Antes de haber escrito una sola línea, supo que su destino sería literario. “Yo pienso que a veces la literatura es como una biblioteca infinita, y de esa biblioteca cada individuo solo puede leer unas páginas. Quizás en esas páginas esté lo esencial”. El primer festival dedicado a Jorge Luis Borges se propone homenajear a uno de los escritores más importantes de la literatura argentina y universal del siglo XX, cuando se cumplen 122 años de su nacimiento. El Festival Borges se realizará de manera virtual entre este lunes y el sábado 28 de agosto. Para releer al autor de Ficciones y El Aleph y abrir puertas para que otros lectores se animen a entrar al universo borgeano habrá charlas, talleres y lecturas, con acceso libre y gratuito, de Martín Kohan, Pedro Mairal, Sylvia Iparraguirre, Carlos Gamerro, Aníbal Jarkowski, Darío Sztajnszrajber, Cynthia Edul y Santiago Llach, entre otros. El cierre del festival estará a cargo de María Negroni.
El primer Festival Borges, organizado por la editora, guionista y gestora cultural
Marisol Alonso y la escritora Vivian Dragna, cuenta con el apoyo de Fundación Itaú y Mecenazgo, el programa de financiamiento del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. La apertura del festival estará a cargo de la académica mexicana Margarita Díaz de León, este lunes 23 a las 16, con una charla titulada “Claves para entender a Borges”. Santiago Llach, a las 18, analizará algunos de los mecanismos con los que Borges construyó su poética. A las 20, el director, guionista, editor y crítico Luis Bond traerá una novedad: la influencia de Borges en el cine de Christopher Nolan. “No sé el motivo por el que a nadie antes se le había ocurrido organizar un festival en homenaje a Borges. Noté esa falta, armé el proyecto y lo presenté en Mecenazgo. Muchas veces las ideas obvias están frente a nosotros y no las percibimos. Soy escritora y fanática de Borges. El Festival no es otra cosa que una hermosa idea llevada a la acción”, cuenta Dragna.
A partir de la lectura y análisis de varios relatos, Aníbal Jarkowski desplegará un recorrido por cómo aparece la ciudad en los textos de Borges, una ciudad entre real y mítica. El estadounidense Daniel Balderston, doctor en Literatura Comparada por la Universidad de Princeton y director del Borges Center de la Universidad de Pittsburgh, se encargará de desmenuzar los manuscritos de Borges, un trabajo que viene realizando hace tiempo y que se puede apreciar en Poemas & Prosas Breves, en donde compila una serie de poemas y textos de Borges con imágenes facsimilares de los manuscritos originales y novedosas transcripciones tipográficas de los materiales y comentarios críticos.
Sylvia Iparraguirre, quien fue alumna de Borges, ofrecerá una charla sobre cómo empezar a leer a Borges y las claves básicas para el ingreso a una literatura universal. De la mano del análisis de algunos cuentos de Ficciones y El Aleph, Darío Sztajnszrajber, abordará los motivos filosóficos en la obra de Borges y sembrará una pregunta: ¿Hay algo que distingue a la filosofía de la literatura? En “Borges y los clásicos”, Carlos Gamerro planteará cómo Borges ha cambiado la manera en que leemos a Homero, a Dante, a Shakespeare o a Cervantes, entre otros clásicos. María Negroni cerrará este primer festival con “La Islandia de Borges”, un recorrido por la literatura medieval escandinava, especialmente las sagas islandesas, que aparecen en la obra del escritor.
El hombre que sueña a otro
“Borges y Nolan tienen una fascinación por ciertos temas e imágenes que vamos a ver repetidas en sus obras”, dice Bond a Página/12. “El diálogo entre ambos es como un juego de espejos, donde Nolan remite a Borges y donde leyendo a Borges establecemos un puente invisible con un cine que el maestro no llegó a conocer (pero, seguro, sí soñó)”, conjetura el crítico y docente. “El primer punto en común, sin lugar a dudas, es la novela negra. Borges era amante de ella (tanto que armó su propia antología de la mano de Bioy Casares) y los primeros títulos de la filmografía de Nolan tienen una gran influencia de este género: Following, Memento, Insomnia”, enumera Bond.
Desde allí, como ramificaciones de un río, Bond encuentra argumentos o imágenes que se repiten en sus historias: “la memoria ('Funes el memorioso' en contraposición con la ausencia de memoria en Memento), la deconstrucción del tiempo (El milagro secreto y Dunkirk), el tratamiento de la paradoja (pasado y futuro dialogando en 'El otro' o ese punto donde se ve presente, pasado y futuro simultáneamente en 'El Aleph' y el clímax de Interestellar... cuya imagen nos remite a 'La biblioteca de Alejandría'). El hombre que sueña a otro en 'Las ruinas circulares' y el argumento de Inception (llena de laberintos como 'La casa de Asterion' o el laberinto psicológico como 'El jardín de los senderos que se bifurcan'). Los espejos, la dialéctica entre héroe y asesino, el doble y muchos más”, resume el crítico.
¿Qué pasa en la trilogía de Batman? ¿También la influencia de Borges se puede rastrear? “Más allá de la referencia más obvia (Batman es un detective y ciudad Gótica emula cualquier escenario de la novela negra), en la trilogía de El caballero de la noche vemos un excelente trabajo con mucha de la materia prima de Borges: la fuerza de los símbolos, el ascenso y caída de un hombre, el juego de los espejos, la sombra, el hybris y la Némesis (como cualquier tragedia griega) y, por supuesto, los peligros del totalitarismo. Al final de sus tres películas, Batman encarna los cuatro argumentos que Borges sostenía poseía cualquier relato: la defensa de una ciudad cercada, el regreso, la búsqueda y el sacrificio de un Dios”, explica Bond.
Experiencia Borges
La escritora, dramaturga y directora de teatro Cynthia Edul repasa su camino como lectora de Borges. “Yo sufría de asma infantil y tenía episodios muy seguidos. Mi mamá no quería que hiciera mucho deporte (falta de entrenamiento que padezco hasta el día de hoy) y mientras mi hermana y mi hermano se iban al club, yo solía quedarme los sábados a la tarde en mi casa. Mi mamá me compraba libros y más libros y creo que ahí empezó mi relación con la lectura. A Borges lo conocí en la escuela primaria, en sexto grado del Lenguas Vivas con mi maestra Dallas que nos hizo memorizar un poema, ‘El remordimiento’, mientras también leíamos el comienzo de El hambre de Mujica Láinez y Otra vuelta de tuerca de Henry James. Entre el reposo y los viejos pasillos del Lenguas Vivas se fundó mi relación con la lectura”, recuerda la autora La tierra empezaba a arder.
“La mayor dificultad que hay para leer a Borges es lo que la cultura y las instituciones hicieron con Borges –subraya Edul-. Esa especie de prócer encumbrado, que contiene una serie de verdades vedadas, a las que nadie, o muy pocos, pueden acceder (típico de las elites). Mucha gente ha hablado de Borges porque capaz creían que así hablaban bien de ellos mismos, como un pasaporte de alta cultura. Y si bien Borges, muy tramposamente, habilita eso, no es más que una confusión. Borges tiene mucho más para decir sobre la experiencia de escribir, sobre la literatura, sobre la experiencia de la lectura como experiencia de vida. En fin, una cantidad enorme de claves sobre la relación entre literatura y vida, un diccionario enorme para poder nombrar la vida misma, que está mucho más a mano, que puede ser mucho más divertido, hasta hilarante. A ese Borges llegué después de ir y volver muchas veces. De enseñarlo mucho tiempo en la escuela secundaria, de enseñarlo en la universidad, de leerlo para mis talleres y finalmente, de tenerlo en la mesita de luz cuando fui escribiendo mis novelas. Mi maestra Tamara Kamenzsain terminó de darme las claves de lectura para incorporarlo a mi vida y no soltarlo más”.
Marisol Alonso, una de las organizadoras del Festival Borges, cuenta que una “arriesgada” maestra de sexto grado les hizo leer “El cautivo”: “Recuerdo el impacto del texto en mí. Me sentí identificada con ese chico que, raptado por un malón de pequeño, había crecido en el desierto y volvía a la casa de origen, donde inevitablemente sentía la extrañeza de no pertenecer a ese lugar –evoca Alonso-. Esa extrañeza dentro de lo familiar fue lo que me imantó a Borges. Como si él hubiese descubierto un secreto, eso que suele pasarnos con la literatura. Otro factor importante fue la pequeña e ilusoria victoria de creer que podía entender a Borges. Eso hizo que me lanzara a la lectura del resto de sus cuentos”.
Si el Festival Borges puede abrir puertas, ¿Por dónde creen que pueden entrar a Borges aquellos que todavía no lo han leído o se resisten? “Cada uno tiene que intentar el camino que le resulte más atractivo, los cuentos fantásticos, los de cuchilleros, los policiales. Pero hay seleccionar con cuidado en los colegios justamente qué textos darles a los chicos. Porque muchas veces se aproximan a través de sus cuentos más eruditos o crípticos y esto puede clausurarnos un autor”, advierte Alonso. “No es lo mismo entrar por ‘El acercamiento a Almostásim’ o ‘Tlön Uqbar Orbis Tertius’ que hacerlo por ‘Emma Zunz’ o ‘Ulrica’. Otra puerta posible es la obra poética dónde fluyen más sus emociones y se puede ver con claridad su prosa, su particular adjetivación, entre otros recursos. Cada lector tiene que buscar donde resuena con Borges. A su vez Borges suele traer a otros autores o textos que cita, nombra. Así que creo que él mismo es un gran puente a la literatura universal”, agrega Alonso.
Aunque no recuerda lo primero que leyó del autor de Historia universal de la infamia, Dragna cree que seguramente fue en la escuela secundaria. “Me reencontré con Borges hace pocos años. Conocí a un hombre que me trasmitió su pasión y me guió en su lectura. Una noche, estábamos sentados en la barra de un bar, él cerró los ojos y de memoria dijo todo el cuento ‘La escritura del Dios’. Es un cuento largo, yo no podía creer cómo era que lo recordaba. Se lo pregunté. Es que lo había leído tantas veces, que lo sabía de memoria. ¿Qué tiene ese autor para generar tanta pasión? Me preguntaba esa noche mágica. Llegué a casa, leí el cuento dos veces seguidas y ya no pude parar de leer a Borges”.
Un hombre que habla
En “Borges: Correcciones de un joven poeta”, Pedro Mairal analizará las correcciones, reescrituras y modificaciones que el escritor realizó en sus tres primeros libros de poemas: Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Martín. “Hay muchos tipos de correcciones del Borges de 60 años al Borges de 20; simplifica expresiones barrocas o rebuscadas, elimina criollismos, silencia un poco las metáforas ultraístas, reemplaza palabras inusuales por otras más cotidianas, mueve de lugar, hace enroques de versos, de adjetivos y sustantivos, busca llevar algunos versos al alejandrino (verso de 14) y al endecasílabo (verso de 11), tacha, agrega poemas que no podría haber escrito a esa edad, elimina otros. Me llama mucho la atención cuando borra huellas, por ejemplo, cuando omite poemas que funcionaron como experimento de algo que encontramos más logrado en un cuento posterior”, explica Mairal.
“Borges no es poeta, no tiene cabeza de poeta”, dijo la poeta Mirta Rosenberg (1951-2019). ”No estoy hablando mal de Borges, pero si tengo que hablar de poesía argentina, no lo tomo como paradigma, aclaró Rosenberg. “Estoy de acuerdo con que Borges no era un poeta en el sentido más nocturno del término, nunca fue para zonas extrañas como Dylan Thomas, o el Neruda en Residencia en la tierra. Siempre es claro, diurno, lógico, nunca descontrolado –admite Mairal-. Borges nunca cantó con su poesía. Hay siempre algo de prosa ahí. Y hay que leer su poesía como una continuidad con su prosa. No se la puede aislar, juzgarla por separado. Era poeta y narrador, y lo más importante esta en esa ‘y’. Él mismo en su Obra poética empieza con ese epígrafe de Stevenson que dice: ‘No quiero presentarme como poeta. Sólo como un hombre dedicado a la literatura: un hombre que habla, no uno que canta’”.