Tras su victoria explosiva por nocaut técnico en el 5° round ante Emanuel Taylor en Las Vegas, Lucas Matthysse (y en menor medida Brian Castaño) quedaron instalados como los dos únicos boxeadores capaces de darle proyección internacional verdadera a la actualidad del boxeo argentino. Matthysse había quedado relegado de la consideración de los grandes jefazos del pugilismo mundial luego de perder en octubre de 2015 ante el ucranio Viktor Postol por nocaut en 10 vueltas. El triunfo ocurrido en la medianoche del sábado en la capital del estado de Nevada repone al argentino en el primer nivel y permite trazarle un futuro promisorio en la medida que siga la senda que empezó a recorrer tras aquella hecatombe.
Reinaban lógicas dudas respecto del estado del argentino. A la inactividad prolongada (diecisiete meses y tres días sin combatir) se le sumaban el ascenso de categoría (de welter a junior a welter), la nueva conducción de su rincón a cargo del mexicano Joel Díaz y el cambio de sede de entrenamiento (de Junín, provincia de Buenos Aires, a Indio, California). Y Mathysse (66,678 kg) tuvo respuestas excelentes a todas esas preguntas. Fuerte física y mentalmente, vigoroso en sus combinaciones de golpes, excelente en el traslado ofensivo de sus pies, resultó insoportable para un adversario que jamás había perdido antes del límite.
Taylor (66,678 kg) cayó sentado en la lona en el 3° asalto luego de un 1-2 seco y certero de Matthysse. Y en el 5° volvió a caer luego de una formidable izquierda cruzada a la cabeza y dos golpes cortos más. El estadounidense se levantó intentando proseguir. Pero el árbitro Jay Nady se apiadó de él y lo sacó del combate para prevenir males mayores. Ya había sido suficiente.
A los 33 años, no le abunda el tiempo a Matthysse. Sabe que está delante, acaso, de su última oportunidad de ser campeón del mundo (fue monarca interino welter junior del Consejo en 2013). Y que esta vez, como le pasó ante Danny García y Postol, no puede volver a perder la pelea que tiene que ganar. Seguramente, Oscar De la Hoya, su promotor internacional, habrá de programarlo otra vez ante de fin de año con un rival más exigente aún que Taylor. De vencer, habrá de tener su chance mundialista en 2018, dentro de dos o a lo sumo tres peleas más.
Retirado Floyd Mayweather, un ramillete de grandes campeones (el invicto estadounidense Keith Thurman en el Consejo y la Asociación, el inglés Kell Brook en la Federación y el legendario filipino Manny Pacquiao en la Organización) mandan entre las 147 libras. Matthysse es un adversario de cuidado para cualquiera. Incluso hasta puede ganarles. Pero para que ello sea posible tendrá que no volver a cometer viejos errores y seguir haciendo lo mismo que hizo (y más aún) para pasarlo por encima a Taylor. Y para volver a poner la bandera argentina otra vez en lo más alto del boxeo del mundo.