Nacido en Madrid, residente en la Argentina, pero viajero del mundo por oficio y placer, Iván de Pineda es una suerte de trotamundos: hace 26 años que no deja de viajar. “Nunca pasé más de tres meses sin subirme a un avión, salvo el último año por el parate obligado por la pandemia”, le cuenta a Página/12 el conductor que mejor representa al hombre globalizado. Desde su desarraigo español a los 7 años hasta sus repentinos viajes que con 17 años lo llevaron a las pasarelas de Milán, Nueva York, Tokio o Londres como modelo, su vida parecía destinada a moverse de un lugar al otro. Y no solo geográficamente hablando. Esa cualidad errante que absorbió con naturalidad lo llevó a no anclarse al modelaje, incursionar en la actuación (en el cine ganó incluso un Condor de Plata por su papel en Cuando ella saltó), para dedicarse desde hace años a la conducción televisiva. Un lugar que actualmente lo tiene como animador de Pasapalabra (lunes a viernes a las 19 por Telefe) y que desde hoy lo mostrará al frente de Un pequeño gran viaje en 48 hs, un ciclo de viajes por la Argentina que Telefe emitirá los sábados a la medianoche (al término de PH) y luego se verá los domingos a las 14 por TNT; lunes a las 14 por TNT Series y a las 22 por TBS; y en la plataforma gratuita Pluto TV.
Verborrágico e hiperkinético, curioso por naturaleza, De Pineda encontró su lugar en el mundo (audiovisual). Entrevistarlo presupone que los roles de entrevistador y entrevistado se intercambien continuamente en la charla. Ese ida y vuelta que rompe con la estructura tradicional del género permite alcanzar una constatación: De Pineda es mucho más que lo que se percibe a través de su cara angulosa y largo cuerpo desgarbado. Probablemente en él -como en ningún otro caso- estalle por los aires el arquetipo que encierra al o la modelo, siempre asociados a la frivolidad. Culto sin pretensión, viajado y leído, es capaz de hablar de la funcionalidad de los alveolos pulmonares hasta recorrer con lujos de detalles lo hitos futbolísticos de Racing aún siendo hincha de San Lorenzo. Es el conductor enciclopedia.
“Uno puede desarrollarse en lo profesional en determinado campo, pero las inquietudes no estar fijadas por lo que uno hace. Yo solo soy curioso, tengo memoria y retengo cosas. Me gusta saciar curiosidades. Es mi manera de conectarme con el mundo”, subraya De Pineda, que en 2005 sorprendió a todos al mostrar todos sus conocimientos sobre cultura general al ganar “El imbatible”, el concurso en el programa de Susana Giménez. “Uno tiende a generalizar y a dejarse llevar por los prejuicios. Uno tiene que apartarse de esos lugares. No reniego del modelaje. Me dio mucho. Viajar solo a los 17 años por el mundo es tremendo. Si ese día hubiera perdido en 'El imbatible' yo hubiera sido la misma persona que soy ahora”, afirma.
-¿Inquieto? ¿Ecléctico?
-Siempre fui así. Tengo una hiperkinesia absoluta. Cuando era chico era terrible. A los 8 años, ni bien llegue al país, armé la biblioteca del grado. Le pedí a mis compañeros nuevos de la clase que me prestaran libros y armé la biblioteca. Los libros y al lectura eran mi manera de relacionarme con la gente. A los 13 hacíamos obras de teatro del siglo de oro español con marionetas… Soy de buscar siempre cosas nuevas, lugares. Pasa por la ganas de estar en movimiento, encontrar lugares donde pueda desarrollarme, donde pueda expresarme…
A medida que avanza el plan de vacunación, los contagios disminuyen y se relaja la ocupación de camas de terapia intensiva por coronavirus, la posibilidad de tomarse unos días de descanso empieza a volver a ser una posibilidad para muchos. Con tiempo y bolsillos reducidos, la famosa “escapadita” se transforma en un deseo de muchos. Un pequeño gran viaje en 48 hs hará viajar a los televidentes a 12 destinos diferentes de la Argentina, con ideas y lugares para aprovechar el tiempo, la energía y también el dinero, guiados por la mirada inquieta de De Pineda. El primer episodio del ciclo producido por Warner Media para Telefe, una empresa de Viacom CBS, tendrá como destino la ciudad de Ushuaia, para luego dedicarle programas a Jujuy, Misiones, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Corrientes, Entre Ríos, San Juan, Mendoza, Bariloche y El Calafate.
“El programa -detalla Pineda- busca ser cercano, entretener, mostrar imágenes espectaculares de nuestro país, pero también que podamos conocer historias de distintos argentinos, que viven muy alejados uno de los otros, y con los que nos encontramos en un tiempo y en un espacio para generar un vínculo. Ojalá el ciclo sea el puntapié inicial para que los televidentes puedan construir sus propios viajes”.
-¿Es de estudiar mucho previamente sobre el destino al que irá o se deje llevar por la sorpresa de la espontaneidad?
-Uno se prepara para una entrevista, para un encuentro con otro, pero con la esperanza de que después esa charla fluya, sorprenda y que encuentre destinos impensados. En mi caso, a mí me gusta estar preparado, saber de las costumbres del lugar al que voy, conocer las historias de los personajes y de la idiosincrasia del lugar. Eso me sitúa en tiempo y espacio. Pero, fundamentalmente, estar informado permite que la charla sea dinámica, porque hay puntos de conexión y sabemos de qué estamos hablando. Ese conocimiento sobre lo que se habla o sobre la historia del otro es lo que permite que el entrevistado se abra y te sorprenda. No sólo cuando viajo por la Argentina sino también cuando lo hago por distintas partes del mundo.
-En Un pequeño gran viaje hay un marcado estilo correrse a un lado para dejar que los otros cuenten. ¿Fue buscado?
-Viajar por el mundo para mostrarlo solo desde un punto de vista es perder lo más maravilloso que tiene viajar, que es abrir la cabeza, entender, conocer, compartir e interactuar. Lo mágico de viajar no es sólo estar en lugares hermosos, en paisajes únicos, sino también interactuar con la gente del lugar. Las idiosincrasias, las distintas mejoras de vivir y mirar el mundo, Nos enriquecen a todos. Viajando se conoce gente y se viven experiencias.
-Mucho más en un mundo que tiende a cerrar a las personas, en micro burbujas, comunidades o pantallas digitales.
-Cuando viajaba a mitad de los '90, que parece la prehistoria, no existía la posibilidad de comunicarnos que tenemos hoy. No había telefonía móvil, mucho menos mensajería instantánea. Internet casi no existía. Para llegar a saciar una inquietud había que esforzarse mucho, tenías que recurrir a los libros o una biblioteca. Hoy, el mundo está a un click, pero a la vez nos internalizamos cada vez más en esas pantallas.
-Se mira el mundo a través de una pantalla.
-Claro. Por eso viajar sigue siendo una experiencia única. A mí me emociona viajar, lo disfruto mucho. Mis primeros viajes fueron de muy chico, cuando empecé a leer y me dejaba llevar por las historias. Leía y me imaginaba visualmente esas historias. Y cuando empecé a viajar tuve la suerte de conocer esos lugares donde transcurrían aquellas historias. Y muchas veces no me eran ajenos esos espacios; otras veces pasaba lo contrario y nada de aquello era como lo imaginado.
-Viajás por la Argentina y el mundo con todo pago y además cobrás un sueldo. ¿Tu trabajo es el sueño del pibe?
-Es un trabajo que tiene mucho placer, pero también esfuerzo. La vida siempre es una balanza, y tiene su palada de cal y su palada de arena. Tiene sus sacrificios. Podrían ser subjetivamente mayores y menores de acuerdo a dónde estás parado y cuáles son las cosas que uno ha pasado, y qué siente cada cuál que es más o menos cargoso. Pero la responsabilidad es grande y mantener la lucidez para contar las historias no es sencillo. El tema es que el backstage no se televisa. Tenés que estar preparado para estar mucho tiempo fuera de tu casa, cambiar de uso horario permanentemente, dormir en diferentes lugares, comer todo tipo de comidas, adaptarte a las costumbres de cada país o cultura. Por lo general son viajes cortos y muy intensos.
-Viviste toda tu vida adulta armando y desarmando bolsos. Fueron 26 años de una manera de vivir a la que la pandemia frenó abruptamente. ¿Cómo te llevaste con la situación de tener una vida con los pies en la tierra y siempre en el mismo lugar?
-Fui lo más parecido al Gran Lebowski, en casa, empijamado como nunca lo estuve. (risas). Lo viví como todo el mundo. Fue un período muy difícil. Hubo que ponerle mucha garra. Pero aproveché para hacer algo que no había podido hacer durante más de un cuarto de siglo: estar en casa. Viví la experiencia de estar dos días en pijama en casa. Y fue un tiempo de mucho introspección, de encontrarme conmigo mismo, de leer mucho. Me acovaché.