Los jueces “no se preocupan por las pruebas sino por la opinión pública, pero al ser vitalicios no están sometidos a la opinión pública como los dirigentes políticos”, dijo el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Y afirmó que “vivimos una tempestad” aunque “no es el fin de los procesos progresistas en América latina”. Esas y otras definiciones forman parte del diálogo de una hora que Lula mantuvo con Nicolás Trotta, rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, quien esta noche a las 22 por América 24 estrenará el ciclo semanal Latinoamérica piensa.

“A diferencia de lo que pasó en Brasil el gobierno de la Argentina fue electo democráticamente”, dijo Lula. “Pero observo que hay mucha persecución y muchas acusaciones infundadas contra Cristina, igual que en Brasil contra mí y contra Dilma.” 

Trotta también le propuso también reflexionar sobre el pasado en la gestión. “La gente creció por su esfuerzo y el gobierno creó oportunidades para que el ascenso fuese posible, aunque tal vez nos equivocamos y después de ese punto no discutimos suficientemente el futuro”, dijo Lula, que presidió Brasil entre el primer día de 2003 y el último de 2010. Las últimas encuestas lo dan primero en intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre de 2018. Aún no se lanzó porque las leyes brasileñas prohíben adelantar la campaña. Pero a Trotta le dijo: “Tengo 71 años, más ganas de luchar que a los 29, y no pienso quedarme encerrado en mi casa”.

“En este ciclo de programas que pensamos desde la UMET con la colaboración del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales queremos reforzar el perfil de un espacio académico que toma posición por los derechos de los trabajadores y a la vez plantea la mirada crítica incluso de los procesos políticos que nos resultan más próximos”, dijo Trotta a PáginaI12. Con 41 años cumplidos el 20 de enero, este abogado y doctorando en Educación que fue funcionarios de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner recordó que en 2004 promovió un encuentro de jóvenes latinoamericanos donde participaron dirigentes del Frente Amplio uruguayo, el Partido de los Trabajadores de Brasil y el Partido Socialista chileno. “Y hace cuatro años, en el 2013, como un símbolo del sello de compromiso con los trabajadores y con el futuro de la región, Lula vino a Buenos Aires a inaugurar la UMET.”

En un tramo del programa Lula revela sonriente qué le dijo a Hugo Chávez cuando dejó el gobierno en manos de Dilma Rousseff: “Hugo, vas a tener que cambiar algunas actitudes. Una cosa era lidiar conmigo y con Kirchner y otra será tratar con Dilma y con Cristina, porque la mujer cuando entra en la política es más dura, se impone más”.

“Con Lula y con otros líderes trataremos de llenar un vacío”, prometió Trotta. “Se transmite poco la experiencia, contada en primera persona, de los que ejercieron las principales responsabilidades de gobierno. Y tiene un enorme valor cuando ellos cuentan los avances logrados o cuando narran las limitaciones y los errores de cada gobierno.” Añadió que “la UMET surge con una matriz sindical de origen y al mismo tiempo busca profundizar el conocimiento y el intercambio con espacios institucionales, políticos, científicos y sociales de la Argentina y de todo el continente”.

Sobre la integración dijo el ex presidente que “si Brasil y la Argentina trabajan juntos y elaboran juntos los proyectos de desarrollo, seremos una potencia capaz de construir de a dos la unidad de América latina”. Afirmó entender cada vez más por qué los norteamericanos no quieren que Brasil sea protagonista de un proceso así en Sudamérica. Señaló que estaba arrepentido de no haber convertido en ley el acuerdo al que llegó con Néstor Kirchner de intensificar el comercio bilateral con monedas propias, sin el dólar de por medio. “Los empresarios confiaban más en el dólar que en el peso y el real y además había desconfianza política entre los bancos centrales. Barack Obama llegó a preocuparse por la posible existencia una nueva moneda. 

Que el dólar fuera referencia única es una decisión norteamericana, no multilateral.”

En el capítulo de los progresos regionales la cámara muestra que el fundador del PT llegó a sus oficinas del Instituto Lula, en San Pablo, con un solo papel lleno de números. Se refiere al intercambio comercial. “Cuando llegamos al gobierno, en 2003, el comercio intrarregional entre países de América del Sur era de 33 mil millones de dólares. En 2011 llegaba a 135 mil millones. Entre los países de América latina al principio comerciábamos por 49 mil millones de dólares. En 2011 por 189 mil millones. Quiere decir que cuando confiamos los unos en los otros el crecimiento fue extraordinario.”

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