Este domingo se cumplieron 49 años de la masacre de Trelew. Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, reclamó por el avance de la extradición de Roberto Guillermo Bravo, el único acusado por los fusilamientos que aún no fue juzgado, y que goza de impunidad en Miami. Lo hizo difundiendo una poesía escrita por su hijo Alejandro.
Trelew, no has sido aplastado,
sino mira al pueblo
cómo se está armando,
estos gritos que sientes
no son de llantos,
son gritos de guerra,
son ruidos de fusiles,
que te están vengando.
Dice el texto, que detrás tiene una historia. Taty lo encontró en una agenda de su hijo después de que lo secuestraran, mientras buscaba en su casa, sin encontrar, “algún papelito, una nota de las que me dejaba avisándome dónde se había quedado a dormir”. Alejandro tenía 20 años cuando fue secuestrado, el 17 de junio de 1975.
“Vivía conmigo”, dice Taty. “Estaba en primer año de medicina y trabajaba en el Instituto Geográfico Nacional. Tenía militancia política, aunque yo lo ignoraba totalmente, no sabía nada de nada porque él me preservaba, me cuidaba. La tarde anterior a su secuestro llegó a casa después de las 8 y me dice ‘mamá, yo mañana no voy a trabajar porque tengo un parcial. Esperate, ya vengo’. y eso fue lo último que le escuché decir”.
“Cuando me levanté a la mañana siguiente y vi que no estaba, empecé a buscar una nota, pero nada. Dentro de un mueble encontré una agenda de teléfono que en las últimas 24 hojas tenía manuscritas 24 poesías. Yo tampoco sabía que Alejandro escribía. Entre esas poesías estaba la de Trelew”.
En 2008, cuando en el viejo aeropuerto de Trelew fue inaugurado un museo de la Memoria, el entonces secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, invitó a Taty a leerla.
Ese mismo año también fue editada en un libro, con todos los textos de la agenda y testimonios de familiares y compañeros de lucha de Alejandro. Dos años más tarde, Alfredo Alcón, Joan Manuel Serrat, Raúl Rizzo e Ismael Serrano, entre otros, las recitaron para un cd.
“Yo he mandado la poesía a muchos lados. La leo y siento que está Alejandro, que tenía 17 años cuando la masacre de Trelew, está exigiendo justicia por todos. Expresa ahí el dolor, la indignación por lo que hicieron con esos chicos militantes fusilados, la manera cobarde en que los asesinaron. Ahora por fin se condenó a todos, pero falta Roberto Guillermo Bravo, el tipo que los mató uno por uno y que se exilió en Miami, y al que todavía no se pudo extraditar”.
El teniente de navío Bravo fue identificado por los tres sobrevivientes del fusilamiento como quien recorrió los calabozos para dar los tiros de gracia a los militantes de FAR, ERP y Montoneros asesinados el 22 de agosto de 1972. Tras haberse fugado de la unidad penitenciaria de Rawson y ante la imposibilidad de escapar del país, los detenidos políticos se entregaran a las fuerzas armadas, que simularon que había ocurrido un nuevo intento de fuga para ejecutarlos.
Bravo obtuvo la ciudadanía norteamericana en 1987. Localizado por PáginaI12 en Miami en 2008 como próspero empresario, estuvo fugazmente detenido en 2019 pero recuperó su libertad luego de pagar una garantía de 5 millones de dólares y otro millón de dólares de fianza.
Es el último de los acusados sin juicio por el caso, ya que a mediados de este mes quedó firme la condena a prisión perpetua de Carlos Amadeo Marandino, que había sido encontrado culpable de la masacre junto a otros dos ex marinos, Luis Emilio Sosa y Emilio Jorge del Real, ambos fallecidos en el transcurso de estos años. Rubén Norberto Paccagnini, jefe de la base Almirante Zar, y Jorge Bautista, uno de los encubridores de la masacre, fueron inicialmente absueltos y luego de una apelación ese fallo fue revocado (ambos también fallecieron).
De Bravo se sabe que la Armada lo envió como agregado militar a Washington poco después de la masacre. Su comportamiento antes, durante y después de la masacre está documentado a partir del testimonio de los sobrevivientes María Antonia Berger, Alberto Camps y René Haidar, a quienes Francisco Paco Urondo entrevistó en la cárcel de Villa Devoto el 24 de mayo de 1973.
Próspero empresario radicado en North Miami, Florida, Bravo continúa impune en el país que le dio refugio. El Estado argentino, a pedido del Poder Judicial, reclamó su extradición sin éxito en dos oportunidades. Mientras se sigue exigiendo su envío a a la Argentina para juzgarlo, cuatro familiares de las víctimas de la masacre presentaron en octubre pasado una demanda civil en una Corte del Distrito Sur de Florida, patrocinados por el Centro por la Justicia y Rendición de Cuentas (CJA por sus siglas en inglés), los estudios de abogados Keker, Van Nest & Peters y Markus / Moss PLLP, en colaboración con el CELS.