“La idea de la familia es una obsesión sin sentido”, se asegura en Pequeñas Victorias (estreno del viernes pasado Amazon Prime Video). La continuación de la tira que Telefe emitiera en 2019 es, entonces, una testaruda revisión de ese concepto. Si aquella ficción tuvo la osadía de presentar múltiples formas de concebir en el prime time, el nuevo producto hace foco en las complejidades del maternar. Y como producto la serie agita su propio envase y formato. Lo que supuso aires de renovación para la telenovela ahora es una comedia dramática acerca de tres mujeres que han decidido compartir la crianza de su hija. Ha pasado un buen tiempo para la que subrogó el vientre y puso el óvulo, la gestante y la mujer trans que donó el esperma. Son las mismas personas y no tanto. Al igual que esta entrega de diez episodios de media hora que se podrá ver por la TV abierta desde septiembre (fecha y horario por confirmar).

“La serie sigue trabajado el tema de los vínculos”, le dice Julieta Díaz a Página/12. La historia transcurre seis años después del happy ending con el que concluyera esta ficción ideada por Daniel Burman y Erika Halvorsen. Ese casamiento que celebraba la sororidad ha quedado muy atrás en la vida de Jazmín (Julieta Díaz), Bárbara (Natalie Pérez) y Emma (Mariana Genesio). El reinicio las muestra en una reunión del colegio al que va su hija. Además de esa rutina desfasada se suman problemas más íntimos. Una busca reinsertarse en el mundo profesional y desea cambiar su sesgo de dominadora total. “Yo suelto, ¿pero quién agarra?”, dice el personaje de Díaz.

“Jazmín es la más exigente, la rompepelotas y rígida, pero sostiene un montón de cosas. Le dicen que sea más flexible pero las otras están un poco cómodas con ese acuerdo”, detalla la actriz. Bárbara, por su parte, no puede salir de su pozo económico y emocional. Emma sigue en pareja con Antonio (Facundo Arana) aunque la relación empieza a estancarse. “La gente que vio Pequeña Victoria quiere volver a familiarizarse con los personajes. Pero cuando vean Pequeñas Victorias no solo se van a encontrar con eso sino con un nuevo código más de lo humano, de lo real, del día a día, de lo que le puede pasar a cualquiera. Todas están sin rumbo y desorientadas. De esas desconexiones nacerán las nuevas conexiones”, plantea Genesio.

La frenética consejera del colegio primario (Miriam Odorico, notable "robaescenas" en cada una de sus intervenciones) será un soporte para el trío aunque no llega a suplantar a Selva. La ausencia del personaje que interpretara Inés Estévez en la primera temporada es imposible de esquivar en el relato. Lo que le sucedió a la “madre espiritual” de Victoria se irá descubriendo con el correr de los capítulos y tendrá un vuelo especial para el personaje de Pérez. “Bárbara está otra vez en el abismo, a punto de caerse, perdida y sin brújula. Creo que la define su frase “¿podemos hablar?, pero nadie quiere hablar con ella”, asegura la actriz de Casi feliz. Serie con la que, dicho sea de paso, Pequeñas Victorias comparte cierta afinidad por el costumbrismo gentrificado.

La idea de los responsables de esta coproducción (The Mediapro Studio, VIS y Oficina Burman) es explícita: que cualquier neófito pueda disfrutarla sin necesidad de haber transitado los cincuenta y un episodios de su primera temporada. Se trata de una serie derivada más que de una secuela en un sentido estricto. “Los seis años en el medio implican un gran cambio. También el formato. La otra era una tira y ésta es una es una un spin off. Hay un acercamiento cinematográfico en el sentido que se detiene más a contar cada historia. Puede ser una continuación o lo que se cuente en estos diez capítulos. Los personajes ya se conocen, algunos no están, otros sí. Lo que me más gustó el momento desde el cual se toma esta historia”, explica Díaz. Lo que se mantiene es la voluntad de presentar un arco de personajes por fuera de las convenciones de la ficción en la pantalla chica. Desde abordar la temática de las familias ensambladas hasta hacer foco en el colectivo trans.

Para Genesio, incluso, hay un avance en el tratamiento LGBTQI+. “Esta no es la misma Emma que se encontraba frente a la falta de aceptación y de lo laboral. No deja de ser una mujer trans que tiene otros desafíos pero no solo por ser mujer trans”, explica. Que Emma se vuelva objeto de veneración por incursionar en los medios como reportera de un late night show supone un perspicaz estiletazo discursivo. Según Facundo Arana, la serie original contaba con esa sorpresa. “En el fondo era una historia de amor. Ahora se cuenta algo que conocemos bien. Nuestra gente, nuestras identidades y múltiples enfoques. Ya hay otros lugares para contar algo sin que lo novedoso sea 'el' tema”, apunta el actor.

Dentro de las pequeñas revoluciones que impulsa la propuesta aparece el personaje de Alan Sabbagh. Gerardo Mancuso no solo es un busca todo terreno, autodefinido como ex CEO de una empresa cervecera y dueño de una startup de artículos de limpieza. Será además el interés romántico de Jazmín con un perfil más humano que de galán. “Lo suyo es como un choque. Después de haberse conocido durante mucho tiempo, encuentran una manera de construir una torre de ladrillos el uno sobre el otro. No es una historia de amor obvia”, dice el intérprete. “Es una de las cosas que más me gusta de esta temporada. Los dos se están reconstruyendo. Los dos tienen que reconstruirse dentro de las nuevas femenidades y masculinidades de las que habla la serie, ninguno tiene las respuestas. Hay mucho humor. Se acompañan. Hay pasión. Son mucho más parecidos de lo que creen”, suma Díaz.


Al igual que en la notable serie sueca Bonus Family, esta serie indaga sobre las composiciones familiares diversas con un tono que la acerca al dramedy. Pequeñas Victorias ahora cuenta con la dirección y los libros de Juan Taratuto y el toque del guionista de Me casé con un boludo es perceptible. “Ya se viene trabajando en la tele con un plus más cinematográfico y contar desde otro lugar. Que esté Juan le aporta una mirada, más tiempo, se mete en otros lugares, es interesante eso”, aporta Díaz.

-Pequeña Victoria fue un soplo de aire fresco desde lo temático y por la óptica desde la que se trataban ciertas cuestiones ligadas a lo femenino, las elecciones sexuales e identidad. Lo que era novedoso ahora es parte del cotidiano. ¿Eso cambia el mensaje de Pequeñas Victorias?

Julieta Díaz: -Yo siento eso. En su momento fue una gran sorpresa. Todo siguió avanzando tanto... Se puso en la mesa el tema para hablar y desde que salió la primera parte de la historia hasta ahora algo se ablandó un poco. Es una cuestión de donde está uno, de debate y de conquistas por lograr. Hace poco tuvimos una situación muy concreta de misoginia en los medios, sabemos con qué lidiamos, siguen matando a las mujeres y la violencia machista permanente. No lo va a cambiar una serie, pero lo bueno es que el debate y la ficción además de entretener sirva para generar más sensibilidad.

Mariana Genesio: -Se siguen tocando los temas con responsabilidad sin que ese sea el eje. Son historias de personas sin militar que van probando, de lo que está bien o lo que está mal, en ese sentido se siente más real.

Natalie Pérez: -La serie en este caso habla de la aceptación. Ellas deben poder aceptarse como son. Humanes, personas que para querer tienen que dejarse querer.

-Incluso hay lugar para que las propias madres se cuestionen su propio rol materno, no?

M.G.: -Victoria llega a la vida de Emma casi sin proponérselo. Decide encarar una maternidad compartida y ahora en Pequeñas Victorias se encuentra con que el desafío va creciendo. Le debe pasar a todos los padres y madres. Emma tiene que lidiar con esas inquietudes, falta de formación, conexión y la culpa de no tener la voluntad de conectar. Va a ser difícil la materidad.