La catástrofe ambiental se puede evitar. Si en 2030 no se disminuye la “huella de carbono” -las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono o el metano, que contribuyen al calentamiento global-, el daño será irreversible. La tercera edición de la Bienalsur (Bienal Internacional de Arte Contemporáneo del Sur), que está siendo llamada la “bienal de la resiliencia y la resistencia”, propone repensar esta época denominada el Antropoceno a través de la obra del padre del conceptualismo latinoamericano, el argentino Víctor Grippo (1936-2002). En la provincia de San Juan –la segunda escala nacional después del comienzo el pasado 8 de julio en Salta- se inaugurarán la exposición colectiva Give and Give (Dar y dar) y el Programa de Video Bienalsur, que incluye artistas de Japón, Estados Unidos, Colombia, Bélgica, Angola, Polonia, Tailandia y Argentina, este viernes a las 20 en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson; y Víctor Grippo. Un horno para dos mesas, el sábado a las 12 en el Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento.
La Bienalsur, dirigida por Aníbal Jozami y Diana Wechsler, nació en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) con socios en los cinco continentes para establecer una red global de colaboración asociativa, diluir distancias y fronteras y defender la singularidad en la diversidad, lo local en lo global. En la tercera edición participan alrededor de 400 artistas, se celebra en más de 23 países y el Vaticano, en más de 124 sedes en 50 ciudades. Las exposiciones que se inaugurarán en San Juan cuentan con la colaboración del Ministerio de Turismo y Cultura y la Secretaría de Cultura del gobierno de la provincia, como también de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación y la Dirección Nacional de Museos.
La exposición colectiva Give and Give (Dar y dar), curada por los belgas Charlotte Crevits y Tommy Simoens y acompañamiento de la argentina Florencia Battiti, reúne a diez artistas: los japoneses On Kawara y Yutaka Sone, el belga Gert Robijns, el colombiano Oscar Murillo los argentinos Leandro Katz y Víctor Grippo, la polaca Aneta Bartos, la estadounidense Lydia Lunch, el angolano Nástio Mosquito y el argentino-tailandés Rirkirt Tiravanija. “En un mundo fundamentalmente guiado por el lucro social, emocional y financiero, los ‘dadores’ aparecen como una extraña especie que contribuye y colabora con el prójimo sin esperar nada a cambio. Así, la dinámica de ‘dar y dar’ habilita relaciones afectivas sustentables y duraderas en lugar de ganancias a corto plazo. Inspirada en las posibilidades de la generosidad en la sociedad actual, la exposición apunta a desafiar la rigidez del orden neoliberal imperante fomentando tanto flujos dinámicos como otros marcos desde donde vincularse implementando gestos tangibles”, plantean los curadores.
El giro ambientalista
Víctor Grippo. Un horno para dos mesas, curada por el escritor Carlos Godoy, presenta tres obras del padre del conceptualismo argentino y latinoamericano que reflexionan sobre la alimentación en épocas de crisis, el rol de la humanidad frente a la naturaleza, de los ciudadanos frente a la comunidad y de los productores de sentido frente a un público abrumado por la urgencia. Las obras elegidas son Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza (1977), La comida del artista (1991) y la recreación de la performance Construcción de un horno popular para hacer pan, realizada originalmente en 1972 en la plaza Roberto Arlt (Rivadavia y Esmeralda), que fue censurada y destruida el mismo día en que se hizo. La performance consistió en hornear el pan y repartirlo entre los transeúntes. “Ahora estamos en un momento estético de giro ambientalista, donde las producciones estéticas empiezan a proponer nuevos modos de relacionarse con la naturaleza”, subraya Godoy, autor del libro de poemas Escolástica peronista ilustrada y la novela Jellyfish. Diario de un aborto. “En las artes visuales ya se han hecho bienales en torno a este tema y es conocido como el Antropoceno, un término acuñado por Paul Crutzen en el año 2000, o sea hace veinte años que se está pensando el Antropoceno. Las producciones artísticas muestran la relación conflictiva entre el hombre y la naturaleza”, agrega el curador y escritor, director de la galería virtual y física Objeto-B.
“En el 77, Grippo ya estaba diciendo que es necesario trabajar para un nuevo humanismo”, precisa Godoy. “Me gusta siempre traer un discurso de Perón del 72, ‘Mensaje ambiental’. Perón se pregunta qué vamos a hacer cuando no nos alcance la comida para alimentar a todos, dado el modo de producción que propone el capitalismo y el modo de agotamiento de recursos cada vez más salvaje, cada vez más desaforado. ¿Es posible el crecimiento del capitalismo sin la destrucción que ha generado? Lo que pasa es que llegamos a un momento en que tenemos una cuenta regresiva: si en 2030 no disminuimos la huella de carbono, el daño en el planeta se volverá irreversible. En Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza, Grippo ya estaba hablando del Antropoceno antes del Antropoceno. Por eso creo que es un momento clave para repensar la obra de Grippo, porque es una obra que se fue resignificando con el tiempo”.
La reparación comunitaria
¿Qué es lo que puede aportar el arte en este contexto de deterioro civilizatorio? “No sé si hay respuestas”, admite Godoy. “La respuesta que puede dar Grippo, al menos de acuerdo a mi mirada curatorial en La comida del artista, realizada en un contexto de hiperinflación y con la llegada de Menem, está en lo comunitario. No hay nada más reparador que lo comunitario, como la obra que realizó Grippo en el 72, en la plaza Roberto Arlt, Construcción de un horno popular para hacer pan. El concepto de esta muestra es generar una comunidad espontánea en torno a la alimentación. En otros lugares donde se recreó el horno de barro, en homenaje a esta performance, siempre se buscó que el horno de barro tuviera una impronta comunitaria, es decir que fuera apropiado por la comunidad”, recuerda el curador y comenta que la última vez que se hizo esta performance fue al inicio de la cuarentena en la villa 21-24, en el terciario Pueblos de América. “Yo adhiero a la respuesta de Grippo, me parece mucho más relevante producir obra que genere comunidad del modo que sea; trabajar para que la gente se junte y se acompañe es uno de los fines más nobles que puede tener una producción artística”, afirma Godoy.
El horno de la discordia
Las redes sociales expandieron la polémica cuando un vecino de la ciudad de San Juan publicó una foto del horno de ladrillos que estaba siendo construido en el patio de la Casa Natal de Sarmiento --una de las pocas casas del microcentro sanjuanino que sobrevivió al terremoto de 1944 y que fue declarada Primer Monumento Nacional en 1910-- para la muestra Víctor Grippo. Un horno para dos mesas. “Al recibir la foto del horno en construcción (…) y comprobar su veracidad, sentí una sorpresa no grata al respecto”, posteó el diputado nacional y exgobernador José Luis Gioja. Pronto llovieron acusaciones a los organizadores por la “falta de respeto” y “lo improvisado que no atiende a la ley de patrimonio”. El presidente de la Asociación Civil para la Conservación y Defensa del Patrimonio Sanjuanino, Jorge Cocinero también objetó la construcción del horno. “Nos llamó muchísimo la atención, más allá de que sea para una muestra de algo, el lugar que se ha elegido para hacer este tipo de exposición no es el adecuado. Por más que sea un hecho transitorio me parece que es sumarle algo que no aporta, más que sumar resta, no colabora”, según cita Diariomóvil las declaraciones de Cocinero en Radio La Red. “Si Sarmiento se levanta y ve ese horno, se pega un tiro”, sentenció Cocinero y sugirió poner el horno en cualquier otro museo: “A quién se le ocurriría hacer un horno en el Louvre de París, por ejemplo”.
Desde la dirección artística de Bienalsur, Diana Wechsler aclaró que “nada de lo que se está haciendo es permanente ni representa una acción irreversible en términos materiales”, por lo tanto “no hay perjuicio patrimonial” con la construcción del horno que busca “activar memorias, acciones y escenas para dar lugar y expandir el derecho a la cultura”. María Silvina Vázquez, flamante directora del Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento, destacó que la construcción del horno es una acción transitoria para la Bienalsur, que se extenderá del 21 de agosto al 21 de noviembre, y aclaró que “no alterará el simbolismo histórico de la Casa donde nació Sarmiento”.
Godoy reflexiona sobre la polémica que se generó. “La indignación que se manifiesta en las redes sociales y en los comentarios de los portales de noticias es un modo de expresión de la época, que siempre funciona con una reacción rápida sin ningún manejo de la información. La denuncia, el comentario indignado y la cancelación son como la literatura de la época, donde aflora una pulsión fuerte que no tiene nada que ver con elaborar una hipótesis de sentido sobre lo que uno quiere decir”, analiza el curador y escritor. “La otra cuestión que cada vez se da menos, lamentablemente para el arte porque habla de cierta domesticación (o puede hablar de un público cada vez más preparado), es la reacción por la irrupción de una pieza de arte contemporáneo. Cuando una pieza de arte contemporáneo irrumpe, genera alguna especie de transformación sobre el paisaje, sobre la geografía, sobre el medio, sobre el campo, sobre la sociedad; se genera una reacción que la hemos visto mucho con las vanguardias –explica Godoy-. Estamos acostumbrados a que el arte contemporáneo haga cosas más escandalosas y las vanguardias justamente atacan la moral y las buenas costumbres, ¿no? Esto es simplemente un horno de barro, pero aun así generó una reacción que es propia del aura que tiene la obra de Grippo”.
¿El pasado se vuelve a repetir ahora con la tentativa fallida de una cancelación del horno en la Casa Natal de Sarmiento (o su desplazamiento hacia otro museo)? En 1972, Grippo construyó en la céntrica plaza Roberto Arlt el horno junto al artista Jorge Gamarra –que estará presente en San Juan- y el trabajador rural A.Rossi. Los tres hornearon pan y lo distribuyeron a los transeúntes. La policía destruyó el tradicional horno que ofreció pan de forma gratuita a casi cinco mil personas. Aunque el curador Jorge Glusberg tenía un permiso oficial para desarrollar la performance en el espacio público, la generosidad de estos panaderos aparentemente se sintió como amenazante para la dictadura de Lanusse, quizás porque la popularidad del regalo recordaba la urgencia indisimulable del hambre. El artista Rirkrit Tiravanija, tailandés nacido en Buenos Aires que vive y trabaja entre Nueva York, Berlín y Chiang Mai, presentará la performance Reactivación de Construcción de un horno popular para hacer pan en clave de homenaje, en la que instalará cinco hornos rurales en diferentes espacios públicos de la ciudad de San Juan. La acción de Tiravanija devuelve la obra de Grippo a su contexto originario multiplicada por cinco. Los hornos serán encendidos y utilizados por panaderos sanjuaninos que repartirán el pan a los vecinos y transeúntes.
La expansión de lo humano
La obra de Grippo regresa para interpelar a quienes todavía no se dan cuenta de la expoliación y el daño sistemático que se practica desde un capitalismo extractivista insaciable. “Es muy difícil montar la obra de Grippo en Argentina. Cuando él murió, Nidia, su pareja, pese a todos los problemas económicos que tenían, guardó las obras, no las vendió -aclara Godoy-. Nidia hizo un trabajo muy cuidadoso sobre la obra de Grippo, que llegó a ser un artista mucho más reconocido en el exterior que acá post mortem. El reconocimiento exterior se debe a que Grippo estuvo en todos los continentes, en grandes bienales, en grandes exposiciones. La vara es muy alta para trabajar con la obra de Grippo”, confiesa el curador que reconoce el esfuerzo de todos los organismos que participan para hacer posible montar la muestra en San Juan. “No hay un artista argentino que hable tan bien de la época como Grippo. La excelencia de la obra de Grippo fue proponer una expansión de la consciencia de lo humano para evitar la consolidación del capitalismo y que la explotación no fuera la única vía de la relación con la naturaleza”.