Una atípica campaña electoral comenzó a rodar. Con ella, cada espacio saca a relucir sus argumentos e ideología. Si existe un campo donde subsisten posiciones variopintas, debates intensos, controversias centenarias y otras fútiles e inconducentes, es el económico. Esta característica, que está velada para una porción de la población cooptada por el discurso hegemónico-liberal propio de un sistema concentrado de comunicación, explica los discursos ampliamente difundidos por los candidatos actuales.

El escenario de una nueva campaña presenta candidatos-economistas reciclados, economistas mediáticos y otros outsiders en el espectro opositor, que se alinean para intentan explicar los desbordes del actual gobierno. El problema reside en que sus argumentos suelen apoyarse en discusiones que, en apariencia, parecían saldadas.

Sin embargo, emerge el efecto “reciclaje”. Una y otra vez desde el fondo de los tiempos volvemos a escuchar a sectores vinculados al liberalismo enarbolando viejas banderas. Aquel poder de fuego puede ser gigante, pero descansa, al menos, en pilares incorrectos y capciosos. A fin de aportar claridad sobre el debate público, abordaremos algunas inconsistencias con las que la oposición intenta abrir el debate económico.

“Deuda para pagar deuda”

Gran parte de los integrantes de Cambiemos afirma que el proceso de endeudamiento durante su gobierno tuvo como finalidad cubrir los compromisos heredados en materia de vencimientos. Un simple repaso de los principales números indica que esta afirmación resulta difícil de sostener. 

Si sólo se tiene en cuenta la deuda en moneda extranjera, la gestión Cambiemos se endeudó en términos brutos (sin descontar pagos realizados) por unos 200 mil millones de dólares, mientras que los vencimientos heredados a pagar en divisa llegaban apenas a los 52 mil millones de dólares. Dicho de otro modo, sólo el 26 por ciento del endeudamiento adquirido puede justificarse por el pago de vencimientos heredados. 

Incluso forzando la estimación y sumando los vencimientos en dólares que Cambiemos tuvo que pagar por emisiones realizadas en su gestión, podríamos afirmar que el nivel de deuda tomada es a todas luces exagerado

Este último cálculo tiene en cuenta, además de los vencimientos heredados, los pagos correspondientes a bonos que fueron emitidos con posterioridad a diciembre de 2015 y que pagaron intereses entre 2016 y 2020, es decir, contempla a la deuda emitida por Cambiemos que pagaba intereses durante su propio gobierno. Si se incorporan esos importes, lo que implicaría que Cambiemos tomó deuda también para pagar su propia deuda, seguiría habiendo un remanente de sobreendeudamiento de 80 mil millones de dólares.

La política de endeudamiento estuvo al servicio de financiar el modelo de apertura y desregulación cambiaria. El excedente de dólares fue en gran medida adquirido por el sector privado de diversas formas, tanto como válvula de escape de fondos especulativos, como para financiar un gran déficit de cuenta corriente o incluso para una directa dolarización y/o fuga del sistema. 

Luego de cumplir con los fondos extranjeros, sectores de altos ingresos e importadores, un pequeño remanente de toda aquella deuda insostenible, aproximadamente menos de una cuarta parte del neto luego de los pagos, es lo que los funcionarios de Cambiemos alardeaban de “aumento de reservas internacionales del BCRA”. 

Omiten un detalle clave: esos dólares son apenas una ínfima parte de lo que el Tesoro se endeudó en moneda extranjera. Cuando el Tesoro tuvo que afrontar sus compromisos en dólares, aquellas reservas eran insuficientes. Situación que configuró un posible escenario de default obligando al gobierno del Frente de Todos a encarar una reestructuración de deuda. De allí que expresiones como “quebraron al BCRA y nosotros lo recompusimos” no tienen ningún asidero dado que la leve recomposición del balance del BCRA fue a expensas de quebrar al Tesoro.

“Herencia”

La alianza Cambiemos insiste en mostrar como un logro el nivel de compromisos al finalizar su mandato. El artilugio a la hora del cálculo es sumar deuda en pesos con deuda nominada en moneda extranjera. Esta operación es deliberadamente confusa, ya que son prácticamente nulos los casos en los que un gobierno defoltea deuda en moneda doméstica, dado que siempre puede recurrir a la emisión para cumplir con los compromisos. 

Es decir, el default en moneda doméstica es una decisión política, no una consecuencia económica. No así en relación con la deuda emitida en moneda extranjera, donde los compromisos deben pagarse con divisas, las cuales sólo pueden obtenerse a través del comercio exterior o del sector financiero. 

Desmontar este mito es tarea simple. Si se observan los compromisos heredados en moneda extranjera por cada gestión se puede apreciar que Cambiemos heredó un nivel de vencimientos sustancialmente menor al que dejó a la actual gestión. Cambiemos no sólo dejó el triple de vencimientos a la gestión del Frente de Todos, sino que llevó los vencimientos anuales de un promedio de 13 mil millones de dólares a casi 40 mil millones de dólares. 

Como si fuese poco, entregaron el gobierno sin acceso a financiamiento externo y con una deuda fenomenal ante el FMI que debía ser pagada íntegramente por la próxima gestión, la cual no recibiría ni un solo dólar de desembolsos por parte del organismo multilateral.

En realidad, lo que pasó es que Cambiemos recibió una deuda performing y pagable y entregó una bomba de tiempo: compromisos impagables, sin acceso al mercado internacional y con el FMI nuevamente monitoreando las cuentas del país.

“Emisión descontrolada

Si bien es cierto que los niveles de emisión monetaria se aceleraron en 2020, la explicación responde a dos factores exógenos que afectaron la estrategia de financiación del Tesoro. De hecho, una vez normalizado en cierta parte el complejo contexto de 2020, la emisión cayó abruptamente en términos relativos. 

Los altos niveles de emisión en 2020 responden a dos cuestiones: el estallido de la pandemia y la ausencia de un mercado de pesos. Al igual que sucedió a nivel mundial, la imposición de restricciones sanitarias golpeó fuertemente a la economía, obligando a los Estados a incrementar sus gastos y, por consiguiente, sus déficits. 

Vale destacar que todos los países financiaron la pandemia vía emisión monetaria. Argentina no escapó a esa lógica. Claro está que emitir pesos no es equiparable a emitir dólares, con lo que siempre es más sustentable financiar el déficit con pesos ya emitidos, es decir, con los pesos que ya sobran en la economía, a través de financiamiento neto en el mercado. Sin embargo, en 2020 esta posibilidad estaba vetada debido a que la gestión de Cambiemos quebró el mercado de pesos con los “reperfilamientos” de 2019.

La única forma de financiar el déficit para atender los gastos de la pandemia recayó en la emisión. En marzo de 2020 no existía mercado en pesos, lo cual imposibilitaba al Tesoro a pensar una estrategia financiera que no dependa tanto de la emisión. 

En este punto, no queda claro si los candidatos de Cambiemos no hubieran dado asistencia a los sectores vulnerables para no tener déficit y no tener que emitir, o si simplemente eligen sostener un discurso útil en el contexto electoral al acusar de emitir a un gobierno al que le entregaron el mercado de pesos en default. Pero aún más: el actual gobierno logró, a lo largo del 2020, recomponer de manera gradual y exitosa el mercado de deuda en pesos.

Los datos de 2021 evidencien cambios sustanciales en la estrategia financiera del Tesoro. En lo que va del año, el gobierno bajó drásticamente el nivel de financiamiento vía emisión, del 84 por ciento al 48 por ciento. Por el contrario, el financiamiento en el recompuesto mercado de pesos ascendió del 16 al 52 por ciento, en línea con lo proyectado en el presupuesto, que, por cierto, a fines del año 2020 parecía inalcanzable. 

Esto muestra que la emisión monetaria era la única herramienta disponible para hacer frente a la pandemia y que, una vez reconstruido el mercado de deuda en moneda local, la estrategia cambió drásticamente. Si comparamos los primeros semestres vemos que en 2020 el BCRA había asistido al Tesoro con un equivalente del 4,6 por ciento del PBI, mientras que en igual período de 2021 ese guarismo fue del solo un 0,8 por ciento.

En conclusión, la emisión monetaria de 2020 se explica por el shock de gasto de la pandemia en el marco de un mercado de deuda en pesos quebrado por los “reperfilamientos” de 2019. El primer semestre de 2021 muestra una mejora sustancial en la relación emisión y financiamiento neto. 

* Economistas del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).