La pandemia no ha terminada y difícilmente pueda adelantarse que terminará en el corto plazo. La incertidumbre que generan las nuevas cepas, la falta de predisposición de un 30 por ciento de la población de los países occidentales a vacunarse y el aumento de los contagios diarios a nivel mundial mantienen vigente el coronavirus.

Los grandes centros de estudio mundiales y los organismos internacionales –a pesar de ese panorama- comienzan a pensar cómo coordinar las estrategias de salida y cuáles podrían ser los motores de impulso para economías como las de América latina.

La región enfrenta grandes desafíos en los próximos años para superar los efectos económicos de la pandemia. Los desequilibrios sociales aumentaron fuertemente con la crisis sanitaria y la actividad de los mercados internos sufrió un impacto extendido. El acceso a fuentes de inversión para infraestructura será un punto clave en la recuperación.

¿De dónde vienen las inversiones?

En esa dirección el Fondo Monetario Internacional publicó la semana pasada un análisis que permite examinar uno de los posibles factores de impulso para la región. Se trata de dos documentos de trabajo sobre el rol de la inversión de China en Latinoamérica. Los datos son impactantes por la velocidad en la que se integran ambos mercados.

A principios de la década pasada menos de 1 de cada 10 dólares de inversión extranjera directa de China llegaban a la región. En un plazo menor a 10 años la participación aumentó sustancialmente para pasar a representar 1 de cada 4 dólares invertidos. América latina se transformó de ese modo en uno de los principales receptores de capitales de China y con el correr de esos años el tipo de las inversiones fue cambiando de composición.

El informe del Fondo Monetario precisa que los destinos de la inversión fueron migrando desde los combustibles fósiles, los metales y la agricultura hacia las manufacturas, los servicios financieros, el transporte y las telecomunicaciones. Por ejemplo, la producción y distribución de electricidad fue uno de los sectores más buscados. Se estima que tres empresas chinas lideraron 18 proyectos por más de 34 mil millones de dólares en menos de dos décadas.

Fuente de capitales para la región

Para el FMI esta tendencia lejos de moderarse continuará profundizándose en los próximos años y será una fuente de ingresos de capitales. “Los vínculos económicos entre China y América latina han crecido de forma pronunciada en los últimos 20 años. China se ha convertido en un socio principal de la región, con cada vez mayores importaciones de materias primas y exportaciones de productos manufacturados. También ha emergido como fuente de capital para América latina. La inversión china se está expandiendo con rapidez desde los recursos naturales hacia otros sectores”.

La tendencia a la integración de ambos mercados se profundizará. Se requiere entonces estrategias inteligentes para ordenarla. Una de las tareas importantes será la de aceitar el acceso de China al sistema de pagos de la región. En otras palabras, se hace necesario reinventar la infraestructura con la que se mueve el dinero entre ambos mercados para colaborar en el ingreso de los capitales, las empresas y las plataformas de China.

En este punto, la potencia asiática dio pistas con el yuan digital de lo que puede ser una clave para fortalecer la cooperación. Se trata de una de sus principales innovaciones –en la que lleva la delantera a los países desarrollados de occidente- y que confirmó que cuenta con tecnología para impulsar su uso en pagos transfronterizos. Por ahora buscará avanzar en pruebas piloto a partir de acuerdos con otras economías que pretendan explorar sus ventajas.