaulas/ cercan los aires más puros, la tierra/ se seca, y así la flor debe cantar/ y restringir su luz, donde malezas/ bailan hacia el unísono del sol”, se lee en uno de los veinticinco poemas de Hacia Carcassonne (Pre-Textos), del poeta y traductor Juan Arabia. El libro propone un itinerario por los caminos de Provenza y sus alrededores, para volver sobre los pasos de legendarios trovadores como Bertran De Born, Marcabrú, Raimbaut D’Aurenga, Montcorbier (alias Villon), Arnaut Daniel, Peire d’Alvernha y Giraut.

Arabia (Buenos Aires, 1983), que tradujo obras de Ezra Pound, Arthur Rimbaud, Dylan Thomas y Dan Fante y es fundador y director de la revista y editorial Buenos Aires Poetry, incluyó en Hacia Carcassonne un poema escrito en italiano, “Sparo Karma”. “El título proviene de una entrevista que dio Allen Ginsberg el día de la muerte de Ezra Pound. Allí explica cómo todo un grupo de neofascistas y traficantes neoreaccionarios de la CIA trabajaron a largo y mediano plazo en descrédito de la imagen moral del poeta. Sin duda hay muchísimos matices, pero especialmente Pound estaba en contra de la usura”, recuerda Arabia, autor de Desalojo de la naturaleza (2018) y The Bund (2020), para contextualizar el apoyo de Pound al fascismo italiano.

-¿Por qué “Hacia Carcassonne”? ¿La poesía debería volver, como lo hizo Ezra Pound, a las formas poéticas arcaicas?

-Más allá de lo metaliterario que pueda resultar el libro, es concretamente experiencial y se titula de esa forma porque escribí su primer poema en la fortificada ciudad de Carcassonne, posiblemente uno de los símbolos más representativos de la Baja Edad Media y lo que culturalmente nos lleva al inicio de la poesía moderna en lengua vulgar: los trovadores. La idea era recorrer esos caminos de Provenza y sus alrededores, pensarlos vivos. Respecto a las formas poéticas arcaicas, el libro trabaja con extremos de una vanguardia ya convertida en tradición (verso libre, pausa versal, economía visual) y una tradición que ha dejado de serlo (desde la composición de una sextina, a géneros de la poesía provenzal).

-¿En qué se parecen y en qué se diferencian las figuras del trovador y el poeta? ¿Que el trovador era más “performático” y musical, que tenía una concepción más de “puesta en escena” de la poesía?

-Para los trovadores la música y la lírica resultaban inseparables. De hecho, sus obras, eran generalmente representadas por juglares y no por ellos. Y podríamos pensar en el mismo Serge Gainsbourg como un trovador, aunque no componía sus canciones para las cortes de la Edad Media, sino para los juglares de la música pop y ye-yé.

-En uno de los poemas el yo poético dice que “no tenía el menor deseo de ser oscuro”. En otro poema, alguien se debate entre “el cantar oscuro y cantar liviano”. ¿Cómo es tu relación con esta especie de opuestos que son la oscuridad y claridad?

-Si algún potencial tiene la poesía a favor del lenguaje unidimensional es precisamente su capacidad de contener muchos universos y sentidos. El “trobar clus” (cantar hermético o cerrado) más que ocultar significados, los invierte y multiplica, y por eso mismo nos sigue brindando nuevas lecturas con el paso del tiempo. Una manera de embrollar los sentidos, de “entrebescar”, decían los provenzales: entrelazar. La poesía puede jugar con ritmos, sonidos, formas y figuras retóricas. Es lo más parecido que existe a la libertad dentro de una de las cárceles más antiguas de todas: el lenguaje, el habla, un idioma.

-¿Por qué estás convencido de que Pound se percibía a sí mismo como un trovador?

-Precisamente porque pudo concebir a la poesía como música, en primera instancia. Y por eso la métrica le parecía uno de los recursos más estériles del género: por ejemplo, el verso blanco de Milton, a quien llamaba el “orejas de burro”. Arnaut Daniel, uno de los autores que más cultivó el “trobar clus” y su derivación en “trobar ric”, simplemente imitaba el sonido de los pájaros en desmedro del sentido.

-¿Qué relación entablan la escritura de poesía y la traducción? ¿Poeta y traductor pueden dialogar, intercambian bien los roles, o hay siempre una tensión irresoluble?

-Creo que la traducción y el ejercicio de la crítica son dos partes fundamentales de la formación de un poeta. De hecho, no podría concebir una poesía estrictamente experiencial. Comparto con T. S. Eliot la idea de que un poeta muere cuando se le acaban las influencias.