Amor e injusticia social. Injusticia social y amor. Así, en tándem cíclico y recurrente, devienen ambas instancias de la vida humana en las que Alfredo Esmok se basó para el elegir el repertorio de Ni me entrego ni me voy, su flamante disco de tangos, valses y milongas, bajo dirección de Nacho Cabello. “No entregarse ni irse es una actitud de vida. Y yo no me voy de esta tierra. Mientras hay algunos que se van del país como siempre lo han hecho, yo decido quedarme, poner el cuerpo con la esperanza de que todo mejore. Es una convicción, una militancia de vida”, argumenta este cantor de 75 años.
El tercer disco de Esmok, que presentará este sábado 23 a las 21 en Je Suis Lacan (Balcarce 749) contabiliza ocho piezas de acervo tanguero. Hace convivir temas como la milonga epónima compuesta por la dupla Ismael Spitalnik-Héctor Negro –dos compañeros de ruta de Esmok—, con la maravillosa e invencible “Acquaforte”, del viejo tándem Pettorossi-Catán. También al “Valsecito amigo”, de Troilo y Contursi, con otra cuya punta de pluma refiere a un mojón intenso en la vida del cantor: “Exilios”, de Coco Domínguez Tealdi. “Este tema es clave, porque completo la explicación del nombre del disco, dado que tiene que ver con el exilio. Ahora, si me centro en la totalidad del repertorio que hago, lo que yo siento es que soy un enamorado eterno y un luchador incansable por la justicia social. Siempre estoy yendo detrás de la utopía de ver un mundo más justo”.
Nacido en 1946 en el seno de una familia de la clase trabajadora y milonguera, Esmok es también docente y actor. Como tal, dejó su huella en dos obras de los bravos setenta: El grito de Alcorta y Yo, Bertolt Brecht, digo. Como cantor, en tanto, debutó con el latinoamericanista Hermana Nicaragua, disco publicado en 1985, que contó con la dirección del recordado pianista, compositor, director de orquesta y arreglador Oscar Cardozo Ocampo. “Yo puedo evocar ese disco en el contexto de su época, que era el de la derrota de una dictadura y la esperanza de un futuro mejor para el pueblo nicaragüense. En ese contexto, creo que se puede seguir reivindicando”, sostiene el ex cantor de Percal Tango, cuyo disco del medio en su trilogía se llama Asignatura pendiente. “La verdad es que no sé cuál será el interés de voltear a Nicaragua hoy, habiendo tantas calamidades en el resto del mundo, mil veces peores que esa”.
Admirador de los cantores que elegía Aníbal Troilo para su orquesta, del compromiso y el ritmo de Osvaldo Pugliese, de la revolución causada por la música de Astor Piazzolla, y de la entrega total de Alberto Morán “aferrado al micrófono”, Esmok ve en las nuevas generaciones tangueras un futuro alentador y promisorio, despojado de viejos prejuicios. “Noto mucha frescura en la manera que se aborda el género en estos tiempos. Admiro los arreglos musicales de avanzada que se mezclan con instrumentos de otros géneros. También las letras despojadas del machismo que hemos consumido durante tantos años, algo por supuesto está muy acorde a la evolución del tango”.