El cine, como todas sabemos, el de acá y el de cualquier parte, es el lugar privilegiado en los últimos dos siglos para atesorar, crear y hasta redactar los sueños de las masas que se reúnen a mirarlo. Si hay un lugar donde la moda se volvió no solo accesible sino también materia de opinión para todos y todas es el universo de nuestras estrellas hollywoodenses o de Palermo Hollywood, no importa. Lo fundamental es que el tema que sea, cuando va a ser un tema de debate social profundo esté atravesado por la lente que lo vuelve accesible.

La lista infinita

De allí que el vestuario se haya vuelto tan importante en el cine. Es imposible que pensemos en Keira Knigtley en la película Expiación sin que la veamos avanzar flotando en la noche con un vestido verde de seda. Cher caminando al amanecer por una calle de Brooklyn con un tapadito negro (Hechizo de luna). Marilyn con un vestido con guantes rosas diciendo que solo necesita diamantes, Audrey Hepburn, con un vestidito negro haciendo de chica de provincia que llega a la ciudad. ¿Y Julia Roberts con ese strapless rojo? Sí, sí.. ya las escucho a todas gritándome como locas porque no nombré el que están esperando. Hagan sus listas, confróntenlas con les amiges… qué sé yo.. el tema da para quedarse una noche hablando (¡Siiii… Divine con esa cola de pescado naranja! ¡Ya sé! ¡Es una lista infinita!)

Bien… si la lista universal es infinita, imagínense poder debatir las versiones locales del tema con Victoria Lescano. ¡Bueno… no lo imaginen más porque este es el libro, mi ciela!

Prueba de vestuario es un recorrido por los vestidos más icónicos e increíbles de nuestro cine. Que la Chiqui mostrando sus corpiños haute couture, que Zully con esos vestidos de raso, que Tita Merello dándonos esas polleras tubísimo, con tajo suficiente para levantar la pantorrilla en un instante de locura y de equilibrio, que Niní mezclando los vestidos de señora excesiva con los uniformes de mucama entrometida… En fin. Si hay algo interesante en el vestuario del cine que nos muestra Lescano, es que los vestidos se convierten casi en un personaje más. Y si bien es verdad que la moda siempre habla, nos expone, nos permite comunicarnos, la usamos como parte de nuestra presentación, en el cine esto se potencia porque el vestuario está obligado a contarnos cosas de los personajes. Nunca es un elemento casual. Recordemos que, por ejemplo, una de las más grandes películas de nuestra historia, Dios se lo pague, no es más que la historia de un hombre que puede transformar su identidad, porque puede vestirse de otra manera. Y uno de los capítulos de este libro está dedicado al tema pantalón, en lo que tiene justamente de identitario. Prenda que existe para señalar al que la lleva: niño, hombre, mujer… es un universo de definiciones.

Victoria Lescano por Alejandra López


Próceres del cine y la moda

Pero al mismo tiempo que el vestuario nos habla, también hablan sus creadores. Los próceres de la moda del cine argentino, que son también los de la moda. Desde los menos conocidos (aunque fundamentales) como Lerchundi, hasta los que se convirtieron ellos mismos en verdaderos personajes de la cultura nacional. Sin Horace Lannes o Paco Jaumandreu sería imposible comprender el impacto que tuvieron personajes desde Evita a Mirtha, o Niní. Y aún ellos han sido fundamentales para la creación de personajes nacionales como la Rubia Mireya (cuya historia contada en el cine y en la música) nos explica tanto de nuestra idiosincrasia nacional que necesita un libro en sí misma.

Por también hay otros problemas, como por ejemplo el modo en el que se interpreta la relación entre lo nacional y lo extranjero, el uso de los materiales y diseños que pueden denotar la intención de romper o no con los cánones del exterior.

Uno de los últimos capítulos está destinado a reflexionar con el vestuarista Julio Suárez acerca de la quintaescencia del vestuario del cine: el vestuario de época. Y también a pensar cómo se representa el tiempo y el paso del tiempo en el cine.

En Zama, por ejemplo, que recorre un período extenso de tiempo, el vestuario es casi el único indicio visual que puede narrar ese transcurso. De modo que allí el vestuarista se trasforma en un verdadero historiador que puede crear el efecto del tiempo en un personaje.

Vestuario y feminismos

Y aún más, el libro le dedica un buen espacio a pensar cómo el vestuario del cine puede transformarse en un verdadero ícono de la moda que atraviesa la pantalla y llega a otras esferas. Algunos ejemplos serían algunas demostraciones y performances hechas por mujeres en el último tiempo que usan el vestuario monacal de El cuento de la criada, la novela vuelta miniserie, para hablar del feminismo y sus problemas más urgentes.

El libro de Victoria Lescano tiene, además de una información valiosa, recuperada con seriedad, otro valor; y es que entre sus páginas abundan las fotos, los afiches y los figurines de los momentos más icónicos de la historia del traje cinematográfico.

Para quienes les interese hacer este recorrido por esa parte tan importante de la imaginación nacional, es un libro imperdible. Para los que se propongan, como dice la autora, ir recorriendo el libro con Youtube a mano para ir descubriendo las posibilidades creativas del tema, es una joya.