Ante cada episodio, el periodista Humphrey Inzillo invita a acomodarse en un sillón, destaparse una cerveza, o servirse una copa de grapa miel “o cualquier bebida espirituosa”, y disfrutar de lo que va a venir. Vale la pena, porque lo que deviene en Los Años Luz Podcast es un repaso nutritivo, holístico, al hueso, de algún disco publicado por el sello Los Años Luz durante lo que va del siglo XXI. “La idea de este podcast es algo que venía dando vueltas entre otras, el tema era cómo poner en valor el catálogo de un sello cuya obra y valor está dado precisamente por esta construcción”, señala Javier Tenembaum, factótum y creador del sello junto a Nani Monner Sans.
“Surgió con varias intenciones, sí. La primera fue la de poner en valor el catálogo del sello que, en algún sentido, si se me permite la analogía futbolera, es como el club Parque de la música popular argentina… un semillero de cracks”, agrega el melómano Humphrey, dueño de la idea, y argumenta. “Es como si fuera una cantera, ya que de allí surgieron, hace unas dos décadas, los primeros trabajos de artistas que hoy son masivos, como Kevin Johansen y Lisandro Aristimuño”.
Los podcast –seis a la fecha- se pueden escuchar en Spotify y siempre contienen la historia por detrás de varios de los discos más emblemáticos del sello creado en 1999. Tras el pedido inicial, Humphrey ubica la obra elegida en su marco histórico-musical, y luego habilita la palabra del autor del trabajo escogido. De Johansen, por tomar uno de ellos, que termina de orientar sobre The Nada, su revelador disco debut. Allí, el cantautor cuenta pormenores conocidos y no tanto de aquel trabajo publicado en el año 2000. Ribetes de la formación que lo acompañó, su sonido, el variopinto rompecabezas musical que mixturaba funk, soul, sones centroamericanos, rock y buenas letras. Tras las palabras del autor, el melómano Inzillo se “encapricha” con tres temas del disco, los pica, y luego los mecha con otro testimonio de Johansen.
En este caso, las canciones elegidas son “Guacamole”, que su autor describe como una “anticanción”; “No me abandones”, adherida a la explosión del son cubano y la salsa puertorriqueña de los años en que Kevin hacía de Dj en Estados Unidos; y “El círculo”, definida por el presentador como una “canción de cuna”, y por el compositor como un tema de letra circular y contradictoria “en el buen sentido”. También están las historias detrás de un inmenso disco que el sello extrajo del mejor arcón histórico de la música rioplatense –Inéditas, del inefable dúo Denoir-Mateo, Mateo-Denoir-, con testimonios reveladores y jugosos de la cantante, y lateralidades clave de Guilherme de Alencar Pinto, el autor de Razones locas, la inmensa –en todo sentido- biografía sobre Eduardo Mateo.
“Del mismo modo que ocurre con otros sellos que admiro, como Blue Note, por citar un ejemplo, no considero que Los Años Luz tenga discos malos. La puesta en valor, claro, es subjetiva. A lo que me refiero es a que, entendiendo el valor artesanal, la curaduría y el amor de Nani y Javier por cada uno de los discos que editan, el sello es una garantía de calidad y de felicidad. Ser parte de este proyecto es para mí un motivo de alegría”, destaca Inzillo, editor de la revista Brando y miembro fundador de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica.
Los otros episodios subidos hasta ahora a la plataforma Spotify contienen historias, testimonios y músicas de Echale semilla, de Axel Krygier; de Somos libres, el disco que Martín Buscaglia grabó en vivo en el Café Vinilo; de Soy pecadora, parte de la trilogía vital de Ana Prada junto a Soy sola y Soy otra; y de Azules Turquesas, de Lisandro Aristimuño, serie a la que se añadirá en breve otra tanda. Una “segunda temporada” que el periodista y melómano Humphrey pone en palabras. “Estamos craneando la segunda temporada y exploraremos allí varias vetas. Por un lado, la que tiene que ver con la línea litoraleña, desde el discazo del enorme Ramón Ayala a los Núñez y su chamamé monumental; del pop rock sofisticado de Lucas Martí al klezmer porteño de Lerner y Moguilevsky, entre otros discos, que por supuesto también son universos artísticos por revalorizar”.
Lo de universo artístico es clave, dado el atentado al disco y su significado conceptual que implica el avance implacable de las plataformas, y la vuelta a esa especie de sencillo virtual que inunda las redes. Hacia tal punto va Tenembaum. “El consumo que ofrecen las plataformas, que hoy por hoy son el modo en que mayoritariamente se consumen los fonogramas, destruye en primer lugar el concepto de obra que es el álbum, el disco conceptual, y esto pareciera no tener retorno”, advierte. “Y lo otro que se destruye también es el concepto de sello curador, dado que ya no podemos pispear en las plataformas qué fue lo que editó nuestro sello preferido o buscar lo nuevo del jazz en los sellos emblemáticos, pues la plataforma no tiene esta opción. Creo que lo que estamos haciendo con estos podcasts es una defensa ante lo que se está viviendo respecto de la industria musical”, epiloga el productor musical y director del sello.