Choques de galaxias, colisiones de agujeros negros, tormentas, carreras de autos y hasta teorías con partículas elementales: todo eso podrá simular Serafín, la nueva supercomputadora adquirida con fondos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), que se puso en marcha a comienzos de agosto y estará disponible de forma gratuita para el uso de toda la comunidad científica argentina.
Con una capacidad de 156 teraflops pico, el equipo de 800 kilos se sumó a otros dos clusters –conjuntos de computadoras independientes, conectadas entre sí– y convirtió al Centro de Cómputo de Alto Desempeño (CCAD) de la universidad en el organismo educativo con mayor potencia de cálculo del país, equivalente a 300 PCs de escritorio.
“Estos clusters se usan en muchas áreas; son prácticamente transversales en la ciencia”, explicó el director del CCAD, Oscar Reula. A través de Serafín, se podrá estudiar desde “la estructura del universo” hasta “cómo se adhiere una molécula a una superficie”, detalló el físico, en diálogo con el Suplemento Universidad.
Sus 120 CPUs físicos ofrecen la capacidad de manejar volúmenes colosales de información, cruciales en disciplinas como astronomía, física y ciencia de datos, entre otras. En el actual contexto de pandemia, por ejemplo, la experimentación a escala molecular servirá para probar si drogas utilizadas en otras enfermedades funcionan contra el Covid-19.
La obtención de Serafín, mediada por el Programa de Adquisición de Grandes Equipos (PAGE) de la casa de estudios cordobesa, se hizo a través de una licitación pública nacional a fines de 2019 e implicó el desembolso de 371.000 dólares por parte de la UNC. Las gestiones para su llegada se vieron interrumpidas por la cuarentena del año pasado, decretada un día después de que se abriesen los sobres del concurso.
“Todo fue bastante pesado y arduo pero se logró con la colaboración de los miembros del Centro de Cómputos”, ponderó Reula.
Serafín quedará a disposición de todo el sistema científico del país, en línea con la política federal que caracteriza al Centro de Cómputo, en el que se puede trabajar remotamente desde cualquier parte del territorio nacional. “Esa es nuestra intención, nuestra política ha sido ir generando demanda de estos servicios y brindarlo a todo el país, porque entendemos que la ciencia es una”, expresó su director.
El equipo fue comprado directamente como hardware. La instalación del software, el mantenimiento, los sistemas operativos y las redes de alta velocidad están a cargo del personal del CCAD, en su mayoría técnicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
La nueva supercomputadora se suma a los otros dos clusters que ya poseía el Centro: Mendieta y Eulogia, cuyos nombres –al igual que Serafín– homenajean al escritor e historietista Roberto Fontanarrosa.
Esta incorporación viene a remediar una carencia “muy grande” en el desarrollo nacional del supercómputo, consideró Reula y remarcó que “un país debe tener muchos equipos que puedan simular experimentos porque es una capacidad necesaria” para el desarrollo de la ciencia y la industria.
El poder de cálculo de Serafín es atractivo también para el sector privado, desde donde se han iniciado convenios con el CCAD para realizar investigaciones en torno a inteligencia artificial, aerodinamia, y dinámica molecular.
“Eso lo queremos alentar”, subrayó Reula, “para ayudar al desarrollo del país”. “Necesitamos generar recursos humanos. Hay toda una tarea que se necesita, además del hardware, y en eso estamos tratando de avanzar”, concluyó.