La Ciudad Deportiva de Boca en la Costanera Sur fue el negocio soñado y trunco. Lo impulsó el ex presidente de Boca Alberto Armando y lo padecieron los socios que perdieron lo invertido. El Puma Armando -presidente del club entre 1954-1955 y 1960-1980- anunciaba que las obras impresionantes se inaugurarían el 25 de mayo de 1975 con un estadio para más de 100 mil espectadores. Antes se habilitarían una pileta novedosa, un restaurante de lujo, camping, parrillas, juegos electromecánicos y hasta un autocine.
Para construir el predio se apeló a sorteos y cómodas cuotas que incluían hasta ubicación en el futuro estadio. Se recaudaron fortunas. Armando en persona explicaba a los hinchas durante los partidos cómo era el proyecto denominado Cruzada de Oro. Había publicidades por todos lados. Y el propio Armando no dejaba de describirlo en las entrevistas.
La construcción se haría ganándole tierras al río. Fue aprobada por el Congreso a través de la Ley 16.575, que le cedió a Boca unas 40 hectáreas. Los trabajos comenzaron enseguida. Por convenio, había que terminarlos en diez años. Caso contrario Boca perdería la cesión.
El 25 de mayo de 1971 se instaló el primer pilote sobre el que se asentaría el nuevo estadio. La noticia fue tan relevante que hasta el dictador Alejandro Lanusse asistió al acto en su rol de presidente. Sin embargo, las obras desaceleraron el ritmo de trabajo. Los problemas económicos impidieron el avance total. La empresa a cargo sacó a la mayoría de los obreros. En tanto, funcionaban algunos atractivos. El Parque Genovés atraía multitudes con juegos icónicos como el tobogán gigante o El gusano. También había confitería. Pero el lugar ya no generaba las mismas expectativas que cuando fue anunciado. La construcción del estadio se había paralizado. Ni siquiera sirvió el intento de salvataje del Gobierno al declarar la obra de Interés Nacional. Paralelamente, se hacían obras millonarias para los estadios que serían sede del Mundial '78.
En el '79, la entonces Municipalidad de Buenos Aires, dirigida por Osvaldo Cacciatore, le dio al club un tiempo de gracia y le quitó la obligación de seguir adelante con el nuevo estadio. En cambio, lo obligaba a “construir piletas de natación, pista de patinaje y canchas de tenis, básquet, vóley y fútbol”. Que tampoco se hicieron.
En la Ciudad Deportiva se trabajaba cada vez menos, las instalaciones habilitadas no se mantenían y el pasto no paraba de crecer. El abandono era evidente. A Boca se le concedieron tres años de gracia. El lugar fue cerrado y luego abandonado. Los socios que aportaron dinero jamás fueron resarcidos y Armando quedó exento de cualquier cuestión legal vinculada al tema.
Cuando empezaron los '80, Armando dejó la presidencia sin cumplir su anhelo. Presidido por el empresario Martín Noel, a Boca le explotó una crisis económica de largo arrastre que ni siquiera tapó el título logrado en el Metropolitano del '81, con Maradona como figura. Después, La Bombonera sería clausurada por falta de mantenimiento, los sueldos de los empleados impagos y hasta habría que escribir con marcador los números en las camisetas de los jugadores profesionales. El rendimiento futbolístico era pésimo. La intervención de Federico Polak salvó al club de la quiebra; la llegada de la Antonio Alegre y Carlos Heller permitió el resurgimiento. Polak cuenta la historia en su libro Armando a Macri.
Los periodistas Lucas Taskar, Maximiliano Acosta, Nicolás Franciulli y Micael Franciulli hicieron un gran audiovisual sobre la temática: el documental "Ciudad Deportiva". En este trabajo se puede ver la desolación de la zona. Abandono total, pasto altísimo, los llamativos puentes y sus escaleras rotas, la confitería en decadencia. Al lado, el barrio Rodrigo Bueno.
Fechada el 15 de abril del '82, a través de la Ordenanza Municipal 37.677 se dio por cumplidas las obras; y se lee que a Boca “se le otorga (...) posesión legal de los terrenos que conforman la Ciudad Deportiva, con todo lo plantado en ellos, y procédese a otorgar la correspondiente escritura traslativa de dominio a su favor”.
En 1989 se modificó la Ley para que el club pueda vender el predio. Boca se quedaba con tierras públicas. Se vendieron en 1992 por 20 millones de dólares a la sociedad Santa María del Plata. Cinco años después, las adquirió el Grupo Irsa.
Cuando el ex presidente Menem soñaba con que Argentina sea sede olímpica en 2004, en los planes figuraban estas tierras para alojar a los atletas de todo el mundo. Una vez que se fueran, quedarían las construcciones para algún destino comercial. En 2007, Irsa anunció la construcción de torres residenciales y de un polo comercial y cultural. La historia llega hasta con final abierto. Aunque previsible.