En 2019, Pil pensó en cantar con Wos. Había cumplido 60 años en febrero y estaba por sacar un disco nuevo con Pilsen, la banda que lo reubicaba en el andarivel cuando se esfumaban Los Violadores. Una de sus canciones era Así está el rock, un punk bien pilseniano, al estilo del Tucán Barauskas, su socio creativo de este siglo. Chalar quería agregarle unas estrofas rapeadas porque sentía que le daría más autoridad a su crítica al rock actual. "Que asco verlo así, silenciado/ y que asco así, anestesiado / Ni un amague hay de transgresión, y la posta la toma el hip hop", postuló en el estribillo. Solo necesitaba alguien de esa generación que le pusiera voz nueva al manifiesto.
El cantante, como se sabe, educó su oído en el punk. Pero jamás obturó inquietudes. Y la última le llegó por medio de Ian, su hijo de entonces 15 años, consumidor de lo que vagamente algunos periodistas llamamos música urbana. Desde Lima, donde vivía hacía dos décadas, Pil empezó a parar la oreja y preguntarse qué ocurría en Argentina. Finalmente, Pilsen encontró algo superador para uno de los hitos de Carne, tierras y sangre, ese disco final que ahora muchos están descubriendo. Y fue XXL Irione, un rapero old school criado también en el punk. ¡Si hasta su debut fue en Cemento!
Así fue que Enrique Chalar (Pil) y Juan Manuel Fernández Maciuk (Irione) tostaron un blend perfecto entre generaciones e influencias. Y validaciones: en 2003, Chalar había dicho que prefería "el discurso de la cumbia villera antes que el de Hadad". Damas Gratis y similares había levantado polémicas post 2001 con artistas sub25, pero de repente había aparecido Radio 10 articulando idearios para grandes audiencias y Pil no dudó en qué lado de la mecha ubicarse: siempre de la vereda de los pibes y nunca de la de aquellos viejos patéticos que criticó en el primer disco de Violadores.
La curiosidad XXL de Pil
La llegada a Irione fue el último F5 de Pil con lo que se estaba produciendo y consumiendo en su país, al que volvía permanentemente. Se fue sin irse, siempre regresando, acaso un gerundio para evitar el pretérito. Irione recuerda: "Me contactó Tomy Loiseau, entonces bajista de Pilsen, quien estaba grabando el disco en su casa. Y me dejaron crear con libertad: rapeé con la base en casa y Pil se volvió loco. No tuvo ni una objeción, lo cual para mí fue un aval fuerte. Uno de mis proyectos frustrados era tener una banda punk, o conectar con alguno de sus referentes, y ese vínculo fue de lo mejor que me pasó".
"Hubo un contacto muy profundo con Pil. Hablábamos mucho de noche por WhatsApp porque, más allá de la canción, él intentaba entender el género urbano", recuerda el rapero. "Lo apoyaba, aunque había cosas que no podía descifrar. Una vez me preguntó si estaba todo bien entre el reggaetón y el freestyle de la plaza. Le expliqué que hay multinacionales que agarran a pibes de las plazas y los ponen a cantar reggaetón para bailar en TikTok, porque el rap no vende todavía acá. No estamos en Estados Unidos sino en Latinoamérica, donde la música está para hacer mover culos. Y si los pibes se ponen a rapear sobre la realidad social, no le conviene a las discográficas", describe.
"En cierto punto, el rap argento tiene mucho que ver con el punk", compara XXL Irione. "Es underground, con la diferencia de que los raperos entendimos cómo usar las redes sociales, algo acorde a nuestra generación. Pil entendía mucho la movida urbana a través de su hijo, de lo que investigaba… y luego, creo, también a través de mí. Encontró el crossover que necesitaba para captar nuestra movida." El rapero dice que siempre supo que, tarde o temprano, ambos públicos se entenderían a través de los crossovers. "Eso acercó a un montón de rockeros y convirtió a muchos dinosaurios en flores, porque entendieron la movida con otro respeto."
Blindado contra carpetazos
Pil tuvo etapas mejores y otras no tanto, pero nunca fue un careta: jamás tiró una onda artística por especulación. Más allá de sus distintos capítulos con Violadores, Chalar podía, de repente, conectar con la Fernández Fierro y dejarse llevar por las interpretaciones de tango moderno que hacían de sus standards punks. O protagonizar acústicos en lugares más pequeños, en todo el país, con entrada gratuita.
Muchos recuerdan la noche en la que Pil dio una charla en un pequeño bar de Tilcara y luego se quedó varias horas tertuliando con pibes y pibas que se habían acercado porque escucharon que el Comandante del punk andaba por el pueblo. O aquella actividad en la Facultad de Sociales de la UBA, donde cerró tocando con Pilsen e incendiando el claustro ante alumnos, profesores, directivos y público en general.
También le dio su apoyo a distintas iniciativas políticas. Desde ir a bancar en Plaza de Mayo durante las pascuas de "la casa está en orden" hasta apoyar a un candidato del PTS en el norte argentino. Y en 2019, cuando solo había dos botones para apretar, mostró los dedos en V, bancándose incluso cuestionamientos de su propia gente, quienes buscaban correrlo por izquierda. Pero no tenía sentido: hasta su último día, Pil resistía archivos y carpetazos.
Lecciones codo a codo
Su vínculo con las juventudes no sólo provenía de las novedades musicales o ideológicas a las que estaba atento. Tras desarmar la última formación estable de Los Violadores, Pil experimentó un camino solista junto a Barauskas, su congénere, e incorporó a músicos que podrían ser sus hijos y sobrinos: el bajista Tomy Loiseau y el baterista platense Tulio Pozzio. Y luego, tras el fallecimiento de Tomy, con el Chino Morales. Todos opinaban, aportaban y decidían. No había una organización verticalista y exigencias de divo. Al contrario.
"Pil llegó a mi vida por medio de los discos que me hacía escuchar el hermano mayor de un amigo en La Plata. Entre lo primero que escuché están Los Viola y también Pilsen. Años después me tocó entrar a su proyecto solista y ahí forjamos una relación en base a los shows y a las giras. Conociéndonos. Y él confiando en compañeros de banda más jóvenes. Nunca nos hizo notar esa diferencia generacional. Ni tampoco intelectual, que yo notaba y por eso tomé un lugar de espectador, para apreciar sus vivencias y aprender escuchándolo", evoca Tulio. "Adquirí mucha experiencia desde lo musical, lo humano y lo intelectual. Pil acumulaba mucha info, era una enciclopedia."
"Toqué con varios músicos de experiencia. Y algunos me hacían notar sus años, me tiraban su carrera encima. Pero Pil no", sostiene Pozzio. "Y además predicaba con el ejemplo: siempre estaba acomodando su cabeza a los tiempos que corrían y eso también nos obligaba a interpelarnos. Capaz queríamos hacer una canción vieja de él, y decía que no. 'Me parece que hoy suena retrógrado, no es para esta época', se plantaba."
Pil tuvo siempre claro hasta su último día para donde había que ir, señala el Chino Morales. "Y eso nos marcaba desde hace mucho tiempo el camino a nosotros: hacia dónde era la cosa, la mirada, cómo eran las relaciones de poder. Y cómo había que hacer música, con qué sentimientos y con qué actitud. La tenía súper clara. Me parece que ése es el legado que nos deja. Y que lo volverá eterno."