Estudiantes de La Plata sigue obedientemente la línea de su técnico, el Ruso Zielinski. Los jugadores saben que no deben regalarse; que deben presionar arriba cuando las circunstancias lo permiten; que hay que salir muy rápido en contraataque cuando se roba la pelota en el medio; que invariablemente hay que pararse detrás de la línea de la pelota cuando la agarran los contrarios; y que hay que ser muy precisos para capitalizar las jugadas de pelota parada. El equipo tiene un buen arquero, una línea de fondo sólida y algo de buen juego cuando la pelota pasa por los volantes, especialmente por Sánchez Miño. Nada del otro mundo, no le sobra nada, pero con lo que tiene le alcanzó para alzarse con una victoria merecida ante Boca y escalar en la tabla hasta quedar a solo dos puntos del líder, Independiente.

Boca está tan perdido que la niebla que cubrió en el segundo tiempo la cancha de 1 y 57 bien podría tomarse como un símbolo del momento que atraviesan Miguel Angel Russo y sus dirigidos. En lo que va de este torneo, Boca perdió con Sasn Lorenzo y Estudiantes y empató con Unión, Banfield, Talleres y Argentinos. Está a 10 puntos del líder y a 1 solo de los colistas Central y Vélez. Hizo dos goles en seis partidos, es decir uno cada cada tres horas de juego. Si agregamos los empates sin goles contra River y Atlético Mineiro se agrandarán aun más los datos de esa sequía goleadora. Los números reafirman lo que salta a la vista: Boca juega mal, sin ideas, sin peso ofensivo, y da la sensación de que  no tiene ni la menor idea de cómo ponerle freno al pesimismo que genera entre sus hinchas.

En los primeros 15 o 20 minutos de su partido con Estudiantes pareció que Boca podía levantar en algunos centímetros el nivel de sus últimos partidos porque el local estaba demasiado pasivo, Ramírez ponía un poco de claridad en el medio y hasta se produjo una pared entre Briasco y Pavón, que pudo haber terminado en gol en una de las poquitas llegadas a fondo. Pero no fue más que un espejismo porque Ramírez se fue quedando solo, la pelota se empezó a repartir más y Andújar dejó de preocuparse. La idea de que la línea de tres facilitara las subidas de Advíncula y Fabra no prosperó un poco porque los dos tomaron malas decisiones y otro poco por el mal general que aqueja al equipo del medio hacia arriba: sus futbolistas mantienen “distancia social”, juegan muy lejos unos de otros, no arman pequeñas sociedades, no se juntan y terminan regalando la pelota. Pavón debe tener la cabeza en otro lado, Briasco no aporta mucho por el medio y tampoco cuando busca por los costados, que es su hábitat natural. El desconcierto de los de arriba se trasladó en el segundo tiempo a los de abajo, que cometieron algunos errores infantiles en el exasperante circuito de pases entre los del fondo buscando una conexión con los del medio que no se da seguido.

Ya antes de que Estudiantes lograra su gol (corner de Zuqui, cabezazo de Noguera), se notaba que Boca necesitaba alguna variantes para modificar el panorama, pero Russo tardó demasiado en meterlo a Molinas y, cuando puso a Vázquez y Obando, ya no había tiempo para nada: Estudiantes manejaba el juego y hacía lo necesario para justificar su victoria.

 

 

 

 A Boca le duele la derrota, la tabla y la sequía, pero lo que más le duele es que no juega a nada.