No es por contrariar al gobernador, pero hay que decirlo: en Salta sí hay grieta. Y si no la hubiera, habría que hacerla, o hacerla notar, mejor dicho. Esa grieta existe y no se borra con discursos, como parecen pretender el gobernador Gustavo Sáenz y su entorno, que rápidamente salió a replicar eso de que la grieta ya fue borrada del mapa salteño.

Por ejemplo, la grieta patriarcado/feminismo. Gobernador, usted está de aquel lado, y mientras mantenga su política machista seguirá de ese otro lado, no de éste, en el que nos ubicamos quienes entendemos que es necesario realizar acciones urgentes para detener la violencia criminal contra las mujeres, que no solo se expresa en los femicidios. Seguramente dirá que condena la violencia de género y demás, lo viene diciendo, de hecho, pero eso no lo hace menos patriarcal, si ni siquiera puede ver el brutal mensaje que envía habiendo dejado, solo por citar un ejemplo, la atención de esta violencia bajo el área de seguridad.

Por ejemplo, la grieta antipolítica/política. Gobernador, usted, aunque casi toda su vida adulta ha sido, y es, político, denosta la política, así que sí, está de ese lado, no de éste, donde nos ubicamos quienes creemos que la política es la acción colectiva, grupal, en conjunto (lo que guste más) que permite tratar de lograr un bienestar general, la justicia social.

Por ejemplo, la grieta antiperonismo/peronismo. Usted está de aquel lado, aunque diga lo contrario. Sus hechos lo ubican de aquel lado. Usted (junto a otras personas, pero ahora está usted en el gobierno de Salta y usted es quien dice que no hay grieta) ayudó a destruir aún más al Partido Justicialista, la herramienta electoral histórica del peronismo. Y, si entendemos que el peronismo se expresa hoy en el kirchnerismo, cuánto más es usted antiperonista, cuando dice que su límite es Cristina. ¿Por qué Cristina? ¿Por qué poner de límite a cualquier persona?

Ahí se perfila otra grieta: zoncera/agudeza. Usted se ubica en ese lado de la grieta, de quienes aman las zonceras (la antipolítica lo es), porque su límite podría ser, por ejemplo, que no muera un niñe más por hambre en la provincia, que no haya una niña madre más en Salta, que no maten a una mujer más, y así tantos otros problemas que podrían ser el límite para cualquiera}, y para cualquier persona política. Pero usted prefiere que su límite sea una mujer, precisamente la mujer que más alto elevó el ejercicio de la política de estos años en el país.

La grieta, así como la reeditó el antikirchnerismo en el último tiempo (porque grietas hubo siempre en Argentina desde que se constituyó como estado), fue tema del libro “Grietas argentinas: divisiones ordinarias para pasiones extraordinarias”, que reúne a treinta autores que abordan esta cuestión desde distintos ángulos. Su coordinador y editor, el investigador Darío G. Barriera, destaca en la introducción: "¿No es evidente que no hay una sola grieta sino que este país es, desde siempre, un país de grietas?". 

¿Y por qué temerle a la grieta? ¿Por qué la necesidad de tratar de mostrar que no hay grietas en la provincia? "Es un orgullo poder decirle al país que en Salta no hay grietas", dijo el gobernador el domingo pasado. ¿En qué reside ese orgullo? ¿En que, de repente, solo porque para las elecciones se hicieron determinados acuerdos ya se debe asumir que se solucionaron todas las otras complejidades, las problemáticas que hay en la provincia? 

Nada de eso pasó. Y el hecho de que como gobernador usted se muestre ocupado en tratar de mostrar que esos problemas fueron borrados, es por lo menos preocupante. Así como están las cosas, y habiendo transitado ya casi la mitad de su gobierno, sería más bien esperable que usted percibiera con absoluta claridad todas las grietas que nos atraviesan hoy, aquí. Y que actuara en consecuencia.