El valor determinado por las labores para producir una mercancía, desde hace varios años, requiere mucho menos tiempo y fuerza de trabajo humano. La tecnología aplicada a la biología ya venía reduciendo los tiempos sociales de producción. Pero la irrupción de la virtualidad y la robótica han logrado dar un salto cuantitativo enorme, a partir de la unión de lo real, lo virtual y lo biológico.
Sin embargo, el factor humano aún es fundamental. Sin productores, campesinos, trabajadores agrarios, cooperativas, agropymes que trabajen la tierra es imposible la producción agroalimentaria. Esto es así no sólo desde una actividad económica en particular, sino desde la integración del proceso social de producción y de todo el entramado que comprende la estructura de vías terrestres o navegables de tránsito de mercancías. La red de servicios, las actividades complementarias, la estructura educativa y formativa de conocimiento son algunos nodos de la red que conforma la economía de un territorio.
Dicho proceso social de producción fue evolucionando desde la necesidad de fuerza física a la aplicación de una fuerza de trabajo altamente intensiva en conocimiento.
¿Por qué cuesta tanto la leche?
El ejemplo de la actividad tambera demuestra como se puede mejorar las condiciones de trabajo humano y bienestar animal, y a la vez, reducir los tiempos sociales de producción. El ordeñe con técnica manual requería de 7,5 minutos de labores por vaca. Mientras que con la incorporación de la máquina, el tiempo de cada trabajador se redujo a 85 segundos por vaca: en una sala de ordeñe de 24 bajadas tipo espina de pescado, 2 trabajadores ordeñan 300 vacas en 2.10 horas.
La llegada del tambo robotizado requiere de un trabajador capacitado intensivamente en conocimiento para interpretar los datos y decidir la acción, aunque más no sea tocar un botón o una pantalla.
En Argentina tres empresas controlan el 75 por ciento de la producción láctea: La Serenísima, Sancor y Danone. El grupo Arcor, principal fabricante de alimentos de consumo masivo del país, controla alrededor del 47 por ciento de las acciones de La Serenísima y el resto está en manos de Mastellone y del fondo de inversión Dallpoint.
¿Cuesta menos la leche producida en menos tiempo o le pagan más a quien produce y trabaja? Ninguna de las dos, mientras el litro de leche en góndola supera los 100 pesos, los productores cobran 31,32 pesos, en junio pasado, según el Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina (SIGLeA)..
¿El precio de la leche y el salario mantienen su congruencia con el valor o se le agrega el costo especulativo de la oportunidad? La realidad muestra que durante el primer trimestre de 2021, Arcor aumentó 570 por sus ganancias respecto del mismo período de 2020.
¿Cuál es el precio?
El punto es que el alimento como mercancía contiene en su precio un componente de valor y uno especulativo.
El valor especulativo que la mercancía contiene surge sólo del valor de cambio que la misma posee y no de su valor de uso. ¿Esto será lo que los economistas liberales llaman costo de oportunidad?
Vale tomar en cuenta que una mercancía es tal en función que satisface una necesidad, sea fisiológica o espiritual. En tanto no contemple esto, cualquier producto pierde valor en el mercado, no se vende, no tiene valor de cambio y, por lo tanto, deja de ser una mercancía. O sea, pueden satisfacer necesidades vitales como lo hacen los alimentos, o superfluas y ocasionales como lo hace una comedia en el cine.
Independientemente de esto, la mercancía sigue conteniendo un valor creado por la fuerza de trabajo más los costos, al cual se le agrega el componente especulativo del momento en el cual se encuentra próximo a realizarse.
Por ejemplo, cuando dos o tres grandes empresas controlan la industria y el abastecimiento de la leche tienen la oportunidad de definir cuánto cobra el productor y en qué plazo, cuánto paga el consumidor, cuál es la marca principal y en qué cantidad se coloca a la venta. Queda, entonces, subordinando el valor de uso y rol social de la leche como alimento a la oportunidad de obtener más ganancias.
La especulación
El valor especulativo que la mercancía adquiere en un momento determinado requiere también de un contexto social predeterminado. En 2015 cuando el salario mínimo rondaba los 550 dólares, el consumo de leche por habitante por año era de 217 litros, y los productores obtenían cerca de 0,30 dólares por litro.
Cuando el contexto socioeconómico fue con un salario mínimo de 230 dólares, el consumo de leche cayó a menos de 185 litros/habitantes/año, y los productores obtenían alrededor de 0,20 dólares por litro.
Con la caída del salario disminuyó la demanda y, por ende, el precio pagado a los productores. ¿Cuánto de ese costo de oportunidad se debe a las condiciones socioeconómicas del momento? ¿Quién las genera? ¿El mercado o el Estado?
Ese componente especulativo se basa en cuánto urge la necesidad que una mercancía sea convertible en dinero. Cuando sólo satisface una fantasía poco importa. Pero cuando lo urgente compromete la vida el carácter especulativo adquiere una connotación diferente.
De este modo, mercancías vitales como los alimentos, la energía o la biósfera y su biodiversidad, convertidos en bienes y servicios de especulación, desnudan la crisis de un sistema, que en su carácter de acumulación subordinan la vida al precio. En esta crisis sistémica se tiene la oportunidad de que la dignidad le gane al dinero para que vivir solo cueste vida.
* Maestranda en Desarrollo Regional y Políticas Públicas de Flacso, y codirectora del CEA.
** Director del Centro de Estudios Agrarios (CEA).