El deporte suele ser una vía, en muchas ocasiones, para poder escapar de situaciones incómodas. El desarrollo y el crecimiento en una disciplina se utilizan también como un camino para transmitir mensajes, y de esa manera ayudar a otras personas a romper barreras que parecen inquebrantables.
La regatista argentina Cecilia Carranza Saroli es alguien que puede certificar esa afirmación, por ciertos momentos ingratos que le tocó transitar en su vida personal.
Carranza, especializada en la clase Láser y desde 2013 en Nacra 17, saltó un gran obstáculo con el empuje que le significó ser una atleta destacada arriba de los barcos. El premio mayor para ella fue haber sido la abanderada de la delegación argentina en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio.
--¿En el momento que saliste al estadio Nacional con la insignia en qué pensaste?
--En esos momentos trato de no pensar. Yo lo que hago es tratar de observar, de sentir y de vivirlo a pleno. Que mi cabeza no se vaya para otro lado. Tuve mucho tiempo para pensar, desde el día que nos anunciaron que íbamos a ser abanderados junto a Santiago (Lange, su compañero en la especialidad), y cuando llegó el momento fue súper especial para mí.
--¿Te impactó más que ganar la medalla de oro en Brasil?
--Son instantes diferentes, y creo que los momentos hay que vivirlos con mucha presencia, y más los momentos tan especiales. Después siempre hay espacio para reflexionar, para agradecer, pero en los instantes lindos hay que tratar de no mirar para atrás ni para adelante. Como duran tan poco, a mí me gusta guardarme esa sensación, que hasta es difícil describirla con palabras.
--¿Hay mucha diferencia entre ganar una medalla y ser abanderada?
--Un resultado deportivo lo buscás vos y depende mucho de vos. Para mí, que te designen abanderada de una delegación es un honor muy grande. Es algo muy fuerte: se mezclan la persona y los valores. Tu persona vale para eso, para representar al país, porque va más allá de los resultados. Particularmente, fue muy especial cuando me lo comunicaron, ya que tuve un día entero para pensar y lloré mucho. Además, como tuve una historia compleja con mi elección sexual, donde tardé muchos años estar en el lugar en el que estoy, me sentía no merecedora de muchísimas cosas. Por eso sentí ahora que me elegían por los valores que tenía yo como persona, y ahí se te derrumba todo eso de que no sos merecedora. Me sentí muy identificada con lo que dijo el inglés (Tom Daley, ganador de la medalla de oro en la prueba de saltos sincronizados sobre plataforma diez metros), quien explicó que durante mucho tiempo se sintió no merecedor de muchas cosas por ser homosexual.
--Vos reconociste tu condición sexual, y en los Juegos de Tokio permitieron por primera vez atletas transexuales, ¿el cambio de política del Comité Olímpico Internacional (COI) lo tomas como algo genuino?
--Creo que los cambios sociales y culturales llevan de la mano lo genuino y lo que las mismas minorías piden. Mi opinión personal es que al COI se lo ve tomando políticas muy positivas, tanto de igualdad de género como de inclusión. Si bien faltan años luz para avanzar sobre estos temas, antes ni siquiera se habían puesto sobre la mesa. Estamos en un tiempo de muchos cambios, y es difícil no escuchar los pedidos.
--El debate sobre las transexuales en deportes femeninos ha generado controversia, a partir del uso de la fuerza. ¿A vos te genera lo mismo?
--El tema no lo tengo estudiado a fondo, y tal vez muchos cometen un error al opinar sin saber. La duda es válida desde el respeto, y creo que lo importante es que el tema se estudie y se vea cuáles son las posibilidades. Las personas que ante esto reaccionan con un rechazo, son personas que le cuesta el cambio. Antes se decía que un homosexual no podía tener familia, y hoy se demuestra lo contrario. Yo vengo de un entorno conservador, y me costó mucho aceptar lo que soy. Acá es algo que tiene que ser reglamentado, y a partir de ahí no habrá más controversia.
--¿Para vos fue un punto de inflexión el día que pudiste revelar tu condición sexual?
--Sí, porque durante muchos años no pude vivir con libertad. Y el objetivo final es vivir y elegir con libertad. Los movimientos sociales están cambiando a las naciones en estos temas. Por suerte, la Fundación It Gets Better Argentina (“Se pone mejor”) me pidió que haga un video para darle la bienvenida al país, y yo me sentí tan vulnerable, porque me gusta estar a disposición con las causas, y no me animaba a decirles que no estaba identificada con una Fundación homosexual. Si bien mucha gente sabía que era homosexual, aparecer en las redes sociales con la Fundación era demasiado. Y ahí mismo pude hacer un ‘click’ y contar mi historia. La Fundación trata de ayudar a gente que vivió cosas más feas o iguales que yo. Y fue algo muy lindo poder hacerlo y liberarme.
--En relación a esa liberación, ¿el movimiento feminista te ayudó?
--Eso me atraviesa mucho, pero creo que no fue de la mano con lo mío. Es un movimiento al cual le estoy eternamente agradecida, y realizaron un trabajo tan bueno que no hay manera de no verlo. El movimiento fue tan grande que les pegó dos cachetazos a todos. Se hicieron cambios tan profundos que nos mejora como sociedad.
--Tu pareja es actriz, ¿ella te hizo incursionar en la actuación?
--Ella me mostró un mundo que no conocía. Desde que estoy con ella voy todo lo que puedo al teatro, y eso combinado con la música me generan sensaciones muy lindas. Si bien son actividades diferentes con la mía, en algún punto son parecidas. Pude incursionar en clases de canto y también de danza.
--¿Lograste extraer cosas de ahí para tu vida diaria?
--Mi novia, Micaela, me dijo que la danza me iba a venir bien para lo que hago arriba del barco. Por los movimientos del piso, la conciencia corporal y ese tipo de cosas. Y la verdad me ayudó mucho.
--¿A qué le atribuís el rendimiento que tuvieron con Santiago en Tokio?
--La idea era defender la medalla de oro y no lo logramos. Es el día de hoy que todavía no pudimos sacar las conclusiones finales. Pero por un lado, el hecho de no haber podido ir con más tiempo de anticipación a Japón nos afectó bastante. Si bien fue para todos igual, nuestro equipo no se adapta rápido a las condiciones de los lugares. Cuando llegamos nos encontramos incómodos con la velocidad del barco, y tuvimos poco tiempo para trabajarlo. Encima, las largadas de las regatas no fueron buenas, y eso no ayudó ante la falta de velocidad. En términos generales, no corrimos a nuestro mejor nivel en las semanas de los Juegos. Tanto Inglaterra como Italia corrieron a su mejor nivel, y se hizo muy difícil.
--¿Te pusiste a pensar en tu futuro deportivo, ya sin Santiago como compañero?
--Tengo un deseo muy grande de encontrar un nuevo proyecto deportivo, que me lleve a desafiarme nuevamente. Pero también tengo que ser consecuente con deseos personales que tengo, que requieren dedicación de tiempo, más que nada para darme cuenta si los puedo llevar a cabo. Así que es momento de tener un poco de paciencia, de disfrutar de la familia, y analizar con sinceridad mis proyectos futuros.
--¿Entre esos deseos personales que mencionas esta el de tener un hijo con Micaela?
--Sí, teníamos ese deseo para cuando terminaran los juegos, pero como se postergaron un año decidimos postergar también nuestro deseo, ya que sabíamos que la pandemia iba a hacer más complicada mi campaña olímpica, y que iba a tener que estar mucho tiempo afuera. Y así fue, diez de los últimos 12 meses estuve de viaje. Ahora es momento de reencuentro y de reacomodarnos como familia.