¿Tiene vencimiento un fallo judicial? Se supone que una sentencia firme es para siempre. Pero sobran ejemplos en los que la Historia, así con mayúsculas, pasó por arriba de ellas. A algunas las arrastró por el lodo. Habiendo leído completa la “causa Ballvé” y a casi 80 años de iniciada, me atrevo a predecir que ésta será una de ellas. El delito de carátula, corrupción de menores, no existió. El fotógrafo que los retrató (no siempre desnudos) era menor él mismo. Estos muchachos eran sus coetáneos, y aunque la mayoría legal era de 22, a los 16 hubieran podido alistarse en el porteño Comité De Gaulle para ir a pelear por Francia durante la Segunda Guerra. Sus retratos fueron consentidos, como testimonian las mismas fotos, llenas de sonrisas cómplices y orgullosa ostentación de músculos.
¿Qué explica entonces el fallo contra Ballvé, que pagó sus fotos con doce años de cárcel? Sencillo: el Golpe Militar de 1943, ocurrido apenas 9 meses después de su detención. Los conspiradores habían descubierto que cadetes del Colegio Militar (que en 1930 realizó el golpe anterior) no solo habían posado para Ballvé, sino que un par de ellos se intercambiaban cartas de amor con él y con uno de sus amigos, Adolfo Goodwin. Esto motivó la cacería homosexual. Dos pruebas de lo que sostengo: primero, la justicia esperó a que Ballvé cumpliera la mayoría de edad, el 14 de julio, para detenerlo 54 días más tarde. Toda su obra fotográfica secuestrada (lleva fecha al dorso) fue hecha durante su minoridad. Segundo: las fotos de los cadetes fueron destruidas, se prefirió usar como pruebas del delito las de los proletarios, a quienes no preocupó exhibir. Mejor así: hoy contamos con unas 200 fotos que testimonian oficios desaparecidos y un erotismo casi ingenuo. Todas llevan la marca inquisitorial, un número que anotó en ellas el fiscal para aludirlas. Esto, lejos de arruinarlas, las enriquece: testimonian la persecución. Es la hora de su liberación. Es la hora del arte.