En las PASO de 2019, María Eugenia Vidal trató de usar la tragedia de Once con una frase que motivó la reacción de los familiares de las víctimas. "Volver atrás es viajar en un tren sin freno automático que provoque la tragedia de Once" afirmó. Los familiares de las víctimas repudiaron en ese momento cualquier intento de usar a sus muertos en campañas políticas y se reunieron con ella para explicarle lo que no hace falta explicar. Es increíble: pese al reclamo de los familiares, lo volvió a hacer en la campaña política de este momento.
El jefe del SAME y empleado del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Alberto Crescenti, aparece en un video cuando le entrega un chaleco a la candidata de Juntos por el Cambio por el distrito porteño y ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires. “Desde Once que no lo toco”, afirma el profesional politizado.
Como en todos los actos de campaña, Juntos por el Cambio trata de hacer creer que todo es espontáneo, el encuentro de la candidata con el Crescenti y la actitud del médico y entre los dos se encargan de enchastrar la campaña y la política politizando un hecho doloroso.
Si algo tiene Juntos por el Cambio es que en sus campañas nada sucede porque sí, son campañas de laboratorio donde todo está previsto y planificado, incluyendo las críticas propias que tratan de hacer creer en una espontaneidad cuestionada cuando todo está guionado. Como afectados directos, los familiares de las víctimas volvieron a repudiar el manoseo de sus seres queridos para esta elección de medio término.
Si Vidal hubiera generado algo positivo en relación con la tragedia en cuestión no estaría mal que le hicieran esa ofrenda o le agradecieran. Pero la única relación de la candidata con la tragedia ha sido siempre tratar de usarla en campaña electoral. Confirma una costumbre de la derecha en su versión macrista de usar las tragedias con un sentido exclusivo de aprovechamiento.
No hay otro contacto con el hecho que el uso político. Es un acto sin alma. Se toma un hecho cuya esencia es el dolor ante la sociedad y se intenta aprovechar ese dolor como trampolín para capitalizarlo en un plano político, sin intervenir sobre la causa o sobre sus consecuencias. Si esa intervención se produjera aportando alguna solución con esfuerzo, la polítización sería natural, no forzada. Pero Vidal no tiene ninguna relación con la tragedia del Once y el médico, que sí la tuvo, resignifica ese chaleco que simboliza el trabajo del SAME con las víctimas y lo rebaja para convertirlo en un panfleto electoral.
La sociedad tiende a rechazar esta utilización, de la misma forma que se rechazan los golpes bajos en una película. Por eso estas operaciones tienen tantos retoques mediáticos y autorebotes para que el centro del mensaje demagógico llegue en forma disimulada. La falta de empatía que esconde esta utilización sin alma de las tragedias ajenas se puso de relieve con el hundimiento del submarino ARA San Juan, en el maltrato y el espionaje a los familiares de las víctimas, el desinterés y la irresponsabilidad por parte del gobierno macrista.
El lunes, el macrismo convocó a una Marcha de las Piedras por las víctimas de la pandemia. Participaron unas doscientas personas que depositaron piedras en la Plaza de Mayo. En vez de barrerlas, el Gobierno las tomó para hacer un Memorial dentro de la Casa Rosada. Entonces se enojaron y pidieron que devuelvan las piedras. El episodio, tan grotesco, puso en evidencia ese mecanismo, donde no les interesan las víctimas, sino su aprovechamiento político.
El lawfare como otra herramienta usada por el macrismo para difamar y desprestigiar a sus adversarios quedó expuesto en algunas decisiones de esta semana cuando el Senado aprobó los pliegos de alrededor de treinta magistrados y el macrismo solamente rechazó a tres.
En ninguno de los casos fundamentaron sus negativas. Pero señalaron que no fueron presentados durante la presidencia de Mauricio Macri. Uno de los pliegos que rechazaron --que igualmente fue aprobado-- fue el del fiscal Gabriel de Vedia, que se ha convertido en uno de los testigos de la persecución a la ex procuradora Alejandra Gils Carbó.
De Vedia estaba relacionado familiarmente con Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, quien está prófugo en Uruguay porque se lo considera cabecilla de la Mesa Judicial del macrismo que operaba sobre los funcionarios judiciales.
El entonces fiscal De Vedia fue a verlo para plantearle que terminara la persecución contra Gils Carbó. “Le pregunté a Pepín cuándo se terminaba la persecución a la procuradora y me dijo que si le traía la renuncia se ‘acababa acá'. Le contesté que no creía que renunciara porque tenía una responsabilidad institucional y me respondió: ‘Entonces meteremos presa a las hijas y a ella'".
El bloque de senadores del macrismo rechazó el pliego del magistrado porque es testigo directo del delito que se impulsó desde el Poder Ejecutivo contra el Poder Judicial cuando ellos eran gobierno.
Otra fiscal acosada fue Gabriela Boquin, que sacó a la luz el escándalo del Correo, donde el grupo SOCMA de Macri, pretendía reducir su deuda con el Estado por el Correo a una sexta parte. La fiscal rechazó la propuesta y le abrieron un sumario fraguado para destituirla.
El procurador interino Eduardo Casal, puesto allí por el macrismo después de desplazar a Gils Carbó, mantuvo el sumario durante cuatro años. Hasta que lo cerró este viernes cuando se conoció que la Cámara Federal desestimaba por inexistencia de delito la denuncia de SOCMA contra la fiscal y otros funcionarios.
La otra jueza cuyo pliego para camarista rechazó el bloque de senadores macristas es Guadalupe Vázquez, porque será justamente la que se haga cargo de la causa sobre la deuda del Grupo Macri con el Estado por el Correo. Como todas las causas que involucran a las empresas del Grupo Macri, tienen más cuerpo probatorio que cualquiera de las que armó la mesa judicial contra ex funcionarios kirchneristas. El rechazo al pliego de la jueza pone en evidencia la necesidad de controlar esos juicios.
Macri en el llano, sin espalda política, aparece desorientado y no termina de encajar en la campaña, donde apenas le dejaron poner dos o tres nombres en las listas. En una de sus intervenciones bobas, Macri acusó al juez Alejo Ramos Padilla de ser “un juez militante” y puso en duda la transparencia de las próximas elecciones.
Macri difamó a Ramos Padilla porque fue el juez que abrió la investigación por la cual está detenido el espía Marcelo D'Alessio y está imputado Carlos Stornelli, el fiscal estrella que junto con Claudio Bonadio estaban a cargo de la persecución a Cristina Kirchner y ex funcionarios de su gobierno.
Ramos Padilla pasó al fuero electoral cumpliendo ampliamente con todos los requisitos legales, pero la causa que abrió antes puso en tela de juicio la causa de los cuadernos y otras donde los testigos fueron extorsionados para declarar contra la ex presidenta.
En otro momento, el ataque de Macri contra Ramos Padilla hubiera movilizado a la mesa judicial, para provocar la intervención de jueces adictos y convertir en causa penal una simple denuncia difamatoria sin pruebas ni argumentos. Pero esta vez el Consejo de la Magistratura respaldó al juez acosado y emitió un texto muy fuerte por las declaraciones de Macri que, de hecho, se adelantaba a denunciar un presunto fraude en las próximas elecciones.